Capítulo 1: Incendio

Sádarak. ¿Qué es esto? Quizás se cuestionen; pues esa palabra extraña no es más que mi propio nombre: Sáradak. Curioso para algunos puedo asegurar pero pues de esa forma me han llamado mis padres hace casi exactamente 3179 años atrás; siempre fuimos una familia muy unida y aunque el mundo es peligroso, nunca nos vimos envueltos en algún peligro del que quisiéramos escapar.

Antes de contar lo que ocurrió “aquel día”, quisiera contarles un poco de mi nación, mi tierra. Algo que seguramente no sepan, aunque con mi edad podrían descifrar es que no soy humano, Orco, Goblin, hada, minotauro, mago de clase baja, menos media y aún más baja probabilidad que las anteriores: clase alta. Solo soy un elfo, un poco diferente a los demás, pues aunque estamos seguros de mi nacimiento lo cierto es que siempre fui bastante diferente a todos ellos… Los elfos son conocidos por ser una especie orgullosa, poderosa y realmente elegante, sin embargo mi caso como ya he mencionado antes no fue así, el orgullo para mi es parcialmente inexistente; prefiero vivir una vida tranquila y sonreírle a quienes me rodean que mirarlos del hombro para abajo y fingir que son personas que no merecen mirarlos a los ojos; no soy un guerrero, a pesar de que a todos nosotros se nos entrena desde que nacemos con las armas en realidad nunca lo vi viable; este mundo ya tiene demasiada agresión como para yo ser uno más del montón que busca acabar con mi contrario, ¿Por qué no mejor darnos la mano?

¿Elegancia?, ¡Pfff!, da lo mismo comer con las manos que con 10 cubiertos diferentes, es incluso mejor hacerlo con las manos libres la comida adquiere sin lugar a dudas un sabor indescriptible. Afortunadamente aun con esto los elfos usualmente no tienden a tener muchos enemigos, antiguamente solo los humanos nos atacaban, quiero yo pensar que por envidia… Aunque de cierto tiempo para acá esto se acabó, aunque por una razón que en realidad no me agrada en lo más mínimo… Los humanos siempre fueron una raza mmm, problemática. Llegó el momento cuando una civilización en particular no aguanto más y se fue a la guerra contra ellos, los Orcos. Esa pelea dejo devastado gran parte del territorio humano y no solo eso… Los humanos dejaron de existir, hubo una matanza a gran escala propiciada por los Orcos quienes estaban realmente molestos con los humanos (no se la razón) Y esto desencadeno en la extinción humana, ahora solo permanecen en nuestros libros y memorias como una raza que jamás volveremos a ver.

Mi pueblo por otra parte se divide en 3 grandes naciones colocadas por toda nuestra tierra a las orillas de cada una, pues aunque somos la misma civilización (Elfa) en realidad nuestros reyes no se llevan muy bien lo que ocasiona una disputa territorial cuando se ven (afortunadamente solo entre ellos y los altos mandos, pues los civiles pueden ir y venir de las tierras sin problemas de resentimientos.)

Aquí donde vivo, aunque ya lo he dicho antes: estamos un poco más enfocados a cuestiones de guerra, pelea y en último lugar la agricultura. Pues nuestros rey piensa que es mejor estar armado hasta los dientes y comer lo necesario, pero no piensen mal en realidad no falta el alimento, de hecho nos sobra es solo que por cada lechuga hay 5 espadas. En mi caso yo estoy más enfocado a lo que es la lectura y deseos de ver una ciudad prosperar con paz y armonía, se blandir muy bien la espada pero prefiero no hacerlo.

• ¡Sádarak!, ¡maldita sea responde! – Una voz de pronto me gritó en mi oreja derecha e incluso me asusto.
• ¿Qué te sucede?, ¡Por qué me gritas de esa forma! – Dije en un tono ligeramente molesto.
• ¿por qué? – Tomo aire un momento y volvió a gritar. - ¡Llevo media hora hablándote!, pero estas completamente ensimismado en ese estúpido cuaderno tuyo anotando cosas que solo tu entiendes, ¿ya me mostrarás que es lo que escribes con tanta concentración?
• ¿qué? – Replique ocultando mi cuaderno. - ¡Nadie puede ver lo que aquí está escrito!, ¡Nadie! – Termine con más énfasis en la última palabra. – Pero bueno, ¿Qué quieres?, ¿no ves que estoy ocupado?
• … - Esa persona se quedó en silencio un poco, dio un grande suspiro y después agrego. – Lereo nos habla, a ti y a mí, parece ser que alguien ha cometido un error y gran parte de los cultivos se están incendiando, entonces pues los únicos que pueden detenerlo parece que somos nosotros, todos tienen la mente llena de acero… ¡Sádarak ya deja ese maldito cuaderno y vamos!
• ¡Está bien!, ¡Esta bien! – Agregué por ultimo volviendo a guardar el cuaderno y dejando la pluma en la roca donde estaba sentado (por error, pues era mi pluma favorita)

Aun a lo mejor se veía una enorme nube de humo que salía del suelo, ¿Cómo es que no me di cuenta antes? , me preguntaba a mí mismo, pues se veía a kilómetros de distancia, si eso continuaba estaríamos en problemas pues son los únicos plantíos que tenemos por aquí y básicamente el 70% de la comida viene de ese lugar. Y miren que repetidas veces les dije a los altos mandos que consideraba una estupidez que todo estuviera reunido en un solo sitio, pero pues en fin… Espero que ahora si me hagan caso.

El personaje que me fue a buscar de la nada apretó el paso y comenzó a correr a una velocidad que era difícil seguir, escuche un ruido y al girar la cabeza un Elfo de la guardia real iba a toda velocidad cargando muchas jarras de agua enormes en una gran carreta jalada por 3 caballos, al mirar vi mi oportunidad y simplemente salté a la carreta siendo llevado por ella y pasando al lado de aquel personaje quien solo me miró sin subirse a la carreta.

• ¡Allá te veo!, ¡bobo! – Grité burlándome de él, pues justo cuando pensaba que ganaría la carrera la suerte miro en mi beneficio.
• ¡Tramposo! – Me dijo a lo lejos intentando lanzar rocas que simplemente “bateaba” con la espada que nos regala el reino al terminar nuestro entrenamiento.

Ya sé, ya se… Dije que prefería leer que blandir la espada, pero si recuerdan bien también asegure que el Rey prefiere guerreros… Por lo que si alguien no tiene una espada en su poder básicamente lo destierran, y a pesar de todo amo esta ciudad.