Mi Hogar

Capítulo 4: El último

Dado que la noche estaba presente mirar al sol era imposible y aunque intentara encontrar la luna por la espesura del bosque era realmente complicado. Caminé intentando volver en mis pasos pero creo que eso resulto aun peor pues lo que había visto antes no pude volver a verlo, los arboles eran completamente diferentes y el camino lleno de raíces había desaparecido, ahora era todo solamente tierra parcialmente humedecida.

Avanzando más vi a lo lejos algo que parecía ser una luz, apresure un poco el paso y me acerque descubriendo que era una pequeña choza hecha completamente de ramas y hojas grandes de algunas arboles (curiosamente ninguno de los arboles alrededor compartía hojas iguales a las que vi en la choza) Al estar en la puerta principal toque con fuerza llamando a quien estuviera en su interior, unos pasos se comenzaron a escuchar y al abrirse no podía creer lo que mis ojos observaban.

  • ¿Qué demonios? – Grité fuertemente mirando al sujeto. - ¡Es imposible!
  • Lo mismo digo yo… - Respondió aquel sujeto mirándome fijamente. - ¿Qué hace un mago Elfo por este sitio?

Automáticamente todo lo que pensaba del hombre me hizo olvidarlo por aquello que dijo, ¿me ha llamado un mago elfo?

  • Espera, ¿qué? – Repliqué con fuerza. - ¡Solo soy un elfo! No soy un mago…
  • Curioso… Parece ser que aún no has despertado tu magia, pero a la vez sí. De lo contrario no hubiera podido sentirla…

El sujeto se metió en la casa y camino hacia un armario del cual saco unos objetos extraños.

  • ¡Pasa! – Gritó a lo lejos y se sentó sobre una mesa con 3 sillas justo al centro de la casa. – Toma cada uno de estos objetos.
  • … - Yo solamente me senté y miré aquellas cosas.

Eran solamente 5 objetos, uno de ellos era un diamante con una forma circular y de un tamaño aproximado de 3 centímetros de alto, al tomarlo este no hizo algo y el mago comento: “Parece ser que no eres un mago de tierra, bien. El que sigue” Ahora comprendía la razón de estos objetos, pero en realidad no era uno… Me quede pensando para mí mismo, el segundo de ellos era un extraño palo de madera que brillaba ocasionalmente de color rojo y amarillo al tomarlo este continuó brillando e hizo que mi mano me doliera era como si me hubiera quemado pues en mis dedos se veía chamuscado y oscurecido. “Tampoco lo eres de fuego… Y con esa reacción creo que se a que eres afín Jejeje.”  Termino de decir y aproximo el último de los objetos que estaban en hilera hacia mí, este era un cristal turquesa, en cuanto mi mano entro en contacto con él, las líneas que poseía el cristal color azul marino comenzaron a moverse, asemejando el movimiento de las olas del mar, posteriormente por una de las esquinas caían pequeñas gotas de agua que se evaporaban al contacto con la tabla de la mesa y el hombrecillo dijo: “Lo sabía, eres un mago afín con el agua, jajaja. ¡Vaya día!, anda toma los demás objetos quizás puedas ser afín a otro tipo de magia” Seguía sin comprender que es lo que sucedía pero hice caso al ver que probablemente no mentía respecto a lo que decía, el siguiente objeto era un pedazo de papel arrugado al tomarlo este no hizo algo ni positivo ni negativo, simplemente se mantuvo justo como estaba… “Tampoco lo eres de viento…” Digo algo decepcionado, después tomo el papel y al hacerlo este se extendió por completo removiendo todas las arrugas que tenía y regresando al momento de soltarlo y tras esa pequeña demostración me incito a tomar el ultimo objeto, el cual era solamente un pequeño alambre de cobre de un largo de quizás 5 centímetros y muy delgado, al tomarlo este no hizo nada…

  • Parece ser que eres un mago de agua… - Aseveró con firmeza, después se levantó y camino a guardar las cosas que había sacado en el mismo sitio de donde las había tomado. - ¿Qué hace un Elfo por aquí? Y aún más sorprendente. ¡Uno que es afín con la magia!, jamás pensé que vería algo así.
  • ¡Yo jamás pensé ver a un humano! – Le grité con fuerza logrando estremecerlo y haciéndolo tirar la bebida que traía en sus manos.
  • ¡Tranquilízate! – Refunfuño y me miro abriendo sus ojos. – Esa tontería de que estamos extintos es eso, ¡una tontería!
  • Entonces siguen vivos… ¿Dónde están? – Pregunté pues la historia dicta y se comprobó que los humanos habían fallecido…
  • Soy el ultimo… - Su voz en realidad no parecía afligida, parecía estar acostumbrado a ello. - ¡Pero al ser el último significa que no estamos extintos!, aunque sí que lo estaremos cuando yo muera. ¿No conocerás a alguna Elfa que esté dispuesta a?... tu sabes…. – Comentando esto último con cierto toque de picardía
  • ¡Eso es asqueroso! – Le replique fuertemente.
  • No había necesidad de ofender mi especie… - Me respondió algo ofendido. – Pero bueno, dejemos ese tema. ¿Qué haces aquí?

Lo cierto es que tras varios minutos no pude decir una sola palabra… ¡Era un humano!, y el parece ser que comprendió mi postura pues no intentó obligarme a hablar, simplemente se limitó a cocinar algo que saco de otro de sus cajones y se veía bastante mal… y olía aun peor.

  • ¿Quieres? – Me dijo a lo que solo negué con la cabeza. – Tú te lo pierdes, huele, se ve, y sabe horrible, pero no hay nada mejor para quitar el hambre que estas cosas, ¡Además son realmente fáciles de agarrar! – Terminó y comenzó a reír histéricamente a la vez que masticaba aquella cosa la cual crujía de una forma curiosamente agradable.

Con todo lo que estaba sucediendo termine por tardarme más del tiempo necesario en procesarlo todo, yo era un mago, los humanos no están extintos… A estas alturas no me sorprendería que incluso cayera un cometa cargado de oro y me convierta en el Elfo más poderoso del mundo “¡Todo es posible a estas alturas de mi locura!”, dije sin querer en voz alta.

  • Casi… - respondió aquel hombre. – No estoy tan desesperado en salvar mi especie como para enredarme contigo. – Su voz parecía muy seria pero las estupideces que comentaba me hacía pensar todo lo contrario.
  • Sabes que… Mejor me iré. – Decidí que todo esto solo me volvería aún más loco de lo que ya estaba por lo que la única forma en salvar mi mente de un colapso creo que era irme.
  • ¡Espera! – Gritó aquel hombre y me tomo del brazo. – Te recomiendo mejor esperar a la mañana siguiente… La noche por este lado del bosque es…. Peligrosa.
  • ¿Bromeas? – Le dije. – Si paso un solo segundo más en este sitio me volveré completamente loco… Sino es que ya lo estoy.
  • Como decidas, pero si mueres nadie te llorará, yo ni te conozco en realidad no me importa. – Terminó de decir de una forma cruel y directa… y después se fue a la cama, tirando unas cuantas cobijas al suelo dándome a entender que la oferta seguía en pie.



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En el texto hay: elfos, magia, batallas de magia

Editado: 24.09.2021

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