Uno pensaría que cualquier sitio con hambruna y muchas más carencias que oportunidades todo sería completamente oscuro y lleno de miseria y agonía; sin embargo en esta ciudad a pesar de todo ello absolutamente todas las personas se veían con una sonrisa en la cara que nadie podría igualar, ni siquiera yo antes de perderlo todo.
A la segunda llamada ambos abrieron un solo ojo me miraron dijeron que estaban cansados y simplemente me ignoraron.
Las palabras del enano de alguna manera eran muy convincentes y no podía dudar de ello pues como he repetido ya muchas veces todo se veía realmente agradable y apacible.
En vez de darme una respuesta simplemente se echó a reír a carcajadas, su voz era realmente fuerte e incluso varias personas nos escucharon y al hacerlo se rieron junto con él, este sitio es cada vez más extraño, pero antes de irse dijo: “Tendrás tus respuestas pronto”. Me adentré en esta pequeña y arruinada ciudad, todos los enanos me miraban aunque en ningún momento sentí siquiera un poco de desprecio o que me miraran en forma negativa, de hecho todo lo contrario, me sentí completamente bienvenido, al transcurrir los minutos Aka y Rojo se despertaron y se mantuvieron sobre mis hombros, y en voz baja les pedí que intentaran no hablar pues seguramente sucedería lo que antes, todos se asustarían y pensarían que somos alguna clase de hechiceros malignos que planean maldecirlos o lastimarlos. Unos niños pequeños se acercaron a nosotros y se quedaron mirando mi arma, no tengo ni una sola duda de la razón, no es para nada común mirar una espada completamente de hielo que no se derrite no importa que tanto calor haga.
Al momento de hablar tanto Rojo como yo nos quedamos completamente perplejos, ese idiota no puede mantener la boca cerrada… Aunque lejos de lo que pensé que sucedería, aquel niño únicamente miro como Aka se alejaba volando y regreso su mirada a mí.
No sabía que es lo que pasaba… Ese niño no se asustó cuando Aka hablo, ni cuando su mano comenzó a congelarse a causa de mi arma, al contrario se mantuvo realmente calmado y sonriente, después de ello solo dio varios pasos atrás y regreso con sus amigos quienes al igual que el habían visto todo lo que ocurrió y se mantuvieron tranquilos.
Yo solo asentí con la cabeza y me quede en silencio.
Y tras la pregunta comenzó a contarme una historia: “Hace varios años este pueblo no es como lo ves ahora, somos enanos. Las riquezas y una vida alta y elegante corren por nuestras venas y nos es fácil lograrlo, pero… Así como ese tipo de vida es fácil para un enano, la arrogancia y la estupidez también lo son. De entre los enanos nosotros éramos los más fuertes, hábiles e inteligentes y así mismo éramos los más cegados por el poder que poseíamos, tanto al grado de que no pensábamos dos veces antes de atacar a nuestros propios aliados con tal de obtener dos monedas extras de oro o 3 piezas más de metal.
Cierto día un sujeto extraño llego a nosotros, por su figura parecía ser un Elfo aunque no pudimos verlo pues siempre mantuvo su rostro oculto, al vernos nos miró con decepción y dijo algo que a todos nos hizo ver lo que éramos: “De entre los enanos, ustedes son los más humanos”, al decirlo todos instantáneamente tiramos nuestras herramientas, nuestras armas y le pedimos ayuda para dejar de ser aquello que el veía que éramos, si te fijas en aquel sitio. – Y señaló a una montaña no muy lejos. – Podrás ver que está completamente cubierta por hielo, aquel sujeto dijo que pondría una maldición en aquel sitio la cual nos ayudaría a encontrarnos a nosotros mismos una vez más, sirve mencionar que antes aquel sitio no estaba congelado… El sujeto desapareció y con el pasar de los días aquella montaña se comenzó a cubrir de hielo, durante este tiempo nosotros continuábamos con nuestras egoístas actividades, pero una vez completamente cubierta por hielo algo cambio, tuvimos un golpe de mala suerte, nuestra economía cayo en cuestión de semanas y nuestra vida paso de ser de lujos a una vida de carencias y dolor, pero esta vida no solo trajo eso, con el pasar de los años comenzamos a mirarnos entre nosotros, nos dimos cuenta que éramos iguales y que a quienes habíamos lastimado eran iguales a nosotros, nos avergonzamos de lo sucedido y empezamos a vivir sin pensar en el dinero o en los lujos, ahora tenemos una vida apacible y con más dificultades, pero hemos aprendido algo que considero es aún más importante, a no anteponer nuestros deseos sobre los demás seres que comparten el mundo con nosotros.”