Después de que Antoni me dijera que sí, le dije que nos veríamos en el centro de la cuidad, antes de llegar me quite los guantes y la chaqueta, y saque mis lentes de sol.
Justo 10 minutos después de que yo había llegado, un sofocado, sudado y jadeante Antoni llegó, no cabía duda de que vino corriendo.
—Hola Layla —Una inocente sonrisa adorna su sonrojado rostro y su pelo negro se ve desordenado.
—Hola Antoni —En mis labios bailo una sonrisa un poco más maliciosa, que fue ocultada por una amistosa.
—¿Cómo estás? —preguntó curioso ajustándose sus lentes.
—Muy bien, aunque todavía no he desayunado —dije acercándome a él, era más alta por unas pulgadas.
—¡Te invito a comer! —exclama contento, yo sonreí internamente porque había logrado mi objetivo.
—¿Estás seguro? No quiero ser una molestia —Si le digo que sí de inmediato parecerá que estoy desesperada.
—Claro que no es molestia, me encantaría comer contigo —Esa simple frase logro hacer que el chico se colorara aún más, aguante mis ganas de poner los ojos en blanco.
—Muchas gracias Antoni —Fije mis ojos en los sujos y le oí balbucear, tome su mano con entusiasmo fingido— Bien ¡Vamos!
Entramos en un lugar muy bonito y sólo tuve que poner un pie adentro para que el olor de hombre lobo entre en mis fosas nasales, esto es extraño, ellos tienen su territorio y nunca vienen al territorio de los humanos.
Nos sentamos en una mesa, realmente no preste mucha atención al lugar, tampoco a la historia que me estaba contando Antoni, respire profundo para intentar adivinar donde estaban, ellos estaban detrás de mí, a una o dos mesas de distancia, cogí mis lentes de sol e interrumpí a Antoni diciendo:
—Antoni, ponte mis gafas —Él tímidamente tomo mis gafas que estaban en la mesa, se quitó sus lentes y se puso los míos, aproveche para usar los lentes oscuros como un espejo y ver quiénes eran los hombres lobos
—Oye Layla, lo siento pero no veo nada —dijo apenado.
—No te preocupes, solo quería ver cómo te quedaban —Antoni se quitó mis gafas y siguió contándome de su historia y yo fingí prestar atención, repase en mi memoria lo que vi cuando use las gafas como espejo.
Eran tres hombres lobos, pude reconocerlos fácilmente, dos de rango común y un Beta, es raro que no esté aquí el Alfa ¿Qué estarán haciendo?
Escuche que alguien se paraba, siempre he tenido los sentidos más agudos que el resto y eso se debe a mi padre, gire disimuladamente y vi como uno de los hombres lobos, el Beta, se paró y camino hacia la salida, note que tenía el pelo rojo, seguramente cuando se transformaba sus ojos eran de ese color, él estaba vestido de traje elegante, lo seguí con la mirada, se sentó en un pequeño parque que había al frente del lugar donde estoy con Antoni, desde mi mesa podía verlo sin complicación.
Sacó su teléfono y yo casi abro la boca del asombro, era el último modelo, obtendría un buen dinero si lo robo, sacó su billetera y se la puso en las piernas mientras la sostiene con su mano ¿Qué carajos hace? En otras circunstancias no dudaría en ir hasta su posición, es una presa fácil.
Ahí mi cabeza hizo «clik» supuse que lo hacía adrede, seguramente le habían informado de que aquí se producen robos a personas con dinero, dichos robos son, la mayoría, hechos por mí.
Mire hacia Antoni y el seguía contando la historia, le dije interrumpiéndolo:
—Oye Antoni voy a salir, cuando venga el camarero, ¿Puedes pedir por mí? —El parecía dudarlo— Por favor —suplique tomando su mano.
—Est...está bien —dijo sonrojado.
Me levanté de mi silla y fui directo hacia el Beta, tenía que parecer una chica tierna e ingenua, se me daba bien hacer eso.
—Hola ¿Estas bien? —pregunté con una sonrisa sentándome al lado de él.
—Sí, todo está bien —respondió con la misma sonrisa, parecía simpático.
—¿Te puedo dar un consejo? —El asintió— Guarda tu teléfono y tu billetera —dije acercándome a él y bajando mi voz, estoy segura de que me escucho, continúe hablando— Hace unos años han comenzado a robar y pues aquí tu sólo, eres una presa fácil— Me gustaba robar, sí, y mucho, pero no podía hacerlo ahora.
—¿Te cuento un secreto? —Me dijo también con voz baja— Ese es mi objetivo.
Mis ojos se abrieron fingiendo asombro por sus palabras, mientras que en mi interior sonreía por mi deducción acertada.
—Oye —Me explicó él— Soy el secretario del Vicepresidente de una empresa en Inglaterra y se supone que tenía que venir el miércoles, pero preferí venir hoy, para asegurarme de que todo esté bien, debido a que también va a venir el Vicepresidente y para ver si es cierto lo de los robos.
Mi cabeza hizo otro «clik» y recordé lo que me dijo el viejo está mañana, juntando todo lo que el beta me dijo y lo que me dijo el viejo gordo todo cayó en el lugar indicado. Seguí hablando con él, tenía que saber más.
—¿En serio eres de Inglaterra? —Él asintió con la cabeza—Increíble, no se nota el acento.
—La verdad es que trabajo en Inglaterra, pero no soy de allá, mi mejor amigo y yo tuvimos la oportunidad de poder trabajar allá, aunque a él le fue mejor que a mí —admitió rascándose la nuca.
—¿Por qué lo dices?
—Porque él es el Vicepresidente y yo el secretario —Una pequeña carcajada salió de sus labios y yo lo secunde.
Esto está poniéndose interesante, así que su mejor amigo es el Vicepresidente, supuse que su mejor amigo es el Alfa, ya que los Betas y Alfas son siempre muy cercanos y tienen un lazo especial.
—Por cierto soy Marcos Rojas —Se presentó sonriente, dude en dar mi nombre verdadero, pero no perdía nada,
—Layla Carter —Una pregunta rodaba en mi mente— ¿Cómo se llama tu mejor amigo?
—Ángel Dalas —Al escuchar su nombre me recorrió un escalofríos por la espalda y pensé en su apellido «Dalas» ¿Dónde lo he escuchado?
Luego de esto le dije que tenía que entrar, que me estaban esperando, entre y ya Antoni había pedido, los dos comimos; Antoni me pregunto si necesitaba algo y yo le dije que me faltaban algunas cosas en la casa, justo como lo esperaba, me compro todo lo que quería.
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Editado: 08.08.2022