IV. Amor no correspondido.
***
Sonreí y me levanté de un salto para abrazarla, pasando mis brazos por su largo cuello, casi asfixiándola. Zi rió, y palmeó mi espalda. Realmente la mejor amiga del mundo.
— Gracias, Zi— musité en su oído, agradecida por tener una amiga como ella. Sus cuidados y, en ocasiones, su sobreprotección son lo más tierno que puede haber en una mujer como ella.
— De nada, querida. Siempre estaré ahí para tí, ¿Bien?— susurró con dulzura, acariciando mi cabello.
Me separé de ella y asentí—. Bien—. Nos sonreímos, para finalmente salir y comenzar a caminar, entre charlas y bromas hacia mi persona, hacia la sala.
Al pisar el primer escalón pude escuchar las risas de mi mamá y los hermanos D'angelo. Presté más atención a la risa ronca de Leo, y varias mariposas comenzaron a revolotear por todo mi estómago, recordándome el amor no correspondido que tenía hacia él. ¿Por qué no puede fijarse en mí? Me pregunté, y entonces mi conciencia respondió con algo más de rudeza: Porque sólo te ve como a una hermana pequeña. Fue como un baldado de cruel realidad.
Sonreí con nostalgia, y eso pareció notarlo Zi ya que su fina y pequeña mano tomó la mía, apretándola con algo de fuerza, tratando transmitir apoyo.
— No pienses mucho las cosas, Akali. Si Leo no se da cuenta de la hermosa y enamorada mujer que eres, es un retrasado. No te deprimas por eso, linda—. Me alentó, sonriendo con pena.
Suspiré y asentí. Continuamos bajando las escaleras, con los tacones haciendo su peculiar sonido a cada paso. Pronto tuvimos la mirada de las tres personas sobre nosotras. Ale miraba a Zi con un brillo en sus ojos de admiración y amor, lo cual me enterneció y dolió a la vez. Mamá nos miraba con ternura y aprobación, mientras que Leo simplemente... Nos sonreía.
Unas increíbles ganas de llorar me invadieron, pero me obligué a aguantarlas.
Ale se levantó cuál resorte del sofá, y corrió al borde de las escaleras ofreciendo su mano para que Zi lo tomara. Mi amiga, sonriendo maliciosa y evidentemente feliz, saltó a los brazos de su novio, y Ale la atrapó en el aire, abrazándola con fuerza por la cintura. Tan románticos que duele.
— Puaj. Compren una habitación, puercos— me burlé, terminando de bajar las escaleras. Leo, mamá y la parejita rieron, pero yo me sentía realmente triste y decepcionada—. Y bueno, ¿Nos vamos caminando o en la camioneta de los D'angelo?— pregunté, batiendo mi cabello con elegancia, sonriendo falsamente.
Zi se dió cuenta, así que me transmitió una mirada tanto comprensiva como se reproche. Si. Tenía razón. Está noche es para divertirnos, no para que yo la amargue con mi ridícula depresión por un amor que jamás va a ser correspondido. Rodé los ojos, esta vez, sonriendo de verdad.
— Opino que vayamos caminando. Seguramente los parqueaderos han de estar repletos, y nos tomaría mucho tiempo buscar un parqueadero. Además, no está muy lejos— dijo Ale, encogiéndose de hombros al final.
Asentí dándole la razón, pero Zi hizo un puchero. Ella odia caminar, y yo también, sin embargo ahora me parece una gran idea. Leo igualmente estuvo de acuerdo.
— Bien, entonces, vámonos— dije. Todos accedieron y comenzaron a salir, primero Zi y Ale, y luego Leo.
Cuando yo iba a hacerlo, mi madre me detuvo tomándome del brazo con suma delicadeza— Piccolina, ¿Por qué esa cara larga? ¿No estabas feliz porque ibas a ir con tus amigos al festival?— preguntó preocupada, acariciando mi rostro con el amor que sólo una madre puede dar.
Inevitablemente, los ojos se llenaron de lágrimas, y el nudo en la garganta creció, de tal modo que empezó a doler. La abracé, y escondí mi cara en el hueco de su hombro y cuello procurando no llorar. No quería arruinar el maquillaje que tanto le costó a Zinerva hacerme.
— Sólo... Estoy bien, ¿Okay? Es que... duele tanto no ser correspondida...— me lamenté, mirando sus hermosos ojos verdes los cuales heredé.
Ella apretó sus finos labios, me abrazó nuevamente con más fuerza, y susurró:— Si Leo no se da cuenta de lo maravillosa que eres, piccolina, entonces no te merece. Ve y disfruta, sé que te divertirás si no lo piensas mucho, ¿Okay?— quiso cerciorarse.
Yo reí, reí amargamente pero sabiendo y conociendo todo lo que mi madre me adora, y conociendo que sin importar qué, ella siempre iba a estar allí para mí—. Está bien, mamá. Nos vemos después— nos separamos. Ella acarició mi rostro con ternura, y pude apreciar en sus ojos cierto atisbo de dolor y comprensión. Seguro ella pasó por algo similar—. Te amo mami— besé su mejilla y, finalmente, salí.
Suspiré luego de cerrar la puerta, me apoyé sobre esta y miré al suelo, contando hasta 100, y apretando los dientes para no llorar y quedar cual mapache.
Inspiré profundo, cerré los ojos y me paré erguida—. Sólo por esta noche voy a olvidar lo que siento por él. Sólo por hoy. No es la gran cosa...— murmuré.
— ¿A quién dices que vas a olvidar?— preguntó con tino divertido esa ronca y gruesa voz que me gusta tanto.
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posesivo y controlador, muerte tristeza y amor eterno, rebelde amable y libre
Editado: 14.12.2021