La Academia Strøm para hombres a las afueras de Oslo abrió sus puertas por primera vez en 1301, fundada para la educación y preparación de los Caballeros del Rey Heakon V de Noruega. Durante sus primeros siglos tuvo como precedente solo tomar como alumnos a los primogénitos de familias nobles y que estos, en un futuro, fuesen herramientas de confianza del monarca que rigiese Noruega en ese instante, pero no solo como parte de su armada, sino que con el paso del tiempo el pensum de la Academia Strøm se amplió a forjar aliados de todo tipo para la corona: consejeros, ingenieros, abogados y cualquier clase de profesión de la cual el reino pudiera tener urgencia, inclusive amantes secretos o un amigo para un solitario Rey.
Debido a su antigüedad y enorme prestigio ya que importantes figuras de la historia salieron de ella, en la actualidad seguía siendo el sueño de cualquier familia rica que sus miembros varones formaran parte del estudiantado, pero también el de muchos prodigios de clase baja, quiénes harían grandes sacrificios por las oportunidades de trabajo y estudios todavía más grandes que la Academia Strøm ofrecía a sus egresados.
A Vincent Lancaster todo eso le importaba una mierda.
Su padre, su abuelo, su bisabuelo, su tatarabuelo y los Lancaster antes que ellos asistieron a la Academia Strøm, así que él, naturalmente, también debía hacerlo, por lo que la institución solo era otro ambiente de clase alta en el que tenía que desempeñarse por ser quién es. Otro requerimiento de la sociedad para seguir manteniendo su apellido en lo alto y un medio para hacer aliados para ese envidiable futuro que le esperaba como el presidente de Lancaster Farmaceutic, un puesto que en ese momento debería estar ocupando su padre.
—Vin, ¿qué es ese auto?
Vincent hizo una mueca hacia uno de sus seguidores, puesto que él no consideraba a sus amigos como tal, sino como seguidores o, dependiendo de su conducta, parásitos. Sin ofrecerle una segunda mirada a Olaf, continuó con su camino a través de los pasillos de piedra oscura.
—Es un Porsche 911 —gruñó al sentir que lo seguía, esperando que con eso la irritante mosca se fuera, pero no resultó así.
Sin importar cuántas veces la aplastara o la crueldad que ejerciera al hacerlo, Olaf seguía zumbando a su alrededor, siempre intentando sacarle un tema de conversación aunque Vincent fuera experto en responder con monosílabos.
—¿Qué pasó con el Ferrari rojo de ayer?
Le dedicó una mirada de reojo que claramente exigía que se mantuviera alejado antes de responder.
—Nada.
Los ojos azules del otro estudiante brillaron con tristeza mientras se detenía en medio del pasillo con los hombros hundidos. Olaf, un chico de cabello blanco rizado del mismo año, a penas podía respirar debido a la opresión en su pecho. Aunque ya conocía la personalidad cortante de Vincent, el pelinegro de ojos rojos solía ser su mejor amigo. Su único amigo, en realidad, ya que desde niño fue etiquetado por todos en la Academia como el tonto Olaf y nadie jamás se le acercó.
No hasta Vincent.
Aunque para él probablemente no significó nada, el abuso a Olaf databa del Preescolar Strøm, dónde había sido defendido por Vincent de uno de sus rivales. Claramente dicha intervención no se había tratado de ayudar a Olaf, contrario a la imagen de Vincent con alas y descendiendo del cielo que tenía grabada en su mente, pero dada la fijación de Knut por molestarlo esa primera vez estuvo lejos de ser la última y eventualmente comenzaron a pasar tiempo juntos.
Habían pasado varios años, casi una década, desde que un día Vincent simplemente dejó de hablarle, pero no se rendía.
Un día volverían a ser amigos de nuevo.
*****
Vincent sobresalía en todas sus clases sin esfuerzo alguno. Por lo general solo le bastaba escuchar, ver o leer algo solo una vez para entenderlo y que se quedara grabado en su mente para siempre. La facilidad con la que siempre ganaba por encima de los demás había hecho, por otro lado, que pensara que nadie era lo suficientemente valioso como para ser considerado competencia, así que se limitaba a ignorar la existencia de sus compañeros ya que no estaba interesado en nada más que ser el mejor y continuar siendo el mejor tras su salida de la Academia Strøm. La filosofía de este lugar era que de aquí sacaría a sus aliados, pero para Vincent era diferente.
Aquí conocería a los enemigos que más tarde destruiría.
Sus debilidades, como la nuez para Knut, y la manera más eficiente de acabar con ellos. Aburrido de la clase de Literatura Inglesa avanzada que había elegido ese año, continuó leyendo su libro de Comercio Internacional Extra Avanzado hasta que la voz de la Señora Jensen hizo que alzara la mirada. La forma aburrida y arrogante en la que Vincent siempre la veía, como si no fuera lo suficientemente buena dando clases, hacía que constantemente lo contemplara con el ceño fruncido.
—Vincent Lancaster. —El desdén con el que pronunció su apellido no pasó desapercibido para él, pero no era como si la mirada intimidante de una viejecita regordeta de lentes pudiera afectarle—. ¿Puedes darnos tu opinión sobre Charlie y la Fábrica de Chocolate de Roald Dahl? Estoy seguro de que tienes mucho que acotar dada la atención que le prestas a mis clases.