Al día siguiente, Valery vio todas las llamadas perdidas que tenía de su esposo, se encontraba conduciendo de regreso a su casa, después de pasar una excelente noche con Harry y su familia. Hasta renovada se sentía. Conocer nuevas personas era lo mejor que le había pasado, hasta se olvidó de que tenía que dar su mejor cara ante todos. Todavía podía sentir los labios de Harry sobre los suyos, al igual que en su cuerpo, y por primera vez se encontraba amada.
— ¡¿Dónde mierda estabas?! —gritó Zeus, enojado y tomándola del brazo—. ¿Por qué no me contestabas el teléfono?
— Me estás lastimando —se zafó de su agarre—. No tenía batería.
— Es la excusa más barata que me has dado en toda tu vida —Zeus la siguió hasta las escaleras—. ¿Estuviste con ese sujeto? ¿No te importa?
— ¿Ahora tienes el derecho de decirme que debo tenerte respeto? —se dio la vuelta para mirarlo—. Tú eres el sujeto que se acuesta con mujeres todos los días, a mí me dices que te doy asco y ni hablar de que ahora tienes remordimientos por el simple hecho de que otro hombre me hace sentir más mujer que tú —le apuntó con el dedo—. No te creas el centro del universo, Zeus —sonrió arrogante—. Soy una mujer que sabe lo que quiere, que busca lo que necesita y tú no vas a arruinarme la vida —lo miró de arriba hacia abajo—. Sí, estuve con Harry toda la noche, conocí a su familia y cómo ves —se señaló a sí misma—. Me compró esta ropa que ves ahora mismo.
— ¡Eres una…!
— Dilo, Zeus —lo miró desde arriba—. Di todo lo que quieras, me da igual. No me importa si me llamas prostituta, porque es con las que te coges y para ti no hay mucha diferencia, supongo —se encogió de hombros—. Puedes decirme todo lo que gustes, me da igual.
— No conoces a ese hombre, Valery —su voz sonó calmada—. No arruines nuestro matrimonio por algo que ya no hago. Podemos arreglarlo, que esto funcione y que…
— No hay nada que arreglar, sabes mejor que nadie que esto se jodió desde el primer momento que me di cuenta de que tú no eras el hombre que pensé que eras —se encogió de hombros—. Iré a descansar, recuerda que hoy tenemos algo que ir a la cena benéfica y tenemos que fingir que somos una hermosa pareja feliz.
— Estamos hablando de algo serio, Valery —volvió a seguirla hasta la habitación—. Te estuve esperando toda la noche, ni siquiera me he duchado. Estaba realmente preocupado por ti, y no me haces caso.
— ¿Tienes idea de lo impotente que me sentí al enterarme de que mi esposo me mintió durante todo este tiempo? —susurró mirándolo de arriba hacia abajo—. ¿Por qué él no me considera su mujer a tal grado de que se operó para no tener hijos conmigo?
— ¿Todo se debe a eso?
— ¡No se debe a eso! —lo empujó—. ¡Se debe a que no me quieres como tu mujer! ¡Que me miras con asco! —gritó, llorando—. Me engañaste porque querrías tener algo de poder, ya lo tienes, ahora no trates de hacerte ver cómo el buen esposo que jamás serás. No eres nadie, simplemente un sujeto que lo único que ve en mí es una manija de dinero —levantó las manos—. Descuida, sé cómo tratar a los hombres cómo tú.
— No te veo como eso…
— Me ves diferente porque ya no soy tu esposa la sumisa —lo miró de arriba hacia abajo—. Soy mejor que tú, superior a ti y hazte a la idea de que de ahora en adelante tendrás que darme cualquier explicación de lo que pasa en la empresa, porque iré a tomar mi cargo como la presidenta.
Aprovechó el momento en el que él se quedó en shock y lo sacó de la habitación, cerrando la puerta con seguro. Se acostó en la cama, abrazando la almohada y enviándole un mensaje de texto a Harry de que se encontraba bien. Luego de eso, sonrió cómo una enamorada de su primer amor, estaba jodida por ese hombre que ya ni se entendía bien. Quería pasar más tiempo con él, puesto que lo que hicieron la noche anterior fue la mejor sensación de todas.
Las horas pasaron, y ella se encontraba con algo nuevo puesto, un vestido que situaba bien cada curva de su cuerpo, al igual que un escote algo discreto. Su embarazo pronto iba a comenzar a notarse, y ella no tenía respuesta de quién podía ser el padre de su pequeño retoño que estaba en camino.
Un largo suspiro escapó de sus labios, tenía que ser fuerte, superar cualquier cosa que se le interpusiera en el camino y ese era Zeus.
— Buenas noches —saludó con sequedad a Zeus—. ¿Nos vamos?
— ¿Por qué ahora te vistes de ese modo? ¿No tienes algo más decente que ponerte? —Zeus dio grandes pasos hacia ella—. No me gusta que uses ese tipo de ropa.
— Ni que me las hayas comprado tú, cómo para decirme a mí que no debo utilizarla —rodó los ojos—. Vamos, no podemos hacer esperar a nuestros invitados y tenerte aquí me tiene enferma.
— Cámbiate de ropa —Zeus se puso delante de ella, deteniendo su andar—. No me importa si llegamos tarde.
— ¡No me voy a cambiar! —lo empujó hacia un lado—. Puedes irte en tu auto, yo iré en el mío y hay de ti que te dé por ir con una de tus amantes, porque esta misma noche se termina este teatro que ambos hemos creado.
Sin más que decirle, le pasó por el lado con la frente en alto y luego salió de la casa. Se sentía cómoda con esa ropa, sus senos estaban creciendo debido al embarazo, tenía curvas que antes no tenía y hasta color tenía su cuerpo. Tuvo que usar ese vestido, puesto que en algunas partes de su cuerpo tenía marcas de su noche de pasión que pasó con Harry anteriormente. La infiel no era ella, sino Zeus.
Se detuvo en un semáforo, y tuvo que calmarse. Pronto iba a terminar con esa farsa de una vez por todas. Se asustó cuando el sonido de su celular llamó su atención, y vio que era Gema.
— ¿Pasó algo, Gema? —preguntó moviendo sus dedos por el volante—. ¿Ya estás en el salón de eventos?
— Sí, por eso la estoy llamando —susurró la chica, cómo si se estuviera escondiendo de alguien—. Me quiero ir de aquí, me siento incómoda con todas estás personas mirándome y hay alguien que no me quita los ojos de encima.