Mi Mitad

Capítulo 11 "No puedo"

¡Mis tintas! Volveré con los capítulos! Lo más probable es que sea un capítulo a la semana.

Gracias, mucas gacias por esperar, l@s amo!

Besos, I.

 

Spencer

Afuera el lugar es un completo caos, no sabía dónde mirar primero, si a la izquierda donde lobos luchaban con cazadores, al frente donde se podía ver a los lobos corriendo con velocidad hacia la frontera norte o hacia la derecha donde Aza desataba su rabia contra quien fuera.

Michaella bajó de mi espalda de un salto y caminó furiosa hacia un hombre de unos treinta años. Me transformé para seguirla.

—Tío, preocúpate de Aza, ayúdalos a controlarlo— ordené mientras me ponía al lado de Michaella.

— ¿Qué mierda pasó? ¿Cómo es que cuatro idiotas pudieron contra veinte guardias? —gritó furiosa. El hombre la miró bajando la cabeza. Michaella, a pesar de tener solo quince años, es la líder de líder de la sección de armamento, la que debería haber estado cuidando la entrada del edificio.

—Lo siento, jefa, pero no nos dimos cuenta de que pasaron, de hecho, nadie a pasado por esta puerta— explicó. Arrugué la frente.

— ¿Qué? —pregunté desconcertado. El hombre me miró, casi sorprendido de que estuviera ahí y de que hablara. Con enojo lo encaré poniéndome firme y exigiéndole que hablara. Sin pensarlo mucho volvió a bajar la cabeza.

—Sí, Alpha, nadie a cruzado por esta puerta, por eso nos sorprendimos cuando nos enteramos de que había cazadores abajo— quise pedirle más explicaciones, pero el rugido de Aza me hizo detenerme. Miré a todos lados, el más importante por el momento es Aza, hay que protegerlo tanto como detenerlo. Suspiré frustrado.

— ¡De acuerdo, quiero a toda la sección de armamento desplegada alrededor de Aza, no disparen a menos que yo lo diga!

— ¡Sí, Alpha! —respondieron todos e inmediatamente corrieron a sus posiciones.

—Michaella, quédate en un lugar donde no pierdas de vista a Aza, dispararás la jeringa cunado yo lo ordene

— ¿Estás seguro? Esta jeringa puede matarlo, no sabemos lo que tiene dentro.

—No lo hará, no creo que hayan querido matarlo, dispara a mi orden.

—Sí, Alpha—respondió. Sé que no cree que sea tan buena idea y la verdad es que la entiendo, estoy hablando sin saber con solo mi intuición de mi parte. Espero no equivocarme.

Veo a mi tía romperle el cuello de un solo movimiento rápido de manos, me acerqué a ella.

—¡Tía, despreocúpese de Aza y avance con los soldados hacia la frontera empujando a los cazadores, ya no lograron su objetivo, dentro de poco comenzaran a retroceder!

— ¡Sí, Alpha! ¡Atención todo el mundo, avancen!

Corrí en dirección opuesta hasta donde está Aza. Sin necesidad de pedirlo los lobos libres me siguieron de cerca.

— ¡Hagan un perímetro alrededor de él, nadie entra a menos que yo lo diga! —los veo correr con más fuerza hasta llegar a donde está Aza, quien lucha con mi tío de forma brusca.

Los lobos, siguiendo mis ordenes, sacaron a todo aquel que no debía estar ahí del camino y formaron un círculo a su alrededor atacando a todo aquel que quisiera pasar. De un salto me transformé y me posicioné a un lado de mi tío.

Aza nos miró con rabia, parado en dos patas es verdaderamente alto. Se apresuró en atacarnos, saltamos uno a cada lado evitando sus garras, que son la parte mas peligrosa de él. Atacamos al mismo tiempo, uno de cada lado. Con su cola me pegó en el hocico haciéndome tambalear, la agarré con mis dientes y tiré de ella justo a tiempo para que mi tío lograra empujarlo con sus patas hacia un costado, haciéndolo caer.

Aza gruñó enojado, no creo que en este momento esté sintiendo algo de dolor, pero todo esto le dolerá mañana. No suelto su cola cuando mi tío logra colocarse arriba de él inmovilizándolo.

Pienso en nuestro siguiente movimiento, no podemos estar así las siguientes dos horas hasta esperar a que puedan sedarlo nuevamente. Pero ¿Qué me queda? No podemos soltarlo nuevamente, sin contar el hecho de que Aza se remueve con fuerza en el suelo tratando de soltarse, en cualquier segundo se soltaría y tendríamos que volver a tratar de inmovilizarlo.

Mordí con mas fuerza su cola cuando este la empezó a agitar con más fuerza. Por un segundo dude en si soltarlo o no, al final si sigue moviéndose de esa manera su cola sufriría un gran daño.

Cuando me di cuenta Aza había logrado poner sus dos patas en el suelo y se empujaba de ellas hacia arriba para poder levantarse. Mi tío mordió con fuerza una de sus orejas y enterró sus garras en su lomo. Aza rugió con fuerza y se agitó nuevamente. Enterré mis garras en la tierra y tiré de su cola para mantenerlo a raya.

“Lo siento, papá”, logré pensar en medio de sus agitados movimientos. Me sentía mal, pero si no hago esto la manada sufrirá y él en el proceso.

De repente, con una fuerza descomunal que no había visto en él hasta ahora, pisó con fuerza el piso con sus patas delanteras y de un empujón logró erguirse. Veo con sorpresa como se levanta con mi tío en su lomo.

Maldigo cuando con una de sus manos logra agarrar del pescuezo de mi tío, lo toma, lo saca de su lomo de un solo tirón, lo estampa en el suelo y lo ahí lo aprisiona contra el suelo ahorcándolo. Inmediatamente tiró de su cola con fuerza y retrocedo un par de pasos separándolo de mi tío quien se queda en el suelo tratando de recobrar el aire. La cabeza de Aza giró bruscamente en mi dirección, sus ojos son tan oscuros que no se ve hacia donde está mirando, pero yo lo sé, sé que me está mirando a mí. Pega un salto en mi dirección, me muevo hacia la izquierda esquivándolo y sin soltarle la cola, vuelvo a tirar de ella y él vuelve a saltar en mi dirección. Dimos una vuelta completa haciendo lo mismo, hasta que mi tío saltó nuevamente en su lomo, tirándolo al suelo otra vez.




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