Mis tintas! Me desaparecí, pero volví xD
FELIZ NAVIDAD ATRASADO! Espero que lo hayan pasado lindo a pesar de todo y que hayan recivido muchos regalos.
Perdón por la ausencia pero es la falta de inspiración :(
Espero les guste y nos vemos!
Besos, I.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Spencer
He buscado durante todo el día el origen de ese aroma dulzón que me da antojo de comer fresas, pero no lo encuentro.
Me desperté en el hospital luego de una intensa noche tratando de detener a Aza. Según me dijeron todos estaban bien y las bajas de la lucha no fueron de gran magnitud. Mi cuello aún tiene los dientes de Aza marcados, probablemente me quede una marca.
Les pedí más información, sobre todo de mi mamá, pero la única respuesta fue que tenía que buscar a Aza, por lo que eso me dispuse a hacer lo que me decían, ir a buscarlos, pero a penas alcancé a caminar una cuadra cuando un aroma a fresas me hizo desviarme del camino.
He seguido el rastro, pero simplemente me tiene dando vueltas en círculo, necesito encontrar el origen de ese aroma o juro que me volveré loco.
— ¿Se te perdió algo? — me giré quedando algo choqueado en el proceso. La mire en silencio— ¿Qué? —vuelve a preguntar, pero sigo sin poder mover algo más que no sean mis ojos.
“¿Es ella? ¿Realmente es ella?”, pensé. La mire de arriba abajo. Estoy seguro de que el aroma se volvió mucho más intenso en cuanto apareció, pero es raro ¿Dónde esta ese sentimiento de querer abalanzarme a ella del que todos me habían hablado? Aparte a ella aún le falta mucho tiempo para cumplir los 16 años. Pero luego recordé la historia de mis papás. Cuando Aza volvió a ver a mi mamá luego de unos años al principio no sintió nada que no haya sentido antes, según él, en ese momento ya le gustaba mamá, pero cuando la vio ese sentimiento se intensificó.
Aún así mi caso es complemente extraño.
— ¡Spencer! —pestañeé y la volví a mirar— me estas asustando ¿Qué pasa?
—Michaella —quise levantar mi mano para tocarla, pero me reprimí. Supongo que sería extraño si de un momento a otro comenzara a actuar de esa forma. Trague saliva— ¿Has visto a mamá? —Mica arrugó la frente.
—Me asustaste, pensé que te estaba pasando algo—suspiró. Cuando la vi acercarse a mí, mi pulso se aceleró, yo no la había querido tocar, pero no puedo evitar que ella lo haga. Puso su mano en mi cuello delicadamente donde está la venda que cubre la herida que aún no sana del todo. La miré con atención esperando sentir algo…nada— ¿Te duele? —preguntó. Su voz es dulce, tan dulce como la primera vez que hablé con ella y eso se debe a que no tiene un arma encima. Sonreí.
—No, ya no— la chica sonrió de vuelta.
—Me alegra, tenía miedo de que hubiera sido muy grave, fue un alivio enterarme de que ibas a estar bien— me quedé un segundo en silencio, mirándola, y aunque no sentí nada del otro mundo, aún así tomé su mano que está en mi cuello y apoyé mi mejilla en ella.
—Gracias, Mica.
—A ti— la miré curioso— nos salvase la vida— suspiró y sacó su mano de mi cuello— bueno, tú y tu madre.
— ¡Mamá! ¡Es cierto! — exclamé volviendo al tema por el cual había salido del hospital— ¿Dónde está?
—Está con el Alpha en su oficina, será mejor que los vayas a ver—asentí.
—Sí, me voy, nos vemos— le di un beso rápido en la mejilla, pero antes de trotar hacia mi casa Michaella me detuvo.
— ¿No quieres decirme nada? —preguntó de repente tomándome por sorpresa. Traté de lucir natural, pero que me haya preguntado aquello me hace pensar en que quizás sí sabe algo. ¿Será que habrá sentido algo también?
— ¿Qué? —me atiné a preguntar.
—No lo sé, hace un momento sentí como si me quisieras decir algo— suspiré.
—Lo único que te quiero decir es que me alegra de que estés bien—sonreí— ahora tengo que ir a ver a mis padres ¿Sí? —la vi asentir con una sonrisa, pero puede que no me haya creído del todo.
—Claro, adiós— y me soltó.
Sin mirarla nuevamente troté hasta mi casa. Sin embargo, la idea de que ese exquisito aroma que me provoca antojo de fresas provenga de Michaella me tiene mal, digo, no es mala chica, de hecho, no me importaría que lo fuera. Es linda, inteligente, algo ruda a veces, pero definitivamente es una chica increíble. ¡Y tiene 15 años por el amor de dios!
“¿Desde cuándo la edad te importó?” me preguntó Dimitri.
“No es que me importe”, respondí, “Es solo que se siente extraño ser 5 años mayor que tu Mate, eso es todo”.
“Excusas”, me contestó y realmente le encontré toda la razón.
Decidí dejar el tema de Michaella de lado antes de que me doliera la cabeza y me concentré en el tema principal: mis padres.
Entré por la puerta y la figura de mi mamá me recibió de inmediato. Por un momento me quedé estático mirándola moverse del termino de la escalera hacia mí con una sonrisa en su rostro.