Eva Taylor:
— ¡¿Cómo que nos mudaremos de nuestra casa?! — dije alterada viendo las maletas echas en la entrada de la puerta.
Para que me entiendan un poco, todo esto paso así: hoy es mi primer día de escuela, en la mañana desayuno con mis padres tranquilamente sin tensión ya que están divorciados y al llegar a casa me encuentro con mi madre que le acaban de dar mi custodia completa y que nos tenemos que mudar de mi mansión de más de un millón de dólares donde vivo tan feliz y agusto.
— No está en discusión hija — Rodolfo mi guardaespaldas personal me miró extrañado y no sabia que hacer al respecto para ayudarme.
— ¿La ayuda señora? — preguntó el susodicho y lo mire mal.
— Si por favor, sube estás maletas a mi coche — dijo y él lo hizo.
— ¿A dónde iremos? — cuestioné cruzandome de brazos.
— A nuestro nuevo hogar — negué rotundamente con la cabeza.
— No es así cierto — no pregunte, sonó que lo afirme y ella descaradamente asintió.
— Iremos a casa de mi novio, se llama Dante Anderson — por mi cara en este instante estaban pasando miles de emociones en este mismo instante. —, Sube a tu camioneta, es tuya y es lo que te puedes llevar por ahora además de tu ropa, pero Rodolfo no estará contigo apartir de ahora.
Asentí sin quejarme, tenía un dolor tan grande en mi pecho que se me escapó un sollozo que me hizo sentir mucho más afectada de lo que creía, no se a donde iba solo seguía el auto de mi madre pero por el retrovisor ví que detrás de nosotras venía cinco autos deportivos exclusivo, seguramente los había sacado de la empresa de nosotros y no le tome importancia, me fije que aún tenía puesto el uniforme del instituto y una lágrima traicionera bajo por mi mejilla, volviendo al recuerdo de antes, madre ni me dejó despedirme de mi padre.
Maneje por casi cuatro horas hasta llegar al que madre dice que es nuestro hogar, me duele todo mi cuerpo y solo necesito un baño con agua caliente para relajar mis músculos. Estacionó y lo que hago es observar la casa fijamente, es de dos plantas (diferente a la mía que son de cuatro), está pintada de blanco, la puerta es negra y su jardín está floreado; estamos en una finca y me da miedo lo que puedo encontrar en este lugar.
Bajo de mi camioneta y veo a mamá abrazada a un hombre como de su edad, luce joven y se ve bien; bajo mía tres maletas y volteo para ver dónde dejaron los autos que raramente madre traía con nosotras.
— Señorita Eva — me llama Rodolfo y voy corriendo a él.
— Rodolfo no me dejes aquí — casi suplico y el se ve triste.
El es como mi segundo padre, desde que tengo uso de razón el ha estado en mis peores y mejores momentos de mi vida, me ha acompañado en todos estos dieciocho años.
— Señorita sabe que no puedo hacer eso — asiento entendiendo y le doy un abrazo de despedida.
Observo como los cinco hombres que manejaban los autos se van con Rodolfo en su camioneta. Veo como se aleja y siento que cae un peso encima de mis hombros al ver el lugar donde estoy; observo a cinco chicos afuera de la casa viendo los autos y ahora entiendo todo, esto es un obsequió de madre para ellos y solo niego sin prestarle atención, voy a mis maletas y las voy metiendo a la casa una por una sin dejar que mi madre me ayudara.
La casa por dentro es muy familiar, aún sigue siendo blanco, tiene un concepto abierto y veo la cocina desde donde estoy, es negra y la casa tiene porcelanato y es aceptable.
— Eva, ven aquí — volteo en dirección a mi madre y la veo en la entrada de la casa con los chicos que le sonríen y solo me hace pensar que es por el obsequio.
Camino hasta donde está y observo de cerca a los chicos.
— Chicos ella es mi hija Eva y Eva ellos son Kennedy de veintiuno — el susodicho me sonrie amable y me hace reír raramente, es alto al igual que todos y sus ojos son azules, es rubio —, Kenneth de veinte — es igual al primero pero su cabello es negro y sus ojos grises — Killian de diecinueve — sus ojos son azules y su cabello negro — Kayden de tu edad — sus ojos eran iguales al segundo o más llamativos, tenía cara de odio — y Kade de cinco.
Asiento sin asimilar todo hasta que ella dice:
— Tu familia — se que suena dramático pero me desmaye quedando en la inconsciencia.
Kenneth Anderson:
Que cría tan ridícula, porque es una niña de cuna de oro se desmaya así como de las películas de princesas y ese tipo de cosas, que asco me dan las personas así.
— Perdón no pensé que reaccionaría así — dice Ava la nueva novia de mi padre que nos trajo ese auto de regalo solo para que la aceptemos.
Claro el auto deportivo es una belleza y ya lo acepte pero no por ella sino porque de verdad lo necesito, al ir a la Universidad que queda tan lejos que a veces cuando tenemos dinero de sobra es que agarro un autobús pero la mayor parte del tiempo voy caminando, ya que el dinero que gana padre no es suficiente con pagar nuestras carreras, más la comida y eso que nosotros le hemos insistido en trabajar para ayudarlo y dejar la carrera pero papá siempre se niega.
Los dejo en la sala mientras que subí a mi habitación y ahora que miro mi habitación pienso de inmediato ¿En dónde dormirá la dramática?, bajo las escaleras y la veo en el mueble de la sala pálida y bebiendo un vaso de agua, el disgusto se nota a kilómetros y su mal humor más.
— ¿Dónde dormirá? — preguntó directo ya que estamos todos aquí.
— En la habitación de invitados que ya está acondicionada para ella hijo — dijo padre y eso fue como un balde de agua fría cayendo sobre mi.
— Esa habitación no se podía abrir papá — digo y mis hermanos me miran preocupado y yo niego saliendo de una zancada de la casa dando un portazo.
La brisa calma mi ansiedad en lo que más estoy fuera de esa casa donde al parecer a nadie le importa lo que piense yo, ya está cayendo la noche y lo que hago es acostarme en el césped observando como se esconde el sol dando paso a la luna.
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Editado: 17.07.2023