No quería dirigirle palabra a Brais sentía enojo por su actitud. Estaciono su auto en una antigua cochera cerrada. Caminamos un poco y bajamos hacia la playa.
— Te odio —dije dándole un golpe en el brazo.
— No me odias —dijo el siguiendo su camino.
El arco de piedra se veía a lo lejos, el cielo nublado y el mar inquieto que caracterizaba el lugar.
— ¡Einar es mi amigo! —exclame enojada.
— No exageres te dije que él tiene otras intenciones contigo —cruzo por la roca y desapareció.
Cruce de la misma forma y enfrente mío apareció el bosque, me encontraba en la otra realidad.
— Él me quiere como su ami… —él se rio.
Seguimos el camino y en frente nuestro estaba el muro. Rodeamos el muro y al llegar en la puerta se encontraban dos hombres parados.
<< ¿Qué estaba sucediendo?>>
Avanzamos con las intenciones de entrar y los dos hombres sacaron sus palos.
— Somos estudiantes —contesto Brais frunciendo el ceño.
Uno de los tipos le extendió un huevo pequeño donde debía posar su mano, él lo hizo y la luz roja apareció. Apoye mi mano y el huevo se ilumino.
Recorrimos juntos “La gran casa Fiimburg”, había cosas nuevas al igual que las decoraciones. En un sector un grupo de trabajadores con sus propias habilidades arreglaban las paredes.
— ¿Por qué Fiimburg? —pregunte mirando hacia el techo.
— Por la escuela tiene años y creo que es por la familia de los directivos —contesto Brais abriendo la puerta.
Entramos a la gran sala donde solían seleccionar a los estudiantes, y el gran huevo en el centro, que resaltaba en la sala.
— ¡Dacia! —la voz de Eider.
— ¡Eider! —dije abriendo mis brazos.
— ¡Wow! ¿qué te hiciste en el cabello? —ella movió mi cabello.
—Ahora ya no son lilas son rojas —dije sonriente
Todos pasaban por mi lado me saludaban con una sonrisa en su rostro.
— ¿Hay que hacer esa prueba de nuevo? —pregunte mirando con desagrado el huevo mágico.
Recordé la situación del año pasado, las miradas de desagrado de todos hacia mí, imágenes que quedarían para toda mi vida en mi mente.
— No lo sé no creo que les moleste que tu no hagas la prueba —Eider agarro mi mano.
Eider corriendo… por el bosque… su cara llena de lágrimas…
— Eider…—pensé por un momento en mostrarle solo desistí.
La presentación era la misma que del año pasado y nuevos estudiantes que eran los de primer año pero algo que había cambiado era el semblante de Itaro y Tavia no eran los mismo.
— Dicen que hay un nuevo profesor —comento Eider a mi lado— y que tendremos un nuevo compañero…
Mire hacia todos lados hasta que el rostro del nuevo estaba junto con el profesor.
Nos dirigimos hacia nuestra primera clase que era sobre las criaturas y animales. Luego de haber leído el libro de las criaturas había ansiado por tener esa clase.
Eider y yo nos sentamos en los primeros lugares, bastaron unos segundos para que por la puerta cruzara un hombre alto y de cabellos castaños.
— ¡Buenos días y bienvenidos! —exclamo el profesor.
Su vestimenta no era de las más modernas pero vestia bien. Mire a mi costado y Eider estaba hablando pero mi atención estaba en otro lado, Brais conversaba alegremente con Tigor.
— Señorita Dacia —me sobresalte en mi lugar.
Todos hicieron silencio y el profesor estaba de pie en frente mío.
— ¿Puedes repetirme lo que dije hace un momento? —pregunto el de manera amigable.
Asentí y como si fueran un recuerdo volví a ese momento.
— El nuevo profesor que en esta clase hablara sobre la relación que tenemos con los animales y sobre el poder de cambiar una forma… —dije no muy convencida.
El abrió sus ojos sorprendidos, al igual que yo al darme cuenta de algo importante sobre mí.
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Editado: 16.08.2022