Extendimos nuestras manos hacia el campo. El campo empezó a hacer chispas pero empezó a deshacerse.
— ¡Lo hicimos! —grito Eider.
Subieron uno por uno a la plataforma, todavía los otros grupos no hacían su presencia. Estire mis brazos haciendo fuerza para subir.
Risas… Einar me miraba fijamente… alguien me estaba persiguiendo… Brais gritaba mi nombre…
<< No puedo detenerme >>
Cerré mis ojos con fuerzas, y sentí una mano posándose sobre la mía. La energía y las fuerzas volvían a mí, con la ayuda de el pude subir. A pocos metros uno de los del otro equipo venia corriendo hacia la bandera desde la otra dirección.
Pero nosotros la tuvimos en nuestras manos, las bocinas de que el campeonato había finalizado y que había un grupo ganador.
Todos se dirigían hacia el comedor que estaba lleno de estudiante. Risas y música, comida y alegría. Nuestro grupo había ganado y me sentía feliz.
— Pensé que no podríamos pasar la prueba de psiquis —comento Eider contenta— ¡pero lo hicimos!
— Dacia se dio cuenta —comento Louis bebiendo una copa— también salvo a Uxia de ser quemada por el fuego.
Algunos dirigieron su mirada hacia ella y Uxia sonrío débilmente.
— ¿Era trabajo en equipo verdad? —gire mirando a Brais quien sonrió.
— ¡Felicitaciones alumnos! —la profesora Merila nos miraba sonriente.
Miré en todas las direcciones y vi que todos los profesores se encontraban allí dentro.
Otra vez volvía a mi mente la conversación que había tenido con la profesora Merila. Necesitaba hablar con ella así que decidí acercarme la busqué con la mirada y salió del comedor.
El profesor Seth salió detrás de ella. Ignoré el hecho de que él iba detrás de la profesora Merila pero lo mismo decidí seguirla.
<< ¿Por qué ese profesor la estaba siguiendo? >>
Sali del comedor y los perseguí la profesora Merila no se había percatado que el profesor iba detrás de ella.
Los seguí por los pasillos y la puerta del despacho de Itaro y Tavia estaba abierta, ambos entraron allí, me asomé para intentar escuchar algo pero nada.
En frente mío estaba el pasillo misterioso y al final había una luz que titilaba, me acerque tratando de no hacer ruido. La puerta de la habitación misteriosa estaba entreabierta.
La curiosidad me estaba consumiendo por dentro y sin pensarlo más abrí la puerta y entre. La habitación estaba algo oscura pero una bola de cristal desprendía algo de luz, a un costado había una mesa de laboratorio y a su lado un estante con libro. Tome uno de ellos que me llamo la atención.
Pero la luz que desprendía la bola de cristal capto mi atención pase mi mano y la bola reflejaba algo.
Mis padres aparecían cenando los dos sonreían, volví a pasar mi mano y apareció Einar, mirando un retrato. Éramos él y yo de niños sonreí.
— ¿Te gusta el? —dijo una voz.
La voz me hizo sobresaltar y el libro que tenía entre mis manos cayó al suelo.
—Einar es mi amigo… pero yo —dije mirando a Brais.
— ¿Tu? —continuo él acercándose a mí.
Él se acercó hacia mí con sus manos tomo mi rostro, ambos nos mirábamos fijamente, podía sentir su corazón latir rápidamente al igual que el mío. Solo cerré mis ojos hasta que sentí sus labios posarse sobre los míos.
Brais abrazándome… los dos sobre la arena… el me miraba dulcemente… mientras yo parecía estar dormida…
Abrí mis ojos lentamente al no sentir sus labios sobre los míos el me miraba sonriente y con su mirada sobre mí.
— Wow —dije con lágrimas en mis ojos.
— ¿Estuvo mal lo que hice? —pregunto el buscando mi mirada, yo negué.
— Vi algo por primera vez… —el ruido de una puerta abriéndose me interrumpió.
Me agache a levantar el libro y al lado de este había un papel. Lo miré y vi lo que tenía escrito, parecía ser un mapa y aun lado tenia escrito sobre las piedras preciosas.
<< Las piedras preciosas >>
— Hay que irnos de aquí —Brais me tomo de la mano y deje el libro en la repisa— ¡Por la ventana!
— ¿Estás loco? ¡Estamos en altura! —dije al ver como abría una ventana.
— ¡Vamos es peor que nos encuentren aquí! —exclamo él.
El paso hacia el otro lado, y yo salí detrás de él. Mire a nuestro costado y había un balcón. Pero en el suelo había una pequeña fuente.
— ¡Esta demasiado alto! —dijo Brais.
Miramos hacia arriba y la luz de la habitación donde habíamos estado se prendió. Miré hacia la fuente y extendí unas de mis manos.
— ¡Vamos! —agarre del torso de Brais y nos tiramos sobre el agua.
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Editado: 16.08.2022