Mi pasado... me obligo a cambiar

Un extraño agujero.

Al día siguiente y como ya es costumbre, inició justo como siempre, salvo que en esta ocasión mi hermana no bajo a desayunar, despeinada y desarreglada como normalmente lo hace; en cambio hoy se encontraba demasiado arreglada y muy bien peinada, evidentemente mi madre y yo nos quedamos perplejos mirándola pero ninguno de los dos tuvo el valor para preguntar que sucedía. Ella simplemente se sentó a desayunar, comió se levantó de la mesa y en vez de salirse por la puerta principal (como cualquier persona pensaría tras verla de esa manera) Se regresó a su habitación.

  • ¿Qué le sucede? – Preguntó mi madre aun con el bocado en el tenedor y sin haber probado siquiera un poco su desayuno.
  • Esa es una pregunta que quizás nadie puede responder… - Agregué yo, rascando con la cuchara mi plato. - ¿Quizás ya encontró pareja? – Termine por decir y voltee a ver a mi madre.

Ella solo me miro y al escucharme corrió hacia el piso de arriba donde mi hermana se encontraba, yo me quede abajo y aun a esa distancia pude escuchar como de un fuerte golpe mi madre abrió la puerta y le gritó: “¿Dónde está?”, no escuche que mi hermana respondiera algo, pero en realidad no es como que me importara mucho… De hecho yo estaría feliz si ella encontrara a alguien, con su edad las oportunidades para casarse son cada vez más escasas… Pero en fin no hay mucho que podamos hacer con su personalidad y mi madre siempre ha dicho que prefiere ver a su hija feliz sola, que infeliz con alguien a quien no quiere.

En fin, después de esa extraña situación cargue la carreta para ir al pueblo y vender una día más la mercancía de este día; todo fue normal, hoy no llegue tarde y todos los habitantes compraron exactamente lo mismo que siempre compran, básicamente ya solo cargo lo que se consume diario y un poco más a veces por cualquier cosa, aunque la cuestión aquí no fue la ida, sino el regreso. Siempre que voy de camino a casa paso por un camino algo estrecho y que a los alrededores está cubierto por una gruesa capa de roca que tapa la vista a los lados, y en una de esas paredes hay un agujero de donde siempre proviene un silbido que entona una bella melodía, he intentado imitarla en reiteradas ocasiones pero jamás he podido encontrar el tono adecuado, de hecho me gusta quedarme sentado un tiempo intentando lograr el tono, pero por más que intento no lo logro. Hoy quise probar algo diferente y en vez de quedarme fuera me adentre en ella; por el interior era un largo pasillo hacia no sé dónde y note algo curioso, al estar dentro el silbido aun podía escucharse pero el sonido cambiaba conforme me movía yo, o mis extremidades, si alzaba las piernas, sonaba de un modo, si alzaba los brazos sonaba de otro, si movía la cabeza el sonido también cambiaba y si movía en conjunto las partes de mi cuerpo los sonidos se mezclaban creando aún más sonidos, no creo en la magia que siempre se menciona en el pueblo, pero si lo hiciera estoy seguro que debe ser algo como esto.

Llamémoslo curiosidad, me entraron unas ganas de enormes de mirar que es lo que había dentro de esta cueva, en verdad era muy largo el pasillo y aun por el interior el sol parecía hacer reflejo en algo y la luz no se perdía, podía ver a la distancia como este sitio solo parecía no terminar. Comencé a caminar ensimismado en la melodía que estaba creando y también dirigido por la propia curiosidad de saber a dónde me llevaría este sitio, y sin darme cuenta el tiempo paso; tras varios minutos de caminata ligeramente constante por los movimientos de mi cuerpo al crear nuevas melodías llegue a lo que parecía ser el final de esta cueva y si de algo estoy seguro es que esto no fue creado por la naturaleza, sino por humanos o quizás algo más, pues todo se veía demasiado bien hecho, en el final el camino daba un giro a la izquierda y tras este giro se encontraba un enorme estanque que hacia incluso más sonidos por las gotas de agua que caían de la cima hacia el centro, claro que me metí al agua y por curioso que parezca esta no estaba muy honda me llegaba apenas al cuello y me permitía caminar con facilidad; el agua estaba cálida y podía sentir como en mis piernas varios peces se movían y me pasaban por un lado, algunos incluso intentaban morderme pues seguramente pensaban que era comida, pero dado mi tamaño a comparación del de ellos no me herían, solo me hacían cosquillas. Nuevamente perdí noción del tiempo y me quede flotando en esa agua sin pensar en nada mas, después de todo mi labor ya estaba concluida que era simplemente vender los objetos, y no importaba que haya dejado afuera la carreta con “Rey” en ella e incluso el dinero, nadie la robaría, esa palabra en esta isla no tiene significado jeje.

Estar en este estanque me hizo pensar en mi padre, no tengo ni una sola memoria de él, ya que se marchó cuando yo estaba apenas en proceso de “creación”, y me gustaba en ocasiones fantasear conque de la nada llegaba a la casa portando una bandera pirata y varios cofres diciendo: “Familia estoy en casa.” No digo que quisiera que él sea pirata, me refiero a que les dio caza a esos ingratos y el botín se lo quedo él, “Ladrón que roba a ladrón” La melodía de este sitio era realmente hermosa, por poco y me quede dormido escuchándola pero me mantuvo despierto mis ganas de seguirla disfrutando, creo que este será mi escondite a partir de ahora, mi lugar secreto a la vista de todos, no creo que haya sido el único que vio este lugar… Justo cuando estuve pensando en esto último escuche pasos acercándose, estos hacían eco en el gran pasillo y resonaban justo hacia donde estaba, me levante para comenzar a caminar en el agua y ver quien era y por el pasillo entro un joven que nunca había visto antes; tanto la isla como el pueblo es pequeño y ver una cara nueva era extremadamente raro… Mi madre con frecuencia nos decía que a nuestra isla solo pueden llegar las personas que han salido de ella pues es un sitio que quizás ni dios sabe dónde está.

  • ¡Vaya! – Dijo aquel joven con voz amigable. – Nunca pensé que alguien más se atrevería a entrar a este lugar. – continuó sin detenerse y metiéndose al agua algunos metros alejado de mí.
  • ¿Quién eres? – Pregunté  con curiosidad, intentando recordar su rostro. - ¿Acabas de llegar a la isla?
  • ¿Eh? – Exclamó el mirándome fijamente. - ¡Jajaja! – Comenzó a reír con fuerza. – Fui el primero en llegar a este sitio, pequeño.
  • ¿El primero? – Le cuestioné. - ¿Y por qué te ves tan joven si es que supuestamente fuiste el primero?
  • Los muertos no envejecen. – Su risa se terminó abruptamente y un tono serio se hizo presente. – Mis silbidos normalmente tienden a espantar a los pueblerinos y por ello nunca entran, me sorprende que hayas entrado.
  • ¿Muertos? – Pensé en voz alta. - ¡Tú te ves muy vivo! – No estaba molesto, pero este tipo parecía querer tomarme el pelo.
  • Eso en verdad es un misterio…  - Dijo e hizo una pausa para mirarse a sí mismo y comenzar a tocar sus brazos con sus dedos. – Creo que no deberías salir de este sitio. – Agregó mirando hacia la salida. – Allá afuera algo malo está ocurriendo.



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En el texto hay: batallas, barcos, batalla interna

Editado: 22.11.2020

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