Mi pasado... me obligo a cambiar

Aquél silbido.

Ese enorme pasillo ahora, de regreso, parecía ser mucho más largo que antes… a falta del silbido que sonaba con anterioridad, quizás no podía concentrarme más que en el camino y se veía tan largo que me daba flojera avanzar por aquí. Conforme avanzaba el ambiente de alguna manera cambiaba, no podía ver la luz del exterior por alguna extraña razón y la entrada se veía al frente; era como si fuera de noche pero recuerdo haber entrado cuando el sol estaba todavía en lo alto del cielo y normalmente pasa mucho tiempo para que se oculte, después de todo mi madre siempre nos dice que en caso de que salgamos regresemos antes de que oscurezca, a pesar de que la isla es muy pacifica eso no significa que no podamos correr peligro; pero en fin.

Mientras más me acercaba a la entrada de la cueva ese horrible ambiente que podía sentir en mi piel se metía más y más en mi cuerpo, y no sabía por qué, mi olfato capto un olor que nunca había olfateado antes y solo me hacía pensar en cosas horribles, ante este pensamiento mis piernas apresuraron el paso y abrazándome a mí mismo comencé a frotarme por estar presintiendo un frio que jamás pensé poder sentir, cada paso que daba me hacía ir más rápido y escasos metros cerca de la entrada aquel silbido comenzó a sonar de nuevo; pero en esta ocasión sonaba triste, ya no era alegre y lindo como antes, ahora la melodía me hacía sentir mal. Apenas escucharlo la luz que no podía ver por la entrada de la cueva regreso a ella y pude volver a ver todo el exterior siendo que antes veía como si una mancha negra cubriera toda la entrada, mi pensamiento se calmó un poco al ver que el exterior parecía estar igual que siempre, pero ese espantoso olor no se iba, permanecía.

Salí por completo de la isla y note que Rey no estaba por aquí: “¡Rey!”, gritaba para que viniera a mí, pero nunca tuve respuesta de ningún tipo, las cosas eran cada vez más raras: “El jamás se iría…” pensaba en voz alta mientras con mis ojos miraba todo a mi alrededor intentando buscarlo; justo al frente entre unos árboles vi algo que llamo mi atención, camine hacia ese lugar dándome cuenta que la carreta estaba ahí tirada, las monedas que me habían dado los pueblerinos ya no estaban y los restos de las verduras que vendía también habían desaparecido quedando solo restos mal mordidos de algunas otras, pero como mencione antes Rey no estaba aquí, alguien debió soltarlo… ¿Pero quién? Es impensable que los habitantes de esta isla hicieran algo como eso, podrán ser bromistas  pero nunca harían algo que afectara a otra persona y todos saben que para nosotros “rey” es muy valioso, sin él no podríamos llegar hasta acá a vender nuestros productos.

Después de varios minutos me canse de gritar el nombre de mi caballo y algo molesto por no saber qué es lo que había ocurrido y sin saber tampoco a quien culpar decidí ir caminando a casa, mi mamá definitivamente no se molestaría conmigo por esto, pero tampoco creo que se quede muy calmada, han sido pocas las veces que la he visto enojada y esas veces han sido fatales, la primera vez que la vi molesta estuvo a punto de arrancar la puerta de nuestra casa utilizando únicamente sus brazos, la segunda vez que la vi molesta destruyo por completo la carreta y la tercera de no ser porque la detuvimos mi hermana y yo, hubiera incendiado todos nuestros cultivos, y aunque sé que no seré yo el objetivo de su enojo, no sé contra que lo dirigirá y eso es lo que me preocupa.

Ir caminando hacia nuestra pequeña granja me tomaría demasiado tiempo, y no importa que tanto nos diga mi madre que lleguemos antes de ello, hoy no sería posible; mis pies me dolían tanto que pensé varias veces quedarme a descansar pero ver a mi madre furiosa me daba tanto miedo que preferí aguantarme el dolor, “jamás había caminado tanto…” volví a pensar en voz alta y una voz en mi espalda me respondió: “¿En serio?”, rápidamente voltee hacia atrás de mí, pero no vi a una sola persona y era imposible que se hubiera ocultado con tanta facilidad pues a los alrededores no había un solo sitio donde esconderse.

  • ¿Quién esta ahí? – Pregunte con mis manos temblorosas. - ¡Responde! – Agregué. - ¿Eres el sujeto de la cueva? – Termine por decir sin dejar de mirar a todos lados.
  • Güilé. – respondió la voz en mi espalda de nuevo.
  • ¿Eh? – Dije volteando una vez más hacia atrás y descubriendo que aquel sujeto estaba justo frente de mí. - ¡Que te sucede! – Dije bastante molesto. - ¿Por qué me sigues?
  • Me agradan las personas que disfrutan de mis silbidos. – Sus ojos se llenaron un poco de lágrimas y daba la impresión de querer llorar. – Como dije antes, en esa cueva son pocas las personas que entran, cuando te vi en el interior me llene de dicha y al verte salir me entristecí, así que decidí mejor ir contigo. – Esto no parecía pero para nada una broma.
  • ¿Venir conmigo? – Este sujeto en verdad es extraño… - ¿No tienes familia?
  • Tuve una, hace mucho tiempo. – Comenzó a decir el, y se alejó un poco de mí. – Pero ya no están por aquí, y es muy difícil encontrar a personas que puedan charlar conmigo.
  • No pareces mala persona… - Le respondí sonriendo un poco. -  ¿Por qué no hablan contigo?
  • No te daré esa respuesta… - Regreso su mirada hacia de donde veníamos y después agregó. - ¿Puedo ir contigo?
  • No se… No creo que mi madre diga que no, ella es muy bondadosa y si le dices que no tienes a donde ir seguramente accederá a que te quedes con nosotros. – Tome un poco de aire y temblando de miedo por lo que mis pensamientos me mostraron continué. – Pero quizás hoy no sea el mejor de los momentos. He perdido a nuestro caballo junto con el dinero y los sobrantes y al llegar ella estallará de coraje y siempre que eso sucede las cosas se tornan muy peligrosas…
  • ¡No hay problema! – Exclamó el. – Estoy seguro que a ella no le importará que vaya contigo, seguramente ni siquiera se fijará en mí.

Ante la insistencia de este joven, no me quedo de otra más que llevarlo conmigo, y junto con ello pensé que probablemente al verlo mi madre se calmaría un poco y se contendría de hacer uno de sus berrinches destructivos (aunque sé que eso no pasará) Ahora solo nos quedaba regresar a casa; cuando este chico se acercó a mí por alguna razón me sentí más atemorizado pero calmado al mismo tiempo, y no entendía que es lo que sucedía.

  • ¿Quién eres? – Pregunté con este pensamiento en mente.
  • Mmm… - Comenzó a murmurar el, colocando sus dedos en su boca. – Difícil pregunta.
  • ¿Eh? – Contesté con asombro, pues era impensable que alguien no supiera responder algo tan simple. - ¿Cómo es que una persona no sabe quién es?
  •  Pasa que esa es la cuestión… - Agregó el rascándose la cabellera y regresando los dedos a su boca. – Es fácil para ti responder, pero en mi caso no lo es tanto… Después de todo soy lo que vez pero no puedes diferenciar.
  • ¿Lo que veo pero no puedo diferenciar?



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En el texto hay: batallas, barcos, batalla interna

Editado: 22.11.2020

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