Mi perdición, Mi salvación y Mi locura

Cap. 20

Autora: M. Esparza

libro 1 Trilogia curvas Impredecibles

*** Narrador universal***

Se juraba a si misma que podría pasar horas viendo como aquel hombre tomaba al bebe en sus brazos o como le lloraba a la joven, verlo de esa forma no le gustaba, se supone que lo Ángeles no sienten dolor o tristeza, solo deben representar alegría, paz y amor y mantener al margen sus emociones o bueno eso es lo que le ha dicho la luz a Celina, quien no entendía ¿Por qué no estaba con los demás ángeles? y solo se podía transportar al campo y al hospital, no más.

Mientras ella estaba parada frente a los dos hombres no podía dejar de hacerse miles de preguntas y preguntarle a él, cosa que es  ilógica al hacerlo, pero desde los cielos y el reino de la luz brillante el cual la miraba con pena una de sus hijas más hermosas, una que ha luchado y ha caído pero que nunca se ha rendido, le disgusta verla de esa manera, por eso la tiene en el limbo, no permitiendo que llegue al cielo, no es su tiempo, pero tiene que luchar por recordar quien es y permitirse volver.

-No entiendo tu propósito, mi señor – comento Kamael el arcángel del amor y la compasión con grandes y hermosas alas rosadas, viendo junto a otros dos arcángeles más la escena abajo de ellos.

-Es fácil, Kamael – comento Gabriel mientras tocaba las plumas suaves de sus alas blancas -Averigua por qué se siente así, tiene curiosidad – el que su propósito era difundir los sentimientos puros que lleve el ser humano.

- ¿Eso es verdad? Señor yo creo que ella ha pasado mucho tiempo en el campo y no ha avanzado mucho – comento Miguel quien con sus alas azul celeste junto a su armadura y su espada eran las que protegían el reino de los cielos y todo aquel que merezca su protección.

-Mis hijos, ella es fuerte, valiente y misericordiosa – comento con sumo amor por su más pequeña hija, la más pequeña que había llegado esa semana para cruzar el portal, pero él no lo permitió – Aun no es tiempo, pronto lo descubrirá – ahí sentado en su trono miraba como la vida de todos transcurría.

-Es sumamente hermosa, mi señor – comento Kamael que la veía con ternura y alegría – Aun en su forma celestial guardando su aspecto mortal, es impresionante su belleza – no hacía falta que los demás mencionaran algo mas todo era verdad.

Los cabellos de aquel ángel eran un hermoso café dorado casi como el oro, sus alas más grandes que su figura haciéndola ver demasiado perfecta y pura, llenado de alegría por donde pasara, por cada pasillo dejaba un olor a girasoles.

-Creo que sería más fácil su tarea si recibiera un poco de ayuda – comento Gabriel, dispuesto a bajar en su ayuda.

Al llegar al lugar en la tierra camino entre los pasillos y cuartos quien miraba con dolor como los seres humanos morían o enfermaban, pero sabía que muchos de ellos eran buenos y otros simplemente merecían segundas oportunidades. No tardó demasiado con encontrase a tal hermoso ángel incluso ella es capaz de robar el aliento a uno de los más viejos arcángeles con su impresionante belleza.

Vio como miraba aquel hombre mortal, con lágrimas en su rostro agachado pidiendo en silencio por aquella joven de la cual le profesaba su más sincero amor, él también lo observo y se sintió mal por él ya que a pesar de todo lo que ha sido ha dejado a un lado sus preferencias por anteponer las de la joven, joven que se había convertido en el bello ángel que lo miraba en este momento.

- ¿Cuánto llevas ahí? -  Celina se había percatado de la presencia de otro ser en la habitación, se giró para encararlo encontrándose a un masculino y hermoso ángel con bellas alas Blancas - ¿Quién eres tú? - pregunto un tanto confundida por no ver a la luz que siempre la acompañaba.

-Aquí la pregunta es ¿Quién eres tú? – no era muy educado responder con una pregunta, pero su motivo principal era hacer que aquella hermosa joven regresara a su vida y completara su destino el cual no está escrito, sino que ella misma se encargaba de escribir día con día, esa pregunta hizo que Celina quedara muda.

-Bueno, la luz me llama Celina, pero no estoy segura de que ese sea mi verdadero nombre –respondió mientras volvía la vista al hombre que seguía rezando - ¿Por qué sigo viendo toda esta situación? Él no es feliz tampoco su familia, toda esa familia llora – sus pequeñas manos temblaban incluso sus alas pesaban cada vez que se sentía de esa manera.

-Soy el Arcángel Gabriel, estoy aquí para ayudarte a que descubras quién eres- comento mientras se acercaba a Celina.

- ¿Y cómo puedo hacer eso? No tienes idea de cómo se siente ver a este hombre sufrir por esa mujer, como ver que ese bebe llora llamándola o incluso cuando me ve, he intentado cuestionarme de todo, pero no logro nada y eso me lastima más – sus lágrimas habían ya surcado su cara y el Arcángel giro su cara en muestra de duda.

-Celina, no lo has hecho ¿Sabes por qué? Es fácil …- camino hasta llegar al hombre haciendo que ella se acercara – solo siente – fue lo único que dijo cuándo su mano toco su brazo al igual como lo hacía con el hombre.

Ante esa acción al hombre le dio un respiro pero a ella un sin mar de emociones, en su mente llegaban recuerdos de él hombre y la mujer riendo, platicando, viéndose, podía sentir la comunicación con la que se transmitían seguridad y bienestar, luego una fugaz mirada Hazel, y después todo desapareció dejándola abandonada en cuanto sus ojos tan azules como el mar se abrieron encontrándose sola nuevamente pero el hombre ya había abandonado la habitación, con miles de dudas salió de esa habitación para seguir caminando por los pasillo hasta que llego a las incubadoras.

Entro detrás de una enfermera hasta que llego hasta la cuna del bebe, ese bebe que siempre lograba verla, en ese instante la miraba tranquilo hasta que su cuerpo se agito y empezaba a reír fuertemente llamando la atención de los demás bebes, las enfermeras lo escuchaban reír y era bueno ya que casi todo el tiempo lloraba, el más hermoso en esa sala, ojos azules con pequeñas motas color Hazel en su iris.



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En el texto hay: boxeo, pasion, gordita

Editado: 26.05.2021

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