Mi Perfecto Caos

CAPITULO 5: UN NUEVO COMIENZO

Llevaba meses paseando por Central Park sin saber ni si quiera el por qué. Salía de mi apartamento sin un rumbo fijo pero mis pasos siempre me guiaban hasta el mismo sitio. Recorría el paseo de Trastevere, giraba por Belvedere y se sentaba a contemplar el lago y a las personas que pasaban el día en él con la conciencia perdida en sus propios pensamientos o en un puñado de recuerdos que se había empeñado en olvidar sin efecto alguno. En el ultimo año había aprendido, a la fuerza, mucho sobre la vida. Había aprendido, por ejemplo, que el destino es caprichoso y que lo que no es para ti simplemente no funciona. No importa cuanto ímpetu o ganas le pongas al asunto. Si no puede ser no será. Y de nada valen las noches en vela, aunque hay que pasarlas; Y de nada valen las lagrimas que se pierden , aunque es inevitable perderlas; Y de nada vale el sufrimiento por lo incomprendido, aunque tarde o temprano todo se acaba entendiendo. Cuando su padre, en un intento por recuperar a su hijo o quizás por un intento de que su hijo se recuperara , le había ofrecido la dirección de TWD, siempre tirando de contactos, se lo había pensado mucho. Suponía traicionar todas sus convicciones su prejuicios. Suponía hacer lo que siempre se había jurado que no haría, tirar de influencias, pero lo necesitaba. Al principio creyó que lo necesitaba para recordarla a ella, para sentir algún vinculo hacía la chica que se había ido y le había partido el corazón pero tardo poco en comprender que realmente necesitaba una ilusión en la que volcar sus ganas y aquella revista le encantaba. Pidió un despacho nuevo. Sentarse en la misma mesa que Laura era demasiado duro. Recordar los momentos que habían compartido allí dentro, la tensión sexual no resuelta, la atracción incontrolable,  dolía. Su nuevo despacho era más modesto pero también mas alentador. Nadie mencionó ni una sola palabra de Laura nunca. Ni si quiera Susan, a quien conservó porque nadie como ella conocía aquella revista y la necesita, a pesar de que la historia que habían compartido corrió como la espuma entre la redacción. ¿Qué esperaba de una sociedad envenenada por los cotilleos y las habladurías?

Central Park estaba precioso en otoño y sentarse allí para sentir el frio en la cara mientras escuchaba el cantar insaciable de los pájaros era delicioso. Le ayudaba a pensar y a asimilar todos los cambios que estaban por venir y todas las decisiones que tan minuciosamente había tomado pero que le aterraban. Su vida estaba a punto de cambiar por completo, si es que era posible que cambiara aun más, y para un hombre como Gabriel sentar la cabeza significa mucho. Es cierto que su madre se había mostrado demasiado insistente con el tema pero él también había decidido que era lo mejor. Le apetecía dar el paso. Después de todo Lexi se había mantenido a su lado a pesar de ser un autentico vapuleo con ella. Siempre la había utilizado como una especie de comodín y ella, aun así , se había mantenido fiel. Siempre a su lado. El último año había sido un pilar fundamental en su vida y él debía agradecérselo como fuera. Así que no, no se cansaba solo por la pesada de su madre. Se casaba por Lexi y porque ella era lo mejor para su vida. Había quedado con ella en cuarenta y cinco minutos para probar el menú del banquete. Normalmente no se hubieran ocupado de algo así, la organizadora del evento lo hubiera hecho en su lugar, pero Lexi era demasiado controlador a como para dejarlo todo en manos de una tercera persona aunque pobre ingenua si pensaba que su futura suegra la iba a dejar decidir sin su supervisión. 

Gabriel hizo el camino de vuelta tranquilo, le sobraba tiempo, parándose en cada escaparate que s encontraba a su paso, incluso de compró un macchiato que saboreó por el camino.Lexi lo esperaba en la puerta de un local de moda , cinco estrellas michelín, que un prestigioso chef ultramoderno acababa de abrir en Queens. Su prometida esperaba con un elegante vestido que combinaba con unas botan de tacón y un bolso de Prada. Había trabajado mucho en enmendar su estilo solo por complacer a su suegra. Gabriel admiraba el empeño que ponía en todo aunque ya le había dicho en más de una ocasión que ella no debía cambiar por nadie y que era más que perfecta así, tal cual.

  • ¡Amor por fin llegas!- exclamó mientras se tiraba a su cuello- Llevo más de quince minutos esperándote.
  • Ya sabes que no soy demasiado puntual- se excuso Gabriel- Pero te compensaré, lo prometo. 

En el restaurante podía apreciarse el desenfreno propio del barrio tanto en diseño como en sus platos. El chef los esperaba con un despliegue de platos y al menos diez camareros solo para ellos. Era obvio que el apellido seguía jugando un papel importante en estos asuntos. Pero Lexi parecía encantada así que él hacía sus esfuerzos por tolerarlo.

  • Incluiremos el tartufo, ¿verdad Gab?
  • Lo que quieras cariño. 
  • ¿A tu madre le parecerá bien?- preguntó Lexi con inquietud.
  • Mi madre no es la que se casa.
  • Pero es la que paga cielo. Y la que manda a fin de cuentas…
  • Habrá tartufo- contestó Gabriel metiéndose un pedazo en la boca- Está de muerte.
  • Y canapés Gab. Adoro los canapés y serán perfectos para el cocktail de bienvenida.

Gabriel estaba seguro de que su madre ya habría tenido su reunión previa con el chef pero estaba dispuesto a negociar algunas condiciones para que Lexi se quedara contenta. Aunque su madre parecía mantenerse al margen y se mostraba dócil ante la novia Gabriel sabía que seguía meneando los hilos en las sombras. Había estado reuniéndose con una organizadora de eventos a escondidas para poder pasar desapercibida y no quedar en evidencia. Poco a poco había ido convenciendo a Lexi para que aceptara que tener a una tercera persona realizando lo más tedioso de la ceremonia era la mejor opción. La realidad era que se había forjado una jugada maestra para poder hacer lo que se le antojara , como siempre.



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En el texto hay: rencor, celos, amor

Editado: 11.10.2021

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