Recuerdo este día claramente porque es aquí donde empezó todo, mientras me dirigía al lugar asignado por la profesora sentía muchas miradas sobre mí, me senté saque mi cuaderno y empecé a atender las clases hasta que fue la hora del receso, tenía miedo a salir del salón era nueva y no tenía confianza pero las ganas de ir a los servicios higiénicos pudieron más que yo, mientras buscaba el camino vi en un rincón sentado a un niño delgado, pálido, y unos muy grandes y lamentablemente tristes pero hermosos ojos azules, me parecía que estaba llorando pero como no veía bien decidí acercarme disimuladamente para no asustarlo, hasta que llegue al frente suyo, me incline hacia abajo, lo mire, me miro y lo único que se me ocurrió decirle fue…
– ¿disculpa, sabes dónde está el baño?; con una sonrisa enorme en mi rostro.
- está al frente tuyo, me respondió fríamente, sin hacer caso a su respuesta fría saque de mi bolsillo un chocolate que mi padre me había dado y se lo puse en su manos diciéndole:
- gracias… amigo azul
- no me gustan los chocolates y no soy tu amigo
- Los chocolates endulzan el alma y parece que a ti te hace falta endulzarla un poquito, le sonreí y me fui al baño, justo cuando estaba entrando tocó el timbre, me apure en hacer todo lo que tenía que hacer ahí adentro y Salí corriendo hacia mi clase hasta que llegue y entre, mientras entraba me di cuenta que el amigo azul estaba sentado al lado de mi asiento, empecé a sonreír no sé pero sentía algo de confianza y calma a pesar de que no lo conocía.
Editado: 12.07.2021