Mi Salvacion

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-Estas bien? Te hizo algo ese maldito imbécil?

- No....No me hizo nada...estoy bien- intenté reconponerme- gracias por aparecer justo a tiempo.

- No tienes que agradecer todo está bien.

- Igual gracias, y no es necesario que me acompañes ve tranquilo.

- No como se te ocurre que voy a dejar que marches sola, voy contigo- Tomás me acompaño hasta mi casa, todo el camino estuvimos platicando de distintos temas. El fue mi amigo en la infancia, después fue mi novio pero cuando Roni intento violarme yo me sentía asquiada de los hombres y corte con Tomás sin contarle mis verdaderos motivos. Aun lo quiero pero no puedo volver con el sabiendo que dentro de un tiempo seré vendida no sería justo para el ni para mi.

- Porque demorastes?- pregunto Enrique mi padre.

- Habían muchos clientes y Doña Lorenza me necesitaba.

- y si, esa vieja no puede sola no se porque no se muere de una vez- respondió fastidiado, siempre está criticando a Doña Lorenza maldito insensible.

- Mmm y Tomás te fue a buscar?- hablo Susana.

- Que tiene que ver ese muerto de hambre?- pregunto Enrique, y yo palideci, maldita bruja lo vio estoy segura que no me va a ir bien.

- Pues te cuento papi, que mi hermanita vino acompañada de Tomás.

- Que!!!? Te sigues viendo con ese imbécil!!- grito furioso y se acercó a mi.

- No....No lo crucé por ca....casualidad

- Maldita zorra!!! Falta que termines preñada por ese vago y no pueda venderte- y de una bofetada me votó al piso, sentí un líquido bajar por mi nariz, sangre otra vez- levantate y lava los trastes.

Otro moreton en mi mejilla, hacia sólo dos días se había borrado el último y ya tenía otro. A la mañana siguiente me levanté temprano como siempre prepare el desayuno y el almuerzo que guardo para más tarde ya que a esa hora estoy trabajando y no puedo hacerlo. Salí más temprano de casa y como lo hacia cada ves que papá me golpeaba me iba al lago serca de las estancias de los ricos y nadaba mientras lloraba de impotencia por no poder cambiar mi vida. Estaba tan distraída que no me di cuenta que alguien me espiaba  hasta que escuché una voz.

- Dicen que hay lagartos aquí, no te da miedo?- era una voz muy masculina que logró erisar mi piel, en seguida me di vuelta para mirarlo y quede ipnotizada; a tan sólo dos o tres metros de distancia se encontraba un hombre no más de 25años diría yo con un cuerpo escultural un porte muy viril de cabello oscuro y una piel muy bronceada, jamás había visto tanta belleza junta.

- Eres muda?- pregunto con una sonrisa y me sacó de mi transe.

 




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