IV

Por varias semanas, Eithan y yo continuamos hablando. Durante el día nos enviábamos unos cuantos mensajes. En general, eran mensajes de “buenos días”, “ten un lindo día”. En las noches, durante aproximadamente dos horas conversábamos. A veces yo lo llamaba, otras veces era él.

No voy a mentir. Estaba feliz. Había algo en mi vida que me hacía sonreír. Es difícil de explicar lo que sucedía conmigo. Pero estaba totalmente segura de dos cosas. La primera, Eithan tenía interés en mí; aun no lo había dicho, pero podía percibirlo en sus palabras, en la manera que me hablaba. Y la segunda. Estaba muerta del miedo. Me horrorizaba la idea de que conociera todo sobre mi, o una gran parte. El desastre que soy, mi inestabilidad, la vida triste que llevo.  

A pesar de eso, he aceptado su invitación a salir. No tiene sentido rechazarlo, solo dijo que saliéramos a comer algo. No me va a morder. Ni a matar. Solo es una simple salida la cual me aterroriza, porque puede pasar cosa, la cual me tiene asustada sin saber que es. Qué tontería. No puedo creer que a mis 19 sea tan cobarde.

El timbre. Debe ser él. En realidad, es él. Nadie más toca la puerta del apartamento. Debo bajar con mi bolso, y lista para salir. No estoy lista para dar explicaciones de mi vida familiar. Tampoco quiero ser repelente en no contarlo. Quiero decir, sería algo grosero de mi parte, teniendo en cuenta lo bien que me ha tratado, hasta ahora.

Esta muy guapo. Lleva un pantalón y vans negras, un polo blanco y una chaqueta de jean. También lleva un reloj en la muñeca izquierda. Se vistió sencillo, pero sabe vestir. Se ve muy bien. Y Dios. Sin acercarme tanto puedo sentir su loción. Ni idea de cuál será, pero que bien huele. ¿saldré viva de esto? Yo creo que no.

Yo justo ahora dudo de mi apariencia. No suelo maquillarme mucho, aunque siempre hay algo en mi cara. No me gusta hacerme muchos peinados, por lo que mi cabello siempre está suelto y de medio lado. Y en cuanto a la ropa… me he puesto mi chaqueta de jean (también), una blusa blanca de tiras, falda negra de flores con la correa delgada café y mis botines café. Creo que estoy bien ¿no?

-hola –dije sonriente.

-hola ¿supongo que estás lista?

Me miró de pies a cabeza y luego a los ojos, los tenía clavados en mí. Me sentía un tanto pequeña. Yo asentí. Bajé lista para salir. No había nada que esperar.

-pensé que tal vez tendría que esperarte

-¿por qué lo dices? –le pregunté un poco confundida.

-lo digo porque por lo general las mujeres se demoran arreglándose –dijo bajando el tono de su voz.

-ah. Entiendo –me reí-. No, la verdad, no soy de las que se demora mucho. Soy muy simple a la hora de arreglarme. Si es maquillaje, pues, me hecho muy poco y si es ropa decido por cómo está el clima y la ocasión, lo cual, hago muy rápido. Tengo que estar muy indecisa para tomarme un buen tiempo.

-sí. Puedo darme cuenta de eso. Estás sencilla, y aun así eres hermosa –podía sentir como me observaba. La sangre se me subió a las mejillas- ¿estás roja?

-no –dije gritando. Joder. ¿por qué lo dijo? Siento que me pondré como un tomate. Así que caminé adelante. Rápido. Necesito que se me quite.

-oye –me tomo del brazo y me miró fijamente- ¿Qué pasa?

-nada –respondí tratando de evitar el tema. Y me sonrió. Sabía lo que yo estaba haciendo y lo que pasó hace dos minutos. Que malo es.

Bajó su mano por mi brazo y tomo la mía. Me sonrió y dijo “vamos”. ¡Qué bonita sensación! Mi corazón empezó a acelerarse y ruego porque no me sude la mano. Debo conservarme tranquila.

- ¿Qué quieres comer? –me preguntó- o bueno, replanteo la pregunta ¿Cuál es tu comida chatarra favorita? –se rio.

-bueno, pues me gustan mucho los nachos. ¿y a ti? –le dije sonriéndole.

-soy feliz comiéndome unas salchipapas. Es suficiente.

-buena elección, ¿y tienes algún lugar en mente?

-sí, cuando iba para tu casa pensaba en eso. Ya verás cual es.

Por lo general, en el centro de la ciudad hay muchos restaurantes, pero por la calle en la que íbamos, hay muchos. Cada 4 locales había uno, aunque de diferentes temáticas. Así que era difícil saber a cuál vamos. Yo, a decir verdad, estaba nerviosa. Es algo tonto, pero no quería que fuera un lugar muy lujoso, estaba preocupada por la cena. No es la gran cosa, sin embargo, no iba a dejar que el solo pagara.

Entonces supe a donde iba. Hace aproximadamente un mes, se estuvo promocionando un nuevo restaurante. Estaba al lado del almacén de zapatos. Tenía muy buenas reseñas, pero no sabía más.

Al entrar se sentía muy acogedor. No era ni muy grande, ni muy pequeño. Alcanzaba solo para unas diez mesas. Las paredes estaban pintadas abstractamente. Tenía colores vivos y las luces eran cálidas. Las mesas eran de madera, adornadas con piedras formando figuras que eran cubiertas con un vidrio. Las sillas también eran del mismo material con cojines en el espaldar. Había música suave y moderna de fondo. Tenía muy buena pinta.

La muchacha que nos atendió fue realmente muy atenta y amable. Además, la comida nos la sirvieron muy rápido. Cabe resaltar que no pedimos nuestra comida chatarra favorita. Decidimos probar otras cosas. Y compartimos. Bueno, eran cosas diferentes, un restaurante nuevo, así que le di un poco de la mía y él un poco de la suya. Parecíamos novios. Supongo que todas las personas aquí presentes lo supondrían. Además, de la forma en como hablamos. Es como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo. Había una especie de conexión, no sabría si debería afirmarlo o no.

Y llegó la hora de pagar. Aun no sabía cómo decirle que entre los dos pagáramos. Así que me acerqué a la caja con él, tratando de no demostrar nada. El muchacho de la caja dijo el total. A decir verdad, pensé que sería más.

-yo te daré la mitad –le dije a Eithan.

-no. Pago yo –me contestó sin mirarme.

-no, en serio Eithan –entregó el dinero tan rápido que no me dio chance de hacer algo. Cuando recibió el cambio y lo guardo, me tomo de la mano-. Ven, vamos a sentarnos un momento.