Mi soledad

17. Equivocación

Mía:

Sábado por la madrugada, me despierto sin intención de hacer algo, me recuerdo que prometí a Mario, el caballo, que haríamos una corrida, le dije al día siguiente, pero olvidé que tenía clases. Así que hoy será su recompensa.

Me dirijo al establo. Abro la puerta del corral, Mario se despierta al instante y relincha.

-  Mario, soy yo Mía- le digo.

Me olfatea como un perro y luego procede a calmarse. Le invitó a salir, pero prefiere dormir un poco más.

- bueno, si es lo que deseas, vendré en la mañana.- le digo.

Vuelve a relinchar, como si me respondiera.

Me voy del establo a mirar las afueras de la mansión. No a la calle, sino por los lugares que rodean la mansión.

- cálido día- digo.

Encaminó mis pasos hacia la ducha caliente, son baños al estilo de baños termales. Hay una cascada que te relaja el cuerpo. Eso me ayudó mucho en mi trastornada mente. Tengo que volver a hacerlo.

Me quitó la ropa, primero me doy un baño en las aguas termales. Pasa un rato y me pongo la ropa de meditación bajo el agua. Voy a la cascada. Me siento en la roca, con posición de meditación. El agua golpea mi cabeza y mi cuerpo. Se siente refrescante, me da paz a mi corazón, alejo todo lo malo de mi vida. Me concentro en lo poco bueno de mi vida pero aun así fue feliz.

Las horas pasaron, sin darme cuenta. Pareciera que recién me hubiera sentado en la roca.

- señorita, los demás chicos ya despertaron y sus amigas también.

- gracias William.

- ¿otro deseo?señorita.

- Mario, mi caballo, ¿ya está despierto y con energías?

- recién le daremos de comer, señorita.

- yo lo haré, es facil después de todo, sólo come pasto.

- señorita, pero se tiene que supervisar que coma el pasto bueno y no se vaya por otro camino.

- ya veo, entonces puedes ir dandole de comer. Voy a cabalgar con mi caballo, después de su descanso.

- ¿sus amigos también van a cabalgar ?- pregunta.

- no lo sé, pero trae por si acaso.

- si, señorita.

- puede retirarse ,no hace falta nada más.

- señorita, hé preparado el desayuno para usted y sus amigos.

- ¿ellos ya están en la mesa?

- si.

- está bien. Puede retirarse.

William se va. Salgo de la cascada, con mi ropa mojada. Olvide por completo la ropa que me iba a poner, ni loca me pongo la misma ropa. Tendré que ir hasta mi cuarto antiguo. No quiero que nadie me vea así.

- mala suerte la mía.

Traigo la toalla junto conmigo, voy por un camino antiguo. Los recuerdos que guardo en ese sitio es de felicidad , los tiempos en que nadie estaba solo, eramos una familia, muy hermosa y unida.

Entro a la casa, la puerta suena como si los fierros ya estuvieran desgastados. Es muy tenebroso cuando nadie la habita. La puerta se cierran de golpe, doy un salto de temor.

- no hay de que temer- me digo a mi misma.

Subo las escaleras, con mi peso las hago sonar. Entro a mi antiguo cuarto, verifico entre todo el armario. Sólo hay vestidos. Escojo un vestido coral, en la cintura lleva una flor, tiene una capa brillantina y se amarra un lazo hacia atrás. Me pongo. Cojo un short más, más vale prevenir que lamentar.

Salgo de la casa. Me dirijo a la lavandería de la mansión.

Ayrton:

Estaba saliendo al jardín, cuando ví a una chica con un vestido coral, en sus manos llevaba una ropa blanca. Ella era Mía. Está hermosa.

- Ayrton, no te dije que vayas al jardín, sino a la cocina.- me dice Jamal.

- solo tenías que esperar un rato.- le digo.

-¿tengo que esperar veinte minutos?- preguntó.

- vale, pero aguántate cuando pides un favor a alguien, no es tu sirviente- digo.

- como digas - dice - ¿ya lo tienes?

-si, toma - le doy - no entiendo para qué lo quieres.

- ingenio mi amigo.

Nos volvemos a la sala, todo lo que se ve en la mesa está delicioso. Me siento en mi sitio y Jamal en el suyo.

- buenos días chicos- saluda Niki.

- buenos días - responde Adrien.

Los demás se quedan callados. Luego viene Mía. Sin que ella hablé todos miran, como no mirarla si esta bellísima.

- estás hermosa, Mía- comenta Niki.

- gracias- responde ella con una sonrisa.

Se sienta en el asiento libre que está a mi costado.

- buenos días- me dice.

- buenos días- le respondo.

- los adultos trabajan mucho ¿no?- me dice Mía.

- Si.

Es cierto, ya no veo mucho a los padres de los demás. Tampoco a Isabella y su hermano.

Mía empieza a tomar su desayuno.

- ¿sabes que le paso a Isabella y su hermano?- pregunto.

- la niña que te beso- se ríe

- si, esa niña- digo girando mis ojos.

- pues, sólo se fueron, dijeron que volverían el próximo año - me contestó.

Asentí. Me doy cuenta que eata de buen humor, además el aroma que emana es pacífico.

- hoy estás de buen humor- le comento.

- si, quiero estar bien- me dice.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.