Capítulo Dieciocho
Dos semanas después
Renata Ramírez
No recuerdo si ya lo había dicho antes pero me da igual: lo peor de la Adolescencia es la Pubertad.
Juro que me queria matar en ese instante, me sentia...
Miserable.
Es verdad que la pubertad afecta tanto en cosas negativas como en positiva y para mi fue un 50 de cada uno.
Con la pubertad y que había estado haciendo ejercicio mi cuerpo se veia hermoso, me gustaba mi figura pero seguia siendo raro.
¿Lo peor? Se me metia el demonio a veces y estaba en la casa con short y blusas cortas o puperas y ahí no acaba la cosa: siempre que decidia usar ese tipo de ropa, el imbécil hermanastro que tengo invitaba a sus amigos, por ejemplo hoy fue uno de esos días.
Estaba en un short jean negro y usaba una camiseta morada, tenia el cabello húmedo puesto a que me había bañado recién. Por alguna razón hoy sentía que apestaba a hormona adolescente y no me aguantaba ni a mi misma, para empeorarlo todo: me bajo hoy.
¡Dios, que te hice!
...
La Semana Pasada
Estabamos en educación física cuando Theo se me acercó.
- ¿Qué quieres?- le pregunté de mala manera.
- Mira- dijo e hizo una acrobacia.
- Felicidades Theo, no eres tan inútil como pensé: te aceptaran perfectamente en el circo- le dije y se me acercó con una sonrisa triunfante, no se la devolví.
- Algún día te impresionare.
- Crei que ya me habías impresionado con tu idiotez.
- ¡Theo!- un chico nuevo cuyo nombre no conocía y era un poco gordito lo llamó- ¡Puedo hacer lo mismo que tú!- le dijo.
- ¡Hice gimnasia por 5 años! ¡es un truco complicado, no lo intentes!- le advirtió Theo pero no le hizo caso.
El chico intento hacer la acrobacia de Theo pero fallo y para rematar: se le rompio un poco la camisa y la pantaloneta.
No pude evitarlo, me tapé la boca en "sorpresa" pero no mentiré: solté una pequeña risa por su ropa. Theo se lo había advertido, deje mi humor negro de lado y con Theo nos apresuramos a ayudarlo.
Presente
...
¡Ahh! Que maldita que soy, con razón hoy ha sido un día de mier-
- ¡Renata!- me llamó Lounie y me detuvé, la regresé a ver y ella tenia muñecas.
¡Ay no!
- ¿Quieres jugar conmigo?- me preguntó y me dolio en el alma decirle eso.
- Jugamos más tarde- le dije y me dirigi a la cocina.
Dios, aquella frase había sido muy dolorosa de decir y de escuchar pero la vida es así y nada puedo hacer.
Entre a la cocina a ver que podia comer y me encontre con dos amigos de Nicholas, un chico rubio de ojos verdes que ya había visto y a Nathaniel.
Maldita sea
- Buenas tardes- salude y me apuré a ver que podia comer.
- Hola, ¿eres la hermanastra de Nick, no?- me preguntó el rubio y asentí- Vaya sorpresa, Nick nunca menciono tener una hermana tan bonita.
Tenia la cabeza dentro del refrigerador e hice una mueca de asco, saqué la cabeza y forzé una sonrisa.
- Si eso fue un cumplido para ti, solo lo digo para no hacerte sentir mal: gracias- le dije y me servi jugo de coco, fui por unas galletas pero al abrir el estante me di cuenta que las galletas estaban muy arriba y no las alcanzaba. Tal vez las abría alcanzado si hubiera saltado pero estaba enferma y no iba a saltar con esos dos desconocidos aqui.
Sin embargo, una mano alcanzó las galletas y me las entregó, era otro amigo de Nicholas que se llamaba Saúl.
Aunque me llevaba 4 años, debia admitir que me había creado un crush con él: era un chico de 1,80 como mínimo, tenia el cabello de color castaño y unos ojos azules, tenia una mirada y expresión seria. A pesar de hacerse el desinteresado, fui conciente de como su mirada me recorrió desde su altura y se fijo en mi cuerpo.
Pero seguia siendo un idiota, tenia novia pero lo había visto hablar con otras mujeres y una vez por accidente escuche una conversación con una y no, no fue una conversación respetuosa. Se veia que era un rompecorazones que se divertia y desaparecia.
- Ten, parecias estar en problemas- dijo y asentí, sintiendomé extraña puesto a que el idiota se le olvidó levantar la mirada de mi cuerpo a mi cara cuando habló.
- Gracias- dije y levanté un poco la mano, vi como sus ojos se oscurecieron un poco y le quité rápidamente la caja.
Me servi unas galletas y salí de ahí tan pronto como pude, en mi cuarto me puse como loca, tomé un abrigo y me dispusé a terminar un deber que tenia pendiente. Como sentía que apestama a hormona femenina adolescente, obviamente pensé que los tres habían llegado a oler aquello.
¡Ahg! Maldita Pubertad, Maldita Adolescencia.
Nicholas Castillo
- ¿Por qué esos tres se tardan tanto?- pregunté.
- No lo sé, tal vez se perdieron- respondió Jared.
- Claro que no, son mis amigos desde pequeños, conocen esta casa demasiado bien- respondí y finalmente Nathaniel, Dereck y Saúl llegaron.
- ¡Que tal!- dijo Nathaniel.
- ¿Dondé estaban?- les pregunté.
- La pregunta que quiero hacerte es ¿por qué aún no nos has presentado formalmente a tu hermanastra?- me preguntó Saúl.
- No es cierto, la llevas 4 años- le advertí.
- No se si es porque le tienes rencor, odio o yo que se pero si yo estuviera en tu lugar: ya me hubiera metido con ella, que me importaba que sea mi hermanastra- dijo Saúl y casi vomitó.
- Médicate, enfermo- le dijo Rocky, otro amigo.
- Por favor, tiene 15, ni siquiera cumple los 16: controla esas hormonas- le dije y comí un poco de palomitas.