Mi vocalista es un seductor demonio

Capítulo 8: Investigaciones.

Los días que siguieron, Dante no pudo evitar notar que el demonio al que había invocado y que ahora era parte de su banda, actuaba extraño. Quizás era por la diaria rutina de convivencia que compartían, pero había empezado a notar ciertos patrones de comportamientos en Keid, que podían ayudarlo a predecir situaciones en las que el demonio parecía tramar algo. Sobre todo, parecía interesado en ciertas personas de su círculo cercano en particular.

— Entonces ¿Cómo se conocieron? — El chico de cabellos oscuros preguntó, mientras pasaban el rato viendo una película y comiendo palomitas de maíz.

Los ensayos habían terminado temprano aquel día, debido al mal tiempo. Fuera de la casa una tempestuosa lluvia caía furiosa. Keid se interesó en esta última y parecía estar más atento, por no decir fascinado, con el fenómeno climático, que la propia película de terror proyectada en la televisión. Alternando su mirada azul profundo entre la pantalla y la ventana.  

— ¿Cómo nos conocimos? ¿Qué? — Dante preguntó algo desconectado al estar pendiente de la película.

— Tú y los chicos. Diana y Markus— Aclaró.

Y ahí estaba, el interés particular por sus mejores amigos. Quizás el demonio solo sentía curiosidad, quizás solo quería conocer a sus compañeros de banda, o tal vez, muy probablemente tramaba algo en el fondo. 

— Ya te lo dije, en la secundaria, íbamos a la misma escuela y estábamos en la misma clase— Respondió encogiéndose de hombros.

— ¿Puedes ser más específico que eso? — Él solicitó.

— ¿Por qué quieres saber?

— Simple curiosidad.

— Mi respuesta no cambiará, aunque me pidas ser más específico, tu pregunta está mal planteada— Dante expresó su punto mientras se llevaba a la boca una palomita.

— Bien— El demonio pensó en cómo formularla mejor— ¿Cómo eran? Tú y tus amigos, antes y después de que se conocieran— Replanteó.

Dante sonrió, esa si era una buena pregunta. Keid aprendía rápido. 

— La verdad antes de conocer a Markus y Diana, yo era un chico solitario, ya sabes, el callado del salón, al que no muchos prestaban atención. Al menos eso fue hasta que conocí a Diana, la chica más extrovertida y simpática de la vida, ella y su hermano habían sido transferidos a mi salón, y coincidió que se sentaron cerca de mí. Diana me habló de inmediato y congeniamos. Markus por otro lado, fuimos forjando nuestra amistad con el tiempo.

— Es un chico desconfiado— Keid comentó.

— Lo es.

— ¿Por qué crees que lo sea?

— ¿Debe haber una razón? Solo digamos que él y Diana no la han pasado muy bien.

— ¿A qué te refieres? — Interrogó curioso. 

— Cuando los conocí, descubrí que eran hijos de padres ausentes, vivían solos y siempre lo han hecho. Se han mantenido juntos y fuertes. Pero no conozco mucho más, son reservados al respecto.

“Padres ausentes” es una excusa muy conveniente, así no agregas más gente a la ecuación de tu aparente vida.

— Ya veo… ¿Qué hay de tus padres Dante? Jamás los mencionas— Cambió un poco el tema para que la conversación no estuviera cargada y se volviera sospechosa.

— ¿Mis padres? Bueno, al menos puedo decir que no me abandonaron, se los concedo, pero me fui de ahí apenas cumplí la mayoría de edad, ya sabes, lo típico, hogar con violencia, mucho alcohol y una madre permisiva que le perdonaba todo al canalla.

— Lamento eso.

— Es cosa del pasado, atinaste en eso de no llevarme bien con la familia— Dante le quitó importancia— ¿Qué hay de ti? ¿Los demonios tienen algo parecido? 

— Las tenemos, sí, familias, pero son algo más complicadas— Desvió su mirada, su pasado no era algo que quisiera recordar, pero la mirada curiosa de Dante le hizo sentir que le debía algunas respuestas— No conocí a mi madre, y mi padre fue el encargado de criarme, nunca nos llevamos bien, nada era suficiente para él— Admitió. 

— ¿Dónde está ahora?

— No tengo ni la menor idea. Y tampoco me interesa. Es parte del consejo de Lucifer. Apenas si lo vi estos últimos años.

— Lo lamento.

— ¿Lamentar qué? La indiferencia no es peor que un padre alcohólico y abusivo.

— Lo es, si eso te lastima— Dante fue comprensivo con él.

Keid odio eso, a la gente buena como el chico no siempre le esperaban buenos finales. Y Dante merecía un buen final, se aseguraría de ello.

— Deberíamos darle una lección a tu padre— El chico comentó volviendo su atención a la televisión. Olvidándose por un momento de reunir información sobre los hermanos.

— Una que de preferencia no lastime a mi madre, por favor.

— Solo pensaba en darle un susto de muerte para que dejara de beber. Como laxante en sus botellas de cerveza.

— Eso no suena nada mal. Pensé que ibas a sugerir un asesinato. 

— Bueno, es una opción si eso quieres. 

Dante le devolvió una mirada reprobatoria.

— Solo una opción— Él le recordó. 

 

La tormenta de aquella noche no desistió, Keid observó los relámpagos caer desde la ventana de su cuarto.  En su muñeca derecha, tenía un reloj de aspecto extraño, el cual activó unos segundos después. Se desplegó una pantalla holográfica, la cual ocupó para buscar información.

Le había solicitado un informe detallado a su segundo al mando, que contenía la investigación recabada de la vida de sus ahora compañeros de banda. No iban a tomarlo desprevenido, no esta vez.

Como se imaginó el historial de Dante estaba limpio, era un humano común, a excepción de su linaje, por lo que no era tan corriente como había pensado del todo. Al parecer sus antepasados tenían lazos con la magia, hechiceros para ser exactos, pero aquel don había saltado generaciones, quizás por eso el chico había logrado invocarlo en su primer intento, estaba en su sangre, aunque él claramente desconocía sus posibles dones. Guardaría esa información para después.

Quienes le interesaban eran aquellos misteriosos hermanos. Sonrió, tenía razones para sospechar, no había registro de los hermanos Kenway, no desde antes del año en que asistieron a la secundaria junto a Dante. Eran fantasmas, sin registros, ni documentos, ni fecha de nacimiento. Mantenían un perfil bajo, al menos hasta conocer a su amigo y ser parte de una banda con popularidad en ascenso. 




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