—¡Gracias papá! —lo abracé con todas mis fuerzas—¡son perfectos! —fue mi reacción al abrir mi regalo.
—bueno, cuídalos, la situación está peor cada año.
—si papá—dije rebosando de alegría—iré a ponerlos junto a los demás.
Subí las escaleras y corrí hacia mi cuarto; entré todo emocionado, y los coloqué en una repisa, donde está toda mi colección.
—a ver… ámbar, verdes, azules, celestes—me quede pensando por unos momentos—¡ya sé!, ahora los quiero violetas.
Tengo suerte de tener un padre comprensivo, no se molestó cuando le dije que ahora, quería coleccionar ojos de todos los colores. Ya quiero que sea navidad otra vez.