—¿Te acuerdas cómo fue? —El anciano rio—. Tu madre me miró mal y tu padre casi saca la escopeta. Pero, cariño, el día que pedí tu mano fue el mejor de mi vida.
Brotó una lágrima y una sonrisa triste. Ya no estaba con él, pero siempre iba a su tumba a recordarle cuánto la amaba.