Miradas intensas.
─ ¿Crees que esté lista para esto, nosotros nunca lo estuvimos?
Preguntó temerosa, no estaba muy contenta con la idea de que su hija cargue con todo el peso que recaerá sobre ella, era mucho para sobrellevar, más siendo tan solo una adolescente.
El hombre apartó la vista de lo que estaba haciendo para observar a la mujer, a su hermosa mujer.
─Si ─afirma con seguridad─, creo que con nuestro apoyo podrá ayudarnos a nosotros y a ella misma.
─Ella no está preparada, nunca lo estará ─replicó el otro hombre presente en la sala con ellos.
Si alguien estaba en contra de todo esta situación ese era Jacob, no procesaba aún el hecho de que una estúpida chica fuera a tener tanto poder sin luchar por él, sin merecerlo. Una niña caprichosa no podía quitar su oportunidad de ser alguien especial.
─Si lo hará, es especial y única además tiene el don y tendrá nuestra ayuda.
─Yo no pienso perder mi tiempo con una mocosa ─entonó los ojos.
Ya tenía en mente un plan, un plan perfecto que acabaría con dos pájaros de un tiro, se encargaría de acabar con la niñata y obtendría de paso el puesto que siempre quiso y según el siempre debió ser suyo.
─Si no estás con nosotros, estas contra nosotros, decide de que bando estas.
─Del mío ─se encogió de hombros con simpleza.
─Jacob, piénsalo ─advirtió la pelinegra.
No permitiría un segundo más las ofensas ni que tocara un solo cabello de la chica, lo conocía desde pequeños y sabía que era capaz de hacer muchas cosas horribles, que cuando no obtenía lo que quería era mejor echarse a correr. Pero por una vez deseaba darle un voto de confianza e intentar arreglar el problema de la mejor forma posible, sin luchas, daños o muerte alguna.
─No hay nada que pensar Emer.
Suspiro con nerviosismo, esto se salía de control.
─Pero Jacob…
─Ya déjalo Emer, ya está decidido está en nuestra contra ─ escupió con furia─. Vete ya no eres bienvenido y quedas destituido de tu puesto de principal consejero del Trívium.
─Váyanse al infierno ─gritó justo antes de cerrar la puerta de un portazo.
─Creo que esto se te está escapando de las manos Ebros.
─Yo sé lo que hago Emer, confía en mi.
La mujer asintió no muy confiada, era su marido y sabía que no permitiría que algo malo le pasase a ella o a su hija, pero conocía demasiado bien el peligro en que se encontraban todos y le aterraba.
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El campus estaba lleno de alumnos y profesores todos caminando de aquí a allá unos con más prisa que otros, éramos un manojo de nervios y emoción, era nuestro primer día en una escuela de verdad y todo era muy nuevo para nosotros, ya que siempre teníamos clases en casa con tutores vampiros y era muy aburrido.
─Es enorme el campus.
Asentí enérgicamente con una gran sonrisa en mi rostro.
─No entiendo el porqué papá nunca nos dejó estudiar en una escuela de verdad ─comentó mientras observaba con fascinación el lugar, podría decir que estaba hechizado con la belleza del campus.
Porque es un puto narcisista y controlador.
─Porque es un cobarde.
─Alice ─riñó─ de igual forma debemos tener mucho cuidado para que no nos descubran.
─Lo sé Aro no soy tonta se cuidarme.
─Vale.
Me sentí mal al hablarle así, pero hablar del controlador de mi padre a veces me hacía hervir la sangre, al recordar todas las cosas que no pudimos hacer debido a su estúpida paranoia.
─Lo siento ─fingió no escucharme.
Estaba enojado.
Continuamos caminando por el verde césped mientras contemplábamos los altos edificios, el campus tan verde y limpio impregnado de arboles y flores que daban un toque de fantasía al entorno, en la parte de atrás se situaba la universidad y al frente una gran cafetería a la cual iría l apenas se pudiera. Esperaba poder adaptarme al entorno lo antes posible.
─Buenos días chicos ─una voz detrás de nosotros nos hizo detener el paso y girarnos hacia ella.
─Buenos días ─dijimos al unisonó.
─Soy Debbie, pero pueden decirme Deb ─nos mostró sus perfectos dientes blancos con una gran sonrisa─. Soy la coordinadora del consejo estudiantil y los guiaré a su clase mucho gusto chicos ─ era una chica muy hermosa de ojos verdes, cabello castaño, tenía algunas pecas las cuales estaban perfectamente regadas en su rostro, y un cuerpo casi perfecto. Parecía una muñeca.
─El gusto es todo mío, soy Aro y ella es mi hermana Alice ─dijo extendiéndole la mano.
─Lo sé ya me habían informado sobre ustedes, además este pueblo es algo pequeño no creen ─comentó mientras correspondía el saludo de Aro y luego me saludaba a mí con dos besos─. Vamos.
Caminamos hasta llegar al salón de clases.
─Los veo luego chicos─ nos sonríe y se va.
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─Que aburridas son las clases ─mordió su manzana con desagrado.
─A mi me pareció divertido, más cuando a la Sra. Wicc se le cayó la dentadura, no lo supero aún ─solté una carcajada que llamó la atención de algunos alumnos a mi alrededor que me miraron de mala manera.
Primera semana de clases y ya están de mal humor, que amargados.
─Ni me lo recuerdes no era mi intención molestarla ni menos hacer que perdiera la dentadura ahora cargaré con esa culpa de por vida ─lloriqueó.
Rodé los ojos con fastidio, era un drama queen, solo la había cagado el primer día de clases con una de las profesoras más importantes. Ok era un completo idiota.
─Se hubiera fijado bien la dentadura ahora por el lado bueno todos hablaran de eso y no seremos el centro de atención de toda la escuela ─levanté mis pulgares con una gran sonrisa─. Al menos yo no.
Resopló y continuó comiendo su manzana.
─Hola chicos.
Giramos en dirección a la ya conocida voz.