Visiones de muerte.
Se encontraba en el sótano de su casa, con el teléfono en manos y temblando. Las noticias corren rápido, más aún cuando son picantes y vaya que esta lo era.
El mundo podría estar llegando a la cumbre de su vigencia, no había mucho por hacer, sino esperar y actuar en el debido momento.
─Una guerra entre especies, aún no lo creo─ susurró procurando que su esposo no la escuchara─. Esto es algo muy delicado y peligroso.
Recordaba las anécdotas de su madre, una de las pocas sobrevivientes originales de la primera guerra entre criaturas. Recordaba que aquella guerra fue brutal, casi se extingue toda la magia por tan solo un detalle insignificante, amor. Algo tan simple como el amor fue el causante de que toda existencia tanto humana como mágica hubiera estado a punto de desaparecer para siempre.
Por eso, siempre fue una mujer fría y meticulosa, dejó de creer en el amor, incluso llegó a sentir miedo de él, algo que hasta el momento no había superado del todo. Se había casado, sí, y había tenido una hermosa hija y poco a poco experimentaba ese amor maternal, porque esa criatura estuvo en su vientre, poco a poco se acostumbró a la idea. Pero nunca superó su miedo a amar a un hombre, temía que algo como lo que pasó a su madre y familiares pasados sucediera nuevamente y a más a ella.
Y ahora su miedo se hacía realidad, habría otra guerra, por los mismos motivos, en parte. Sería una guerra causada por amor, pero por el amor de un hombre narcisista a el poder absoluto de la magia, y eso era en muchas partes peor, mucho peor.
─Debemos tratar este tema con mucha cautela y discreción ─escuchó la voz del hombre al otro lado de la línea.
Tenía miedo, pero eso no cambiaría los hechos. No quedaba de otra, más que luchar, por ella, por su familia y por la humanidad. Aunque ellos no lo merecieran.
─Lo entiendo ─acotó en un hilo de voz.
─Esto se nos esta yendo de las manos, no solo los humanos están modernizando su forma de captura hacia nosotros, ahora también una manada de perros nos declara una guerra ─gruñó, esos malditos apestosos no podían salirse con la suya─. Debemos formar aliados antes que ellos.
─No creo que nadie se les una, son casi un mito ─replicó la orden de su superior─. Nadie estará tan loco como para unirse a ellos.
Los hombres lobo fueron los más desdichados en la guerra, su número de víctimas fue casi de más de trescientos mil, y luego desaparecieron dando de qué hablar y pensar durante muchos, muchos años. Unos creían que simplemente habían muerto todos, otros que solo estaban fortaleciéndose y reproduciéndose para luego regresar y vengarse de todos aquellos que los dejaron a su suerte.
Lo cual aseguraba más su teoría, nadie se les uniría a favor, nadie en su sano juicio se uniría a una guerra sabiendo que podría ser igual o peor que la anterior. En parte eso les sumaba más punto a su favor, entre brujas y vampiros serían capaces de vencer a los hombres lobo y terminar con esa tontería de una buena vez y para siempre, no había porque causar un gran revuelo y prepararse para lo peor, todo estaba y estaría bien.
Al menos eso quería pensar.
─No estemos tan seguros ─declaró─. Todo puede pasar, de lo que si estoy seguro es de esos chicos tienen potencial y poder, mucho poder.
─Son solo niños ─masculló, su insistencia con esos chicos comenzaba a molestarla.
No entendía como cinco niños podrían salvarlos de una inminente desgracia, que habrían de tener unos adolescentes en comparación con magos, brujos y vampiros entrenados y con siglos de suma experiencia. No podía evitar el pensar que esto era ridículo.
─Son descendientes directos del linaje original ─abrió los ojos al tope, no podía creer─. Dos de ellos ya están estimulando sus poderes.
Ese fue otro de los mitos que dio de que hablar. La raza original también se extinguió por completo, bueno, casi por completo al parecer. Si alguien se enteraba de que había un par de adolescentes del linaje original caminando por las calles, no sabría de qué dimensión serían los desastres, los problemas que esto traería serian descomunales.
─Pero eso es...
Fue interrumpida.
─Sé que esto puede traer problemas, muchos en realidad ─sabía de lo que hablaba, en el pasado tuvo que hacer un sacrificio doloroso, tanto para él como para su esposa─ pero es un boleto de lotería. Son jóvenes y fuertes, ellos nos pueden salvar, solo ellos.
Aún así la mujer no lograba entender su punto, estaba segura de que superaban por mucho a los hombres lobo, no era necesario perder tiempo con chicos inmaduros y expertos.
─Yo en que puedo ayudar entonces ─preguntó, más por obligación por a su jefe que por propia voluntad.
La respuesta a su pregunta no le agradó del todo.
─Acércate a ellos, vigílalos y ayúdalos a manejar sus poderes, no tomara mucho tiempo ─ordenó y la mujer solo pudo acatar su orden.
҂҂҂
No estaba teniendo un buen día, me echaron de clases de matemática por no llevar la tarea. Pero que culpa tendría yo de que mi cabeza estuviera ocupada en asuntos sobrenaturales y no tuviera tiempo suficiente para hacer unos simples ejercicios trigonométricos.
Primero una extraña serie de sueños raros, apariciones de ¿fantasmas?, no lo sé, luego la transformación inconsciente en pleno pasillo rodeado de alumnos y profesores, acompañadas estas de imágenes y visiones en tiempo real de una trampa contra nosotros, después averiguamos que quizás seamos de un linaje original y bla bla bla, para rematar una manada de hombres lobo está alojada en el pueblo y nos trajo como regalo una guerra.
¡Oh vamos!, ya me quedó muy en claro que lo de llevar una vida normal no es para mí, aunque no me rinda.
Siento que ya nada me sorprenderá.
─Alice ─escucho que alguien grita mi nombre desde la distancia─. Espera.
Esa voz, ¿será?.
Me giré para comprobar mis sospechas y efectivamente, era él.