Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Capítulo 33 - PARA SIEMPRE 2

Los días pasan y mis ganas de recuperarla cada vez aumentan más, sé que tengo que currármelo, que tengo que trabajar para volver a recuperar su confianza, pero sé que lo conseguiré.

 

Para ello, desde aquel día le dejo en su casa un pequeño detalle, sé que no le gustan los grandes regalos, los caros, con los pequeños y hechos desde el corazón para ella es suficiente.

 

Antes de ir a entrenar me siento en el escritorio de mi habitación y pienso que escribir en la hoja en blanco que tengo delante. Pero finalmente comienzo a escribir, puesto que cada vez que pienso en María todo fluye.

 

 

Hola amor,

 

Te escribo en esta carta como cada día, todo lo que quiero decirte con el fin único de que me creas cuando te digo que te echo de menos. Quiero decirte tantas cosas… que no puedo hacerlo frente a frente porque me enredo en tu mirada, me distraigo con tus labios y me envuelvo en tu sonrisa. Y entonces se me olvida decírtelo, porque cada momento que paso a tu lado, es el mejor de cada día.

 

Pero quiero hacerlo porque debes saberlo, debes de tenerlo siempre presente. Debes saber que era tan feliz contigo… porque me hacías reír, porque me hacías temblar, porque me hacías soñar. Y desde que no estoy contigo mi vida se ha vuelto gris. Era tan feliz contigo porque cada día notaba tu respeto, tu aceptación a mis manías y a mis pasiones, porque nunca intentaste cambiarme.

 

Era tan feliz contigo, porque a tu lado me sentía, por fin, que formaba parte del mundo, y ahora que no estoy contigo me siento perdido. Por tu forma de minimizar los problemas, por la complicidad que habíamos creado y que yo me encargué de destruir y por ello me arrepiento todos y cada uno de los días. Porque contigo había empezado a cobrar sentido él “para siempre” y quiero seguir a tu lado para que mi vida siga teniendo sentido. Porque con un simple abrazo tuyo yo ya soy feliz.

 

Y sabes que no soy el mejor expresando mis sentimientos, soy un desastre, así que voy a intentar decírtelo de la única forma que sé, y si hace falta lo haré todos los días. Sin licencias poéticas, sin metáforas y sin versos con rima, así, cruda y brutalmente, te quiero. Y así es como tengo que decírtelo. Eres la mujer de mi vida. Y podría escribirlo en mayúsculas porque tengo la certeza de que es así.

 

Por tu manera de colorear mi vida, por la energía que me das, por las risas compartidas y por los secretos desvelados, por todo eso eres especial, especial para mí. Y por todo eso y por más te admiro, porque eres grande y generosa y porque a pesar de los obstáculos que la vida te ha puesto en tu camino, tú, María, me has enseñado a amar. No es sólo mi amor, también te adoro.

 

Soy el hombre más afortunado por decir que estoy enamorada, hasta las trancas, de la mujer más maravillosa del planeta, de la mujer  que me ha robado el corazón.

 

Por y para siempre amor.

 

Te quiero, Marco.

 

 

Termino de escribir y cierro la hoja para meterlo en el sobre. Recojo mis cosas para irme a entrenar y antes de ir a Valdebebas, paso por la casa de María y dejo el sobre en su entrada, para que cuando salga lo encuentre.

 

 

Las horas pasan y como todos los días no recibo ninguna noticia por su parte, si le gusta o no, sí tengo una oportunidad, si voy por el buen camino…Sólo necesito una señal, una señal de que todo va bien.

 

 

Es de noche ya, los chicos y yo hemos organizado una cena en casa de Isco y yo solamente esperaba que ella viniese, que apareciese por la puerta.

 

De repente un torbellino de cabellos negros aparece por el salón y se engancha a mi pierna como un mono. Miro hacia abajo y ante mis ojos aparece una de las sonrisas más tiernas, la de Natt. Me agacho y la cojo en brazos, ella pasa sus brazos por mi cuello para abrazarme. Esta niña es puro amor.

 

           -       ¿Qué tal princesa? – le pregunto.

          -       Muy bien Marco – me responde con una sonrisa mientras me mira – Por cierto a mi tía le encantan tus regalos, aunque no te lo haya dicho, sobre todo las cartas, siempre acaba llorando – me suelta de repente.

 

Me quedo mudo ante su comentario mientras ella deposita un beso en mi mejilla y hace que la baje para ir a jugar con Isco Jr. En mi cara aparece una sonrisa amplia.

 

Todo va bien, le gustan mis regalos y mis cartas. Por lo menos, aunque ella no me lo haya dicho, creo que voy por el buen camino, así que voy hasta mi chaqueta y cojo lo que llevo escondido en ella, para después guardarlo en mi espalda, para que María no lo vea.

 

Aparece en el salón y saluda a todos con dos besos y un abrazo, está preciosa como siempre. Llega mi turno y le miro serio, esperando alguna reacción por su parte, una señal, algo, sólo necesitaba eso.




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