Los días y las semanas habían pasado. Marco se había ido a Estados Unidos para hacer la pretemporada. Y en todo ese tiempo no nos habíamos visto, aunque eso no quiere decir que no estemos juntos, todo lo contrario. Marco y yo hablamos todos los días. Creo que está segunda vez la estamos llevando mucho mejor que la anterior.
Hoy era 14 de agosto, hoy el Real Madrid jugaba contra el Barsa la ida de la Super Copa de España. Y aquí estoy yo en Barcelona, a punto de que el partido empiece. Marco no sabe que estoy aquí, es una sorpresa. De repente mi móvil suena y descuelgo.
- Hola peque – me dice Marco.
- Hola Marquito – le contesto sonriendo.
- ¿Qué haces? – me pregunta y yo no puedo evitar reírme en silencio.
- Estoy en el sofá de casa a punto de ver el partido – le contesto. Si supiera donde estoy… - ¿Qué tal va todo? – le pregunto.
- Estoy muy nervioso – me dice – pero tengo ganas de salir.
- Lo harás genial, como siempre – le digo segura de mis palabras.
- Gracias peque, necesitaba oír eso – me dice y siento que está más tranquilo.
- Deja de decir tonterías, querías hablar con ella porque la echabas de menos, admítelo Marquito – se oye una voz al fondo, una voz que se ríe mientras habla.
- Dile a Isco de mi parte, que no sea tan envidioso, que si él no tiene novia con la que poder hablar antes de un partido no es nuestra culpa – le digo a Marco mientras me río.
- Ya la has oído Isco, ahora largo – le dice riéndose también.
- Oye cariño me tengo que ir, tengo que preparar la cena para todos – le digo mintiéndole, puesto que la gente está empezando a llegar y con el ruido se va a dar cuenta.
- Vale peque, si yo también tengo que dejarte – me dice.
- Mucha suerte – le digo – te quiero.
- Yo también te quiero – me contesta.
El partido comienza, el ambiente está tenso, aunque no es de extrañar, siempre lo está cuando juegan ambos equipos, sea amistoso o se estén jugando ser campeones. Durante la primera parte el marcador sigue igual, cero a cero. Tanto el Madrid como el Barsa han tenido oportunidad de marcar, pero sigue sin haber suerte por parte de los blancos.
El descanso llega y pido a uno de los familiares de los chicos que había allí que me sacaran una foto. Y la subo a Instagram. En la foto salgo de espaldas mirando al Camp Nou con la camiseta de Marco. Le etiqueto y al cabo de unos minutos recibo un mensaje suyo. La verdad es que no pensé que estuviera durante el descanso con el móvil, pero bueno, no pasa nada.
“¿Estás aquí?” me pregunta Marco.
“Aquí ¿dónde?” le pregunto mientras sonrío al ver el mensaje.
“En el Camp Nou, boba” me dice.
“¡SORPRESA!” le contesto.
“Eres maravillosa. Tengo que dejarte que me reclaman. Te quiero” me vuelve a decir.
“Mucha suerte. Yo también te quiero” le contesto y guardo el móvil. La segunda parte está a punto de comenzar.
En el minuto cincuenta Piqué se mete en propia colocándonos 1-0. Al cabo de unos diez minutos Messi mete un gol y yo me empiezo a desesperar. Pero la desesperación no dura mucho porque al cabo de unos minutos Cristiano marca un golazo, adelantándonos otra vez en el marcador.
Y por si fuera poco Marco mete el último y definitivo gol. Proclamándonos así ganadores del partido.
Estoy en Valdebebas. Os estaréis preguntando que hago aquí. Mi avión de Barcelona ha llegado antes que el de los chicos, así que decidí coger un taxi que me llevará hasta aquí porque no me sé la dirección de la casa de Marco.
Después de llevar varios minutos esperando veo llegar el autobús y bajarse de él a todo el cuerpo técnico, y como cada uno de ellos se va dirigiendo a sus respectivos coches para irse a casa.
Y ahí es cuando le veo, charlando animadamente con Lucas. Aún no me ha visto, así que aprovecho para deleitarme todo lo que quiero con las vistas. Porque sí, vaya vistas…
Levanta la mirada y me ve. Se le dibuja una sonrisa y se dirige hasta donde estoy yo. Pero soy más rápida que él y acorto la distancia corriendo. Me lanzo a sus brazos y él me sostiene con fuerza.