Rosé
24 de enero, 2022
Me desperté con un dolor punzante en mi estómago y gracias a que era tan fuerte, intenté sentarme en la cama con el mayor cuidado posible. Al abrir los ojos un poco más me di cuenta que ya había amanecido y debe ser muy temprano porque Kim Wonho continua durmiendo a mi lado.
—Maldición —me quejé fuertemente y sin medir el tono de mi voz cuando el dolor se vuelve insoportable al punto de obligarme a regresar a la misma posición de antes. Toco mi frente y sé que me encuentro sudando. De pronto siento nauseas y sin tener mucho tiempo para prepararme, tengo que vomitar en medio del suelo. Siento que mi esposo se mueve a mi lado.
—¿Rosé? ¿Estás bien? —Pregunta y niego con la cabeza.
Una vez más, tengo que vomitar y el dolor que siento en el vientre aumenta más y más. El bebé ya viene.
—El bebé Wonho...Creo que acabo de entrar en trabajo de parto —susurró entre gemidos. No sé si podré soportar todo esto.
De inmediato él se viste y busca la pañalera que preparamos con anticipación. Desaparece de mi vista y cuando regresa lo hace con las llaves del auto en la mano, se acerca hasta mí y después de limpiar el vómito, me toma entre sus brazos con la mayor delicadeza posible. Cierro los ojos cuando el dolor no deja de hacerse intermitente, lo que me hace pensar que no voy a resistir.
—Wonho...—murmuro jadeando y acariciando mi vientre, en un intento de calmar mi dolor—Por favor, tienes que avisarles a todos que el bebé va a nacer.
—No te preocupes mi cielo, claro que lo haré —besó mi mejilla al tiempo que me ayudaba a acomodarme en el asiento delantero del auto. Vuelvo a gemir de dolor al mismo tiempo que él arranca el auto.
—¿Sabes? No imaginaba que el dolor sería tan duro...¡Ah, joder! —Elevo la voz cuando siento una especie de calambre en el estómago.
—Puedes estar tranquila mi amor, el dolor pasará y tendremos a nuestra niña en los brazos en un par de horas —acaricia mi mano.
Alrededor de una hora después, me encuentro en una camilla mientras observo todo lo que está cerca de mí. Cada vez las contracciones son más fuertes y lo único que hace mi cuerpo es volverse mucho más débil. Wonho se encuentra a mi lado, apretando mi mano y dejando besos a lo largo de mi rostro cada que tiene oportunidad.
—¿Te duele mucho? ¿Qué tal las contracciones? —Una amable enfermera me pregunta con una sonrisa en el rostro.
—Son muy fuertes, aumentan cada vez más...—digo en voz baja.
—Del uno al diez, me pregunto qué tan fuertes son tus contracciones preciosa.
—Ocho...—gimo de dolor, de verdad no creía que esto del parto iba a ser tan difícil.
—Muy bien, solo tienes que aguantar un poco más cariño —me indica—¿Es este su primer hijo? —Nos cuestiona mientras se acerca a tocar mi vientre—Un poco más...
—Sí, lo es.
—Muchas felicidades a los dos, Rosé solo tienes que aguantar un poquito más —me sonríe antes de desaparecer de nuestra vista. Vuelvo a cerrar los ojos cuando el dolor se vuelve más fuerte con el pasar de los minutos.
La enfermera me revisa tres veces más y cuando ya ha pasado casi cuatro horas desde que llegué al hospital. Un par de doctores, pesantes y enfermeras entran a la habitación con una bandeja de instrumentos. Agrando los ojos en cuanto noto cada uno de dichos instrumentos, unos más grandes y peligrosos que el anterior y vuelvo a cuestionarme a mí misma si van a usar todo eso en mí. Las enfermeras se encargan de abrir mis piernas y me siento incómoda al saber que están observando mi intimidad.
Un pesante muy atractivo me dice:
—Ya va a comenzar guapa, así que no te preocupes —me sonríe y noto que Wonho frunce el ceño.
—Su nombre es Rosé —le indica sin dejar de lado su expresión molesta.
—Está bien Rosé, ya vamos a empezar ¿Sientes ganas de pujar? —Le doy la razón cuando asiento rápidamente.
Por primera vez siento tranquilidad en lugar de miedo. Estamos a punto de recibir a nuestra pequeña Giselle, algo por lo que hemos estado esperando durante meses. Con el paso de los minutos, el doctor me indica que necesito empezar a empujar y lo hago sosteniéndome de la mano de Wonho. Me llevo una gran sorpresa cuando sé que el hecho de pujar no resulta ser tan difícil como es soportar cada una de las estúpidas contracciones. Mi niña acaba de llegar al mundo y las enfermeras acaban de ponerla en mi pecho. La emoción y el amor que sentía ni siquiera podía caberme dentro del pecho.
—Hola bebé —mi esposo la saluda lleno de ternura y acaricia su rostro. Yo por mi parte me mantengo en silencio, limitando mis acciones a observarla con la mayor atención posible. Es una muchachita hermosa y me siento muy orgullosa de haberla traído a la vida—Bienvenida al mundo, mi Giselle. Lo hiciste muy bien, mi amor.
Aleska
25 de enero, 2021
—Acabo de conocer a Giselle —ingreso a la habitación en la que Rosé se encontraba con una sonrisa en el rostro. Ella luce bastante cansada y es entendible, pero, al mismo tiempo se nota que se siente muy feliz—Es una niña muy bonita, también tiene los ojos de su padre y le preciosa sonrisa de su fuerte madre.
—Lo es, he de admitir que me sentía muy nerviosa cuando estaba en labor de parto, sin embargo, todo ha valido la pena por completo...—murmura y en ese mismo instante, Pía, una de las mejores amigas de Rosé en la empresa Bosko llega al lugar—Pía, por el amor de Dios, hace tanto que no te he visto. No imaginas lo mucho que te he extrañado durante todo este tiempo.
—Lo sé, aunque nunca hemos perdido el contacto —se acerca a darle un beso en la frente—Tu niña es muy bonita y seguramente cuando crezca va a convertirse en una mujer tan valiente como lo es su hermosa madre.
—Chicas, de verdad les agradezco mucho que hayan venido a visitarme, pero, me muero del sueño. No he podido dormir desde que di a luz y quiero aprovechar el tiempo para descansar.