El hombre notó el sarcasmo y la tirantez de su hermana quien, por lo visto, pensaba que interponía antes su reputación a la seguridad de sus hijos lo cual le resultaba del todo ridículo. Sobre todo porque confiaba ciegamente en lo capaces que eran sus hijos de defenderse. Él mismo los había entrenado para ello. Sin embargo, Bemus era un Maestre. El próximo director de la Academia para ser más precisos. Una persona con semejante responsabilidad no podía comportarse de manera tan imprudente. Con Bryana era otra historia. Ella era una alumna brillante con unas calificaciones perfectas. Pero su futuro no exigía de tantos sacrificios y esfuerzos.
Bryana bajó la vista malhumorada. No soportaba que su padre la tratara de esa manera. Siempre lo hacia. Desde que eran pequeños había notado como Bemus recibía un trato “especial”. A él lo escuchaba y lo valoraba mientras a ella la mandaba callar en la mayoría de los casos. Era asfixiante. Su padre no veía más allá de Bemus. Bemus hará esto…, Bemus hará lo otro…Bemus ha sacado un apto nivel alto… ¿Y ella? Ella tenía el récords en matriculas de honor de la Escuela pero eso parecía no ser suficiente para hacer frente a su hermano Bemus quién, a pesar de no ser un mal estudiante, nunca había llegado si quiera al nivel de su hermana.
Barros se quedó en silencio ante la critica mirada de su hermana. Su hijo tenía razón. Mira Luna había sido la prioridad desde el principio. Su seguridad debía estar por encima de todo y así se lo había hecho saber a los suyos. Bemus y Bryana debían ser sus ojos y sus oídos en la Academia. Nadie mejor que ellos podrían saber qué hacía o qué pensaba Mira Luna en cada momento. Porque aunque él representaba a los sentidos de FireWell, un adolescente siempre se mostraría reacio a compartir ciertas cosas con el director. Y si Mira se parecía en algo a su madre, cosa que era bastante probable, sería reacia a compartir sus más íntimos pensamientos con cualquiera con quien no creara un vínculo especial. Así había sido Noha, y así había terminado.
Mira esperaba a los hermanos Spinter en la puerta del despacho del director. Paseaba nerviosa, de un lugar a otro, sin ser capaz de mantenerse sentada más de un par de segundo. Se sentía culpable de todo lo sucedido y frustrada porque la noticia había corrido como la pólvora y no había estudiante en FireWell que no cuchicheara a su paso.
Y así por todas partes. Los murmullos la había perseguido desde que se levantó para desayunar. Y no parecía que fueran a cesar pronto. Mira odiaba ser el centro de atención. Era lo que más había detestado en su vida. La hacía sentir pequeña y torpe. No podía evitar querer desaparecerlo esconder la cabeza en cualquier parte. Pero sus compañeros eran descarados y exagerados. Torcían la cabeza cada vez que la veían pasar o corrían a asomarse por las esquinas de los pasillos. Era agotador.
Cuando Bemus y Bryana salieron al fin del despacho de su padre habían pasado veinte minutos. Los peores veinte minutos que había vivido en su vida aunque no estaba sola, Maphalda le había hecho compañía mientras leía tranquilamente un libro sobre magia antigua.
-Al fin- exhaló Mira- ¿Cómo ha ido? ¿Se ha enfadado con vosotros? Me siento fatal…
- Tranquila Mira, tú no tienes la culpa de nada no seas idiota- contestó Bryana apoyada en la pared y con los brazos cruzados. Seguía sintiéndose molesta por lo que había sucedido con su padre.
- Pero la magia… Vosotros… No podíais hacer magia fuera de la escuela y por mi culpa…
- Mira- dijo Bemus interrumpiéndola- Todo está bien. Hicimos lo que debíamos hacer. Si me disculpáis…
Bemus parecía seguro de lo que decía pero también se mostraba molesto por algo que Mira no acababa de comprender. Si Bemus Spinter se había molestado con ella por algo se moriría. No podría soportar la culpa y ya empezaba a sentir una presión en el pecho aun sin saber lo que pudiera estar pasando con Bemus.
De camino a la sala común no pudo dejar de darle vueltas a la cabeza y al tema de Bemus. Además le molestaba que el director Spinter no la hubiera llamado para hablar con ella. Como si su palabra no hubiera podido ayudar a aclarar todo ese asunto de hacer magia ilegal fuera de la Academia. Bryana le había repetido una y otra vez que a su padre solo le importaba la palabra de Bemus pero eso no había bastado para calmar su malestar.