Mírame

Quinta Escena

«¿Dónde estoy?» 
 


 

Cuestión. 
 


 

«¿Quién soy?» 
 


 

Susurros de voces muertas zumban en mí oreja. 
 


 

Mis ojos se abren con lentitud, poco a poco percibiendo una molesta y deslumbrante luz que lastima mi vista. Al cabo de unos minutos pude adaptarme; y con pesar, me levanté de donde estaba acostando, se siente húmedo; pasto, al levantarme por completo noté mucha vegetación a mi alrededor, me siento mareado y un poco desorientado pero puedo ver claramente un campo verde, árboles muy raros que se elevan en círculos, espiral. 
 


 

Al mirar hacia arriba, me quedo sorprendido al ver; no un cielo azul, un mar rojo extendido por lo que sería el cielo, es ilógico; incluso olas se forman y chocan entre si, dentro de ese mar se ven estrellas destellantes, viajando con la corriente haciendo ver el agua aún más rojiza. El oleaje se escucha muy levemente en mis oídos. 
 


 

Comienzo a caminar detallando cada lugar del paisaje, además de esos árboles, había plantas y flores tan grandes como uno de esos, y animales como; conejos, con rasgos depredadores, dientes más largos y afilados, pelaje gris; ojos rojos, patas musculosas y tensas; listas para un ataque furtivo. 
 


 

—¿Cómo rayos es tan grande?—.
 


 

Siento miedo de solo verlo afilar sus sentidos para cazar a una ardilla casi tan grande como el, mientras comía recostada en un árbol, el conejo saltó; tan rápido, que la ardilla no reaccionó cuando ya estaba devorando su cuello. Una escena que no quise ver más y me alejé de allí lo antes posible. 
 


 

—Este lugar es muy peligroso... Tengo que irme—. 
 


 

Aún con el miedo, puedo pensar con claridad, así que sin mucho más continué el camino y divisé a lo lejos la entrada de un puente, aumenté el ritmo de mi caminar. 
 


 

Al acercarme lo suficiente pude verlo perfectamente, no podía creer lo que veía, no era posible, un puente colgante; que carecía de vida. Aunque lo inquietante no era eso. 
 


 

El puente se conectaba a una isla, y donde tendría que haber agua; mar, no lo había; era el cielo, estaba debajo de las islas como si éstas flotaran, no acostumbrado a esta vista tan alocada, cerré los ojos, ya que sentí un mareo y vértigo que jamás había sentido antes. Es inaudito todo esto. Calmando mi respiración que se había acelerado junto a mi ritmo cardíaco, pude abrir los ojos nuevamente. 
 


 

Tomé aire y mire el sendero colgante que daba al otro lado. 
 


 

—Parece haber civilización—. 
 


 

Hablando conmigo mismo observé la otra isla, apenas notando una estructura algo alta a la lejanía, y antes de darme cuenta, el suelo bajo mis pies vibraba continuamente seguido de un estruendo, haciéndose más fuerte, volteo hacia atrás de mí, y lo que vi era una manada; de búfalos raros, que eran del tamaño de un perro, con cada galope que todos ellos daban con sincronización, hacían remover la tierra. 
 


 

Dan la sensación de ser tan pesados como un miembro de su especie normal y corriente, pero que solo están... Comprimidos en ese tamaño. 
 


 

Venían en mí dirección, esto es una isla al vacío de un cielo que, no es un cielo; y no quiero averiguar que pasa si me lanzo. 
 


 

—¿Se supone que tengo que cruzar ese viejo puente...?—. 
 


 

Volví a sentir más miedo y tensión por mí situación, pero no queda de otra, sin muchas opciones decidí cruzar, esos animales feroces se acercan. Más rápido, debo cruzar más rápido. 
 


 

Mis piernas temblablan y dejé de escuchar el estruendo, miro de reojo y lo que veo; me inquieta, todos estáticos a la orilla de esa isla, observando atentamente como voy cruzando, oí un bufido; y dieron media vuelta. 
 


 

—¿Qué les pasó?—. 
 


 

No entiendo que pasa, pero es bueno para mí, así que seguí el sendero, y si; otro problema, acabo de ver pasar una cucaracha del tamaño de un zapato, hacia abajo de los tablones de madera que forman el puente.
 


 

Pude llegar al otro extremo, sintiendo en mi corazón; algo de alivio, respiré el aire fresco proveniente de los árboles en espiral, te llena de vida este tipo de ambiente; es relajante, aunque peligroso también. No pude dar un paso más cuando vi que frente a donde estoy; un hombre, algo viejo y con un caminar cojeante, me miró; y me asombré de ver detrás de el, un camino sin vida; cada paso que daba detrás de el, el pasto y todo rastro de vida, moría. 
 


 

—¿Quién eres?—. 
 


 

Pregunté a la defensiva, inconscientemente colocando mi pierna izquierda hacia atrás, durante unos segundos se quedó en silencio; sin mirarme, segundos agobiantes y desesperantes que parecían horas, y habló. 
 


 

—Tu madre; tu padre, tu padrastro ¿los querías?—. 
 


 

Su pregunta fría y directa, chocó en mi mente, como viga de hierro que cae desde una alta estructura edificada, impactando en el concreto que abajo está. 
 


 

Sentí ganas de responder con sinceridad. 
 


 

—Solo a mi madre—. 
 


 

De repente sentí en todo mí cuerpo una fría y siniestra brisa que en pocos segundos marchitó todo alrededor, venía del viejo; que con los ojos entreabiertos, me mira fijamente, algo pasó que no podía entender, el estaba ahora tocando mi hombro, y sentí como mi cuerpo espezaba a volverse polvo. Estoy tan impactado y asustado que no puedo moverme «¿qué me pasa?». 
 


 

—No eres nadie Jack...—.
 


 

Ese viejo dijo en un susurro, carecía de vida el tono de voz, veo claramente como el se vuelve una silueta negra, que se funciona conmigo antes de hacerme polvo por completo. 
 



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En el texto hay: asesinos, romance, sangre y muerte

Editado: 03.08.2020

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