Mis tres amores

Capítulo 14: México lindo y querido

Con Alejandro descubrí una Habana que no conocía. La Habana nocturna, la vida más allá de las 10 de la noche y más allá del Café del Teatro Nacional. 
Dejamos una historia y un recuerdo en cada bar, teatro y antro que había en la capital. 
Éramos inseparables. 
Ale conoció a mi tribu y yo a cada uno de sus amigos, que para mi sorpresa no eran muchos. Amistades y conocidos tenía miles, pero era muy reservado con su vida privada y no a todo el mundo le daba entrada a ella. Me sentía afortunada. 
Llegó el día de la boda de Robert y fue maravilloso. La novia estaba hermosa, radiante, el novio feliz y un poco nervioso, hasta que la vio entrar a ella con su vestido blanco. Supe que eran novios desde hacía mucho y que se querían. Yo podía entenderlos perfectamente. 
La melodía fue todo un éxito, hubo lágrimas y las emociones estaban a flor de piel. Así es el poder que tiene la música, nos transporta y nos hace recordar. Para toda la eternidad, 
cada vez que alguien pensara en ese día, la canción de Ale estaría ligada a ese recuerdo. 
Una tarde me llevó a conocer a sus padres, que habían preparado una comida especialmente para mi mamá y para mí. Eran personas especiales, de las que conoces y anhelas que formen parte de toda tu vida. Comprendí muchas cosas de su personalidad: su bondad, su nobleza. La picardía la había heredado de su mamá y el amor por el drama 
y la tragedia le venía del padre. Entre ellos me sentí como una más, como si estuviera en casa y en cierto modo, allí estaba. 
Finalicé el proyecto del taller y los profesores estaban encantados con mi trabajo. Decían que mi investigación era la más abarcadora y con la visión más profunda de todas ¿Cómo no iba a ser así? Conocía a aquel hombre como a la palma de mi mano. 
Terminaba el segundo año de la carrera y no me esperaba la sorpresa tan grande que iba a recibir. 
Saliendo de la facultad con mis notas en la mano, mi pianista estaba esperándome con cara de cumpleaños. 
-Felicidades mi reportera del crimen. 
Me dijo y me regaló un beso. Siempre me besaba como si fuera la primera vez. 
-Al fin terminamos, necesito las vacaciones urgentemente. 
-Hablando de vacaciones, ¿Tú tienes pasaporte? 
- ¿Pasaporte? Noo, nunca me lo he hecho ¿Por? 
-Buenooo, es necesario que vayamos a hacerte uno lo más pronto posible.

No me lo podía creer.
-¿Se puede saber para qué? 
-Es que en 15 días nos vamos para México, tengo dos conciertos allá y unos compromisos para impartir unas clases. 
-Anjá ¿Y yo que tengo que ver en eso? 
-Que tú vienes conmigo. 
Me quedé paralizada, muda, aquello era demasiado que asimilar. 
-Pero ¿Cómo Ale? Si yo no sé ni tocar las maracas. 
Se rió y me abrazó. 
-Los mexicanos que me están invitando llevan casi un año detrás de mí para ir a esos seminarios y entre una cosa y otra yo no había podido. Me contactaron ahora y quieren que vaya en dos semanas, ta ta ta tan.... con un acompañante. 
- ¡Ahhhhhhh! no me lo 
puedo creer. 
Le dije emocionada. Él estaba más feliz que yo al verme como una niña pequeña dando brincos de alegría. 
-Vamos que hay que resolver el tema del pasaporte. 
Todo se resolvió sin contratiempos, pasaporte, papeles, visa. Mi mamá se quería morir cuando se lo dijimos. 
-Por tu vida Alejandro, si a esta niña le pasa algo en México yo te salgo a buscar con la Interpol. Mira que allá hay tremenda violencia. 
-Suegra no se crea todo lo que dicen en el televisor. Eso es en algunos lugares, pero 
tranquila que para la parte que nosotros vamos todo es nice. 
Después que le bajamos la ansiedad, se puso contenta por nosotros. 
El día esperado yo estaba tan nerviosa que no paraba de hablar. A mí me da por eso. Traía mareado a todo el mundo en el carro. 
-Amor, estate tranquila que todo va a salir bien. 
Me dijo Ale sin ningún tipo de resultado. 
- ¿Y si se cae el avión? 
-Amor, los aviones son de los transportes más seguros del mundo, más seguros incluso que los carros. Es mucho más probable tener un accidente en un carro que en un avión. 
- Sí, pero en un accidente en carro puedes no matarte. Si se cae el avión, adiós Lolita de mi vida. 
Me apretó contra su pecho. 
-No seas bobita. Nada va a pasar.
Llevábamos poco equipaje así que todo el proceso de Check In fue muy rápido. Ya en el avión me agarré del brazo de Ale y cuando aquella cosa fue a despegar casi me muero. 
La vista no tenía precio y fue un vuelo muy corto, en menos de una hora estábamos aterrizando en el Aeropuerto Internacional de Cancún. 
Cuando salimos a la calle, estaba aturdida de tanta gente, viajeros, taxistas con carteles levantados haciéndole seña a todos, familiares, una marea humana. 
Ale estaba como pez en el agua. Se notaba que tenía muchas millas de vuelo recorridas. 
Con total naturalidad, se dirigió al lugar donde estaban los taxis y encontró el que llevaba el cartel con su nombre. 
El taxista era muy conversador, nos preguntó si era la primera vez en Cancún y cuando supo que yo nunca antes había visitado México, me hizo la historia desde el padre Hidalgo hasta la actualidad. 
Llegamos al hotel donde nos íbamos a quedar y después de registrarnos subimos a la habitación. 
Una belleza, confort del bueno. El balcón daba a una vista de la playa de Cancún que me hizo dudar del eslogan de que Varadero era la playa más linda del mundo. Ese mar tenía más de 7 tonos de azul y una arena blanca, blanquísima. 
Estaba ensimismada con mi vista cuando me atraparon por la cintura. Mis manos de gigante. 
-Ven. Vamos a darnos un baño. 
El agua fue una bendición después de tanto ajetreo de aeropuerto. Estaba muerta de cansancio y solo quería quedarme debajo de aquella ducha, pero mi pianista tenía otros planes en mente. 
Me enjabonó todo el cuerpo y poco a poco fue despertando la fiera que llevaba dormida. 
Lo besé con un deseo como si llevara siglos sin besarlo, con la urgencia de quien siente que se va a despedir pronto de quién ama y con la certeza de que ese amor era para toda la vida. 
Ale estaba a cien, lo podía sentir. 
-Me vas a volver loco. 
Me dijo al oído y su voz al decirme esas palabras se me metieron en lo más profundo de mi ser. 
-Necesito sentirte dentro de mí. Pero ya. 
Le dije, me miró fuera de sí y ya todo lo demás fue historia.
Esos días fueron mágicos. México es un hermoso país lleno de cultura, sabores 
extraordinarios y vistas de infarto. Su gente es maravillosa, cálida, hospitalaria y andan siempre sonrientes. Probé comidas que eran nuevas para mí, visitamos lugares que parecían salidos de un cuento de fantasía: Isla Mujeres, Cozumel, Playa Tortuga, Chichen 
Itzá. 
Ale dio sus seminarios que fueron todo un éxito y los conciertos ya estaban vendidos desde antes de que llegáramos. 
Es increíble como personas desconocidas podían sentirse cercanos a él con solo conocer su música, su arte. 
De regreso a la realidad, nos pasamos el resto de las vacaciones cogidos de la mano, yo no quería despegarme de aquel hombre y él no tenía ninguna intención de dejarme ir. Ale cumplió su promesa de enseñarme un mundo desconocido. Desde el Caribe hasta Alemania, España, Canadá, Colombia, Italia. 
Lo que comenzó como una entrevista fue creciendo y tomando dimensiones gigantescas. 
Ale compuso la banda sonora de mi vida. 
Y yo le di melodía y ritmo a la suya. 
Con el paso de los años nuestra relación se hizo sólida como una roca. No había nada que pudiera contra aquello. Tuvimos problemas como todas las parejas, pero se resolvían en un abrir y cerrar de ojos. La certeza de que vas a estar con una persona el resto de tu vida 
te brinda una seguridad sorprendente. Ale era mi lugar seguro, mi familia, yo era su refugio, su musa. Me decía que su arte y su inspiración vivían dentro de mis ojos. 
La tribu creció, las chicas conocieron parejas increíbles y finalmente nos graduamos. En la fiesta recibí una de las mejores noticias de mi vida. Iba a ser tía, Vale estaba embarazada de 4 semanas. Sabía que ese niño o niña iba a ser el más afortunado del mundo, tendría un ejército de cariño a su disposición. 
Me alegró inmensamente ver a mi amiga feliz, al futuro padre culeco y cuando me percato, Ale me miraba con una expresión que no pude descifrar. 
- ¿Qué pasa? ¿No estás contento? Vas a ser tío. 
Le dije buscando su mirada. 
-Claro que estoy contento. Mi primer sobrino. Y... ¿cuándo crees que tú y yo podamos, tú sabes, comprar culeros? Este Ale era un banquete. 
-Me parece que vamos a tener que esperar un poco Ale, me acabo de graduar amor, quiero 
hacer cosas. ¿Me entiendes? 
-Sí amor, te entiendo, pero bueno, podemos ir practicando y así perfeccionamos la técnica.
-Jajajaj a eso sí no me puedo negar. 
Salimos de la fiesta y al llegar a casa estuvimos toda la noche haciendo el amor. La vida continuó para todos, no solo para Ale y para mí. En los dos años posteriores a mi graduación, comencé un trabajo que me encantaba haciendo reportajes para una revista independiente, conocí lugares de Cuba que ni imaginaba que existían y conté historias de personas increíbles. 
Mi mamá encontró un hombre maravilloso o más bien el hombre maravilloso la encontró a ella. Le di gracias a la vida por su alegría y por la tranquilidad de que no estuviese sola. 
Sara fue aceptada en una maestría lanzada por la Universitaria Nacional Autónoma de México y me sentí profundamente orgullosa de ella, aunque sabía que no iba a ser fácil tenerla lejos. 
-Sabes qué solo vamos a estar a la distancia de una llamada. 
Me dijo ese día en el aeropuerto y la abracé con el alma encogida. 
-Cuídate mi amiga y regresa con un vato. 
Nos reímos y se fue mi Sara, my little sunshine iba a iluminar otro cielo. 
En febrero del 2018 celebramos junto con Vale el primer añito de Lucas. Fue una fiesta hermosa, llena de colores y regalos. El único niño en una marea de adultos. Era el centro de todos, nuestra felicidad. 
Ale estaba de viaje y tuvo que participar en el cumple a través de una llamada al igual que tía Sara. 
-Estoy loco por verte. No veo la hora de llegar. 
Me dijo cuando termina de felicitar a los padres del cumpleañero. 
-Yo igual, contando los días que faltan. 
-En tres días te voy a dar una sorpresota. 
Me dijo al otro lado de la línea. 
-Uyyy si estaba ansiosa ahora lo estoy más aún. 
-Nos vemos tesoro, te amo. 
Esa noche me quedé en casa de Vale, extrañaba a Ale y no quería quedarme sola. En tres días regresaba mi pianista y no se imaginaba que yo también teníauna sorpresita que darle.




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