Misma sangre

Capítulo 12: Viernes

A pesar de comprobar la identidad del fallecido, tenían que acudir hacia la morgue a reconocer el cadáver. Mariam, era aún menor de edad, era imposible que ella pudiera reconocer el cadáver.

Mariam apenas podía sostener a su madre, sus lágrimas parecían infinitas, sabía que, de ambos, quién más había amado había sido ella, su madre. Marial, no llegó a derramar ninguna lágrima, empero, su expresión delataba su turbación. Apenas habían dormido durante la noches, las tres lucían ojerosas, cansadas y apesadumbradas.

Los agentes habían llegado hace apenas unos minutos, solicitando que alguien las acompañara a la morgue, además del reconocimiento, tenían que realizar todo un papeleo, referente a la investigación y al velorio. Mariam no quería que su madre tuviera que pasar por todo aquel proceso, pero, sabía también de la mala relación que Marial tenía con su padrastro. Aunque no quería hacerlo, sugirió que su hermana podría acompañarlos, Marial podría afrontar con todo, mientras ella contenía a su madre.

Marial apenas pudo contener su estupor. No quería ser ella quién tuviera que reconocer el cadáver de tan despreciable ser. No quería ni siquiera que este tuviera alguna lápida donde recordarlo. No lo soportaba, era ilógico, el debía morir en la más absoluta humillación, sin que nadie lo recodase.

El oficial parecía un poco apurado, y la mirada de Mariam y de su madre, terminó por comprometerla en realizar algo tan horrible, apenas logró contener un suspiro, y a duras apenas logró asentir, a pesar de la pesadez que sentía todo su cuerpo, caminó hasta la patrulla que esperaba por ella y el agente, de reojo podía observar a algunos de sus vecinos observar desde la ventana.

No soportó aquello y olvidó por completo la pesadez para subir de lo más rápido a la camioneta. El camino fue relativamente corto. Ninguno de los oficiales mencionó nada, todos parecían querer darle espacio para contener su dolor.

A pesar de la situación, Marial se sintió un poco más aliviada. La sensación que tenía viviendo en casa con ese sujeto era agobiante y parecía que el destino había decidido cobrárselas y aquel hombre había pagado.

En cuanto llegaron, espero unos minutos junto a uno de los oficiales más jóvenes, quien no había dejado de observarla desde que había subido al auto. Parecía interesado en iniciar una conversación con ella, pero Marial no tenía ganas. No quería hablar con nadie. Aunque no podía negar que había algo que aquel oficial tenía que la atraía exponencialemente.

En cuanto permitieron su ingreso, el mismo oficial continuó acompañándola. Ingresar a una sala repleta de cadáveres no era nada agradable, si uno no está interesado en ello, y era claro, que la jovencita que ingresaba estaba aterrada. Caminaron algunos metros y se detuvieron a los pies de una de las camas. En la parte inferior había un pequeño rotulo, Marial llegó a leer el nombre de su padrastro escrito. Lentamente uno de los presentes se acercó hasta la cabecera para levantar suavemente la sábana blanca que cubría el cadáver. Fue también quien le indicó que se acercará, Marial apenas pudo dar algunos pasos, el aroma del lugar de por sí era nauseabundo, sin embargo, ver el cadáver estuvo a punto de detener su corazón. Su rostro era una masa apenas reconocible y parte del torso que podía observar se encontraba cubierto de moretones, quemaduras y cortes. Era un verdadero espectáculo de terror y sangre. Y apenas pudo contener un grito de espanto cuando repentinamente la mano de su padrastro descendió y vio aquella muñeca desprovista de dedos. Con mucho más cortes que el torso.

No pudo con todo aquello, y salió corriendo apenas controlando las arcadas que sacudían todo su cuerpo, internamente agradeció recordar donde se encontraba el baño.

Todo su estómago se sentía revuelto, y las arcadas no cesaban, mientras las lágrimas recorrían por todo su bonito rostro. No pudo y no podía con todo ello. Era asqueroso todo lo que había visto.

Pero más, más le dolía…más le dolía… no podía desahogarse, aquel oficial que tanto la había estado mirando llegó hasta ella, Marial no había cerrado la puerta del baño, y a pesar de que una parte de ella odiaba estar en esa situación tan espantosa, se dejo contener por él.

A pesar de que era un completo desconocido, no dudo en refugiarse en él. Aceptar esas suaves palmaditas en su espalda y la forma delicada en la que sostenía su cabello.  

Estuvo con ella hasta cuando las arcadas terminaron, entonces la envolvió en un fuerte abrazo. Marial se sintió protegida después de mucho tiempo. Su llanto incremento mucho más, muchísimo más. Necesitaba desahogarse y liberar a su conciencia. Necesitaba de ese abrazo hace muchísimo tiempo. Por algún motivo todo su cuerpo, su corazón y ella misma parecían gritar que debió haberlo conocido hace mucho tiempo.

Su cercanía no la aterraba.

Sus brazos no la dañaban.

Sus manos le infundían una sensación cálida.

[…]

Después de hablar algunas horas con el agente encargado de la investigación Marial por fin podía regresar a casa. Ya había realizado todos los papeleos, y también le habían informado de las pruebas que habían recolectado de la zona donde habían encontrado el cadáver.

Al parecer el asesino era un inexperto. También le indicaron que el crimen había sido muy bien planificado, muchos detalles habían sido borrados, y parecía ser que el asesino había estudiado muy bien la zona y conocía muy bien a su víctima.



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En el texto hay: asesinatos, familia, venganza

Editado: 17.06.2022

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