Me despierto por el sonido de la alarma de todos los días; me levanto de la cama y salgo de la habitación de Charles y camino hasta la de Derick para asegurarme que este despierto.
Entro en la habitación y lo veo aún dormido. ¿Qué se supone que haré con este niño?
Me acerco a despertarlo.
Lo despierto y me aseguro que entre a ducharse, m dirijo nueva vez a la habitación de Charles.
Me ducho rápidamente y me visto con la ropa que había elegido la noche anterior esperando a Charles; él cuál nunca llegó.
Me esta desesperando la mezcla de pensamientos y sentimientos que estoy teniendo, aunque se que Charles no haría nada para lastimarme... no lo sé, me está frustrando su actitud.
Mi vestuario consiste en un conjunto de color blanco y tacones negros. Me maquillo levemente antes de colocármelo, recojo mi larga cabellera en una coleta. Ahora si me visto y salgo de la habitación.
Entro a la que ocupa Derick y lo encuentro ya vestido tomando la mochila, bajamos a desayunar, como solo éramos el y yo decidí quedarnos en la mesa de la cocina.
Pocos minutos después salimos a la entrada de la casa dónde nos espera Hector el chofer de Charles. Fuimos a dejar a Derick primero, luego hasta el banco.
Entramos en el parking subterráneo, Hector aparco el auto y pocos minutos después abrió la puerta para mí; aun no me acostumbro a que hagan algunas cosas por mí, al principio salía del auto sin esperar que Hector abriera la puerta pero luego me pidió que le dejara hacer su trabajo como corresponde.
Caminamos hasta un ascensor, entramos, Hector marca el último piso, siento como el ascensor se mueve mientras los nervios me carcomen. El ascensor suena en señal de que había llegado a su destino y abre sus grandes puertas.
Nos deja ver un vestíbulo enorme, colores monocromáticos y fríos. Me quedo parada sin dar un solo paso.
—Señorita, deberíamos bajar.
Reaccione rápidamente y salí del ascensor.
Una hermosa rubia alta de ojos azules nos recibe:
—Buenos días Señores; Señora Hartmont acompáñeme, el señor la espera.
¿Señora?
¿Hartmont?
—Señorita James — le quise corregir pero no lo hice.
Hector se despidió y desapareció tras las puertas del ascensor. No me quedo más opción que seguir a la rubia alta.
Caminamos por unos largos pasillos hasta llegar a una gran puerta con una placa "Sr.Hartmont president"
—Él señor ya la espera, tenga buen día Sra. Hartmont
—Gracias...
—Ilinoys.
—Gracias Ilinoys— le ofrecí una sonrisa.
Ilinoys desapareció por el pasillo que habíamos cruzado unos minutos atrás contorneado sus caderas muy sexy.
Di dos toques a la puerta, escuché a Charles decir un pasé al otro lado.
Abrí la puerta, encontrándome con un Charles con un temple serio que al verme de relaja. Esta enfundado en un traje azul marino, camisa blanca y corbata roja, con un gran ventanal tras él. Aunque con lo atractivo que se ve no puedo evitar pensar en que ese no fue el traje con el que salió de casa ayer.
Sonrió al verlo porque en realidad lo extrañé a mi lado anoche. Se pone de pie y camina a paso rápidos hacia mí.
Cierro la puerta y doy dos pasos a su encuentro, lo abrazo fuerte y lo beso dejando a tras el enojo de quedarme esperando la noche anterior y ni recibir un "esta noche no llego."
—Te espere hasta tarde.— le dije al sepáranos del beso que me robo el aire.
—Lo siento. Enserio lo siento tanto, me quede revisando unos documentos hasta tarde que no me cuadraban y aún no me cuadran y me quede dormido.
Quede un poco aliviada al escuchar eso y saber que todas las cosas que pensó mi mente anoche no fueron ciertas.
Ahora él es quién me besa. Continuó el beso gustosa, sus manos se apoderan de mi cintura acercándome más a él.
—No vuelvas a hacerlo, por favor, pensé muchas cosas. — dije con la respiración entre cortada.
—Lo prometo.— acunó mi rostro en sus manos y me dió un pico.
Tomó mi mano y me guió hasta una pequeña sala; esta oficina es enorme.
Nos sentamos y tomo mi mano juntando con la sortija.
—Me encanta ven esa sortija en tú dedo. Me da confianza y tranquila de saber que nadie más te tendrá, que serás enteramente de mi propiedad. Mi esposa. Y cuando todo aquel vea tú mano sepa que tienes dueño.
—Y a mi me da confianza escucharte decir este tipo de cosas, me pone feliz saber que me amas solo a mi y que lo que pensé anoche solo eran tonterías.
—¿Qué pensaste anoche?
—Nada importante.
—¿Qué pensabas Helena?
—Pensé que estabas con alguien más.
Vi decepción en sus ojos y bajé la mirada.
—Helena mírame.
Negué.
—Joder,Helena Mírame. Yo nunca te haría algo así. Yo te amo. Porque pensaste algo así.
— Charles no lo sé, desde el día que te dije que tenía miedo de quedar embarazada te alejaste, pasaron días y te sentí muy frío, van dos noches que no llegas y si no me he devuelto a mi casa es porque te amo pero enserio me confundiste.
—Eso no es cierto Helen.
—Te das cuenta que tenemos casi un mes que no hacemos el amor. Llegas, te duchas, me das un mendigo beso y te duermes... A la mañana siguiente es lo mismo ¿cómo no quieres que piense eso?
—Lo siento, es cierto, me aleje pero Helena no sabes cuanto anhelo ser padre y escucharte con ese temor fue como decirle a un niño que no puedo ser lo que más desea.
No dije nada... no sabia que decir ¿Qué se supone qué dijera?
—Lo lamento. —Fue todo lo que puede articular.
—No, no lo sientas Helena. Sólo te pido que confíes en mí y lo intentemos, te prometo que todo va a salir bien.
Su mirada esta clavada en la mía, la seguridad en sus ojos me hacen confiar y asiento, en señal de que se quiero intentar formar una familia con él.
Dimitria ...
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Editado: 05.05.2021