―¿Y bien? ―Suzanne pregunta con una cara de expectativa que me hace poner los ojos en blanco.
―¿Sobre qué? ―pregunto indiferente mientras agarro mi malteada frutal y me recuesto en la poltrona observando el cielo despejado.
Es sábado y para desentenderme y relajarme un poco de toda esta situación, la he convidado solo a ella porque es a quien le tengo más confianza, a pasar el fin de semana en el club de nuestro hotel principal Flour Spring y aceptó sin dudar. Siempre lo hace porque le encanta tener estos espacios de buena vida sin tener que pagar un peso. A mí no me molesta complacerla.
―No te hagas ―dice colocándose un poco de bloqueador en el cuerpo cubierto por un diminuto bikini que no deja mucho a la imaginación―, sabes de qué hablo.
―Si lo preguntas por mi cita con Dariel, solo diré que fue muy bien. Como lo esperaba.
―¿Solo eso? ―inquiere haciendo que resople―, ¿no crees que eso debería preocuparte?
―No, Dariel es correcto en todo lo que hace. Puede que tenga algunos defectos, pero eso no es suficiente para desecharlo a la primera.
―Vaya, parece que hablas del hombre ideal.
―¿Y por qué no?
―De acuerdo, entonces eso quiere decir que ya te decidiste.
Eso quisiera.
―Sí y no.
―¿Y cuál es la duda?
―Aún debo esperar a ver con qué sale el tonto de Allan.
―¿Te hace ilusión salir con él?
―¡Ni al caso! ―resoplo ante su insinuación.
Como es de esperar se ríe de mí y yo arrugo la cara. Me pongo mis lentes de sol y me termino de beber mi malteada. En cambio, ella agarra su daiquiri de fruta tropical y se deleita tomándolo.
―No crees que es temprano para beber alcohol
―Vamos, Lou, nunca está de más un buen trago. Deberías probar uno para quitarte lo amargada.
―No gracias, déjame así―declino.
―Aguafiestas, pero viéndolo bien Dariel y tú serían tal para cual.
―Graciosa.
Mi teléfono suena y es una llamada de mamá. Quiero y no contestarla, lo cierto es que después de regresar de mi cita parece preocupada de que todo haya salido bien. Tampoco es que tuviera muchas expectativas, porque si algo sé es que, aunque Dariel quiera desligarse un poco de los Woods principales, pertenece al mismo molde, y eso no es que esté mal porque encaja con lo que busco. Un hombre centrado en lo que quiere. Con propósitos y metas claras. Dudo que Allan haga algo como eso.
―Es mi madre, voy a contestar ―digo poniéndome en pie.
No puedo ignorarla porque no me dejará en paz desde que supo que me vendría al hotel todo el fin de semana. Aparte que lo hago para poder afrontar de forma más serena, lo que se viene en la siguiente.
―¿Y tienes que irte?
―Presumo que no tendrás problemas con quedarte sola ―repongo y ella sonríe.
―Por supuesto que no, así que vete.
―Vendré a recogerte cuando estés borracha.
―Graciosa ―se mofa volviendo a tomar de su bebida.
Yo agarro el teléfono y luego de colocarme los auriculares devuelvo la llamada yendo de vuelta hacia la habitación.
―Hola, mamá ―digo.
―Lou, ¿dónde andas metida que no me contestas?
―Mamá, bajé un rato a la piscina.
―¿Y qué te impidió contestarme?
Mamá me hace suspirar con su pregunta.
―Nada, solo acabo de verla, perdóname por eso. Ahora dime cuál es la urgencia. Creí dejar todo arreglado para cuando vuelva el lunes al trabajo.
―No te llamo por trabajo, ya lo sabes.
―¿Vas a seguir preguntando si tengo alguna objeción con Dariel? Debería haberte quedado claro que todo fue increíble y hay una posibilidad de que todo pueda alterarse para los Woods.
―¿Seguro que piensas en tus hermanos cuando dices eso?
―Cada vez que hablo contigo tengo la impresión de que no te gusta como estoy inclinando mi balanza, teniendo en cuenta que esto es como un sacrificio sobre el que no protesto.
―Es porque sabes lo que es más conveniente.
―Puede que lo sepa, pero ¿Qué hay si quiero pensar solo en mí?
―Todo esto se hace pensando en ti y en tu bienestar Louisiana ―dice y se me antoja que sus palabras llevan algo de reproche.
―Bien, mamá, ¿Qué es lo que quieres decirme?
―Es sobre Allan ―contesta.
―¿Ya su madre se contactó contigo?
―Sí.
―Entonces dime cuando lo veré para ir preparándome mentalmente para encontrarme con él.
―Lo dices como si le odiaras, recuerdo que eran muy unidos de pequeños.
―De niños, bien lo dices. Cuando crecimos se volvió un idiota y sabes muy bien lo mal que se comportaba conmigo.
―Tal vez tenía una razón, ya sabes que nunca quiso que le incluyeran en ningún plan.