Capítulo 19

―¿A dónde quieres que te lleve? ―Allan pregunta, recordándome en la situación que estamos.

Sin embargo, ahora mismo no quiero ir a casa. Desde que salimos de allí mi teléfono no ha dejado de vibrar con innumerables llamadas de mamá, y aunque la verdad no quiero hablar con ella, tengo que hacerlo o no me dejará en paz.

―Quiero ir a tomar algo, puedes dejarme en Gipsy Bar, sobre la calle Haller.

―¿Segura?

―¿Sobre qué?

―Acerca de ir a beber.

―¿Eso te preocupa?

―Digamos que sí.

―Pues no te preocupes. Si puedo comer sola, también puedo beber sola ―expongo y su expresión pasa a más divertida.

―¿Sigues molesta por eso?

―Para nada.

―Me da la impresión de que sí, pero para que lo sepas no era un desplante.

―Te dije que no me preocupa ―recalco poniendo los ojos en blanco.

―Tenía algo que hacer, por eso no me quedé.

―No tienes que darme una explicación ―digo rebuscando en mi bolso porque el teléfono vuelve a vibrar.

Pero al hacerlo descubro que si bien tomé el bolso se me olvidó sacar lo que había metido allí aquella noche, cortesía de mi traviesa amiga. Allan no pierde pista de mi intento por esconderlo, pero termina dándose cuenta.

―Vaya, no me digas que tenías otras intenciones.

―¡Ni al caso! ―exclamo volviendo a meter los preservativos en el fondo del bolso.

Por lo general nunca suelo revisarlos porque siempre suelo llevar lo que necesito, además que solo lo abrí para meter el teléfono y no miré el interior, tampoco lo recordaba.

―En ese caso, no te dejaré beber sola.

―Te dije que no necesito tu compañía, seguro tendrás algo que hacer.

―Por supuesto, cuidar de mi futura mujer ―repone haciéndome resoplar y arrugar la cara―, deberías contestar o no te dejarán paz ―añade antes de que replique.

Sin embargo, tiene razón.

―Hola, mamá ―contesto, aunque a regañadientes.

―Lou, ¿A dónde te has ido con Allan? ―me increpa mamá.

―Salo salimos de allí, ¿Cuál es el problema?

―¡Allan es el problema!

―Bueno, ahora es mi problema.

―Cariño, tal vez deberías recapacitar. Ya nos hemos enterado de los malos ratos que te ha hecho pasar.

―¿De qué hablas?

―Dariel nos contó todo, por lo que cree y también lo estoy pensando que él te está manipulando

―¿Mamá de que hablas?

―Lou, querida, no es tarde para retractarte ―continúa mi madre haciendo que resople con fuerza.

―Mamá, hablamos mañana, me quedaré en casa de Alaska esta noche para que no te preocupes.

―¿Lo dices en serio?

―Sí, ya le he avisado. ¿Lo hablamos con calma mañana?

―Está bien, pero prométeme que es cierto.

―Sí, mamá, adiós ―digo y le cuelgo.

De inmediato mando un mensaje a Alaska.

“Le he dicho a mamá que pasaré la noche con ustedes, no me desmientas cuando te llame. Te veo más tarde hermanita”.

Escribo y aguardo. Por suerte Alaska me responde.

Qué bueno que me avisaste, porque ya está llamándome. Más te vale que me vengas u me expliques como salió todo, esta noche. Así que no llegues tarde.

Vale, hermanita, así lo haré.

Suspiro guardando el teléfono de nuevo.

―¿Y bien? ―pregunta Allan.

―Llévame a Gipsy, ahora no te diré nada ―respondo y aunque por primera vez le veo fruncir el ceño, da vuelta al timón para dirigirnos al bar que le indico.

Es un lugar al que me gusta ir porque es un lugar para relajarse. A Suzanne no le gusta porque dice que es para viejos, en cambio, a mí me encanta que te puedas tomar una copa sin tanto ruido alrededor.

Llegamos a Gipsy que al ser un lugar exclusivo y nada bullicioso, no es difícil encontrar una mesa para los dos.

―¿Qué? ―pregunto cuando él repasa con su mirada todo a su alrededor.

―Nada.

―Seguro que esto difiere de lo que está acostumbrado a frecuentar.

―Lo dices como si me conocieras.

―¿Y no te conozco?

―Es lo que crees, pero la verdad es que no.

―Oh, vamos Allan, sigues siendo el mismo problemático de siempre.

―¿Lo dices por lo poco que has visto de mí?

―¿Poco? Te he conocido casi una vida.

―Supongo, pero de eso hace algunos años.

―Puede que sea así, pero parece que sigues siendo el mismo.