Los destinos son tan sorprendentes.
Era 1498 d.C.. Al atardecer, en tierras templadas al occidente, en las faldas del volcán mas alto de la región, un hombre herido, que huía del ataque a su comunidad, cayo al borde de la muerte. En sus brazos llevaba a su hijo de apenas 6 meses, oportunamente envuelto en muchas sabanas, a quien puso en un costal hecho de hojas improvisado y lo dejo en la corriente del río. El padre ya no resistía mas, y cayo muerto instantes despues de que dejo al niño.
Pasaron horas, el bebé estaba hambriento, lloraba, su llanto era escuchado en cada rincón de las montañas. Pero casualmente el aire no era tan fresco, el agua tenia un oleaje tranquilo.
Un quetzal se acerco al bebé, con su presencia calmo el llanto del pequeño inocente quien lo miraba con curiosidad y reía al escuchar el silbido de aquella hermosa ave. Entonces se quedo con el para cuidarlo.
Despues de bajar varias montañas, en un valle no muy lejano al volcán, una mujer se encontraba recogiendo agua del río. Era una noche tranquila, silenciosa, y entonces escucho el silbido de un ave. Llamo la atención de la mujer, vio el canasto a mitad del caudal, sin pensarlo fue por él, aun con mayor desesperación cuando comenzó a llorar el bebé.
Al tomar el canasto se dirigió a la orilla, donde ella se encontraba, y sorprendida miro al bebé. Aquel quetzal seguía ahí. -Criatura inocente ¿quien te dejo aquí?¿como es posible que vagues por este río peligroso?- dijo la mujer. El quetzal se poso en su mano, y luego fue con el bebé, tratando de decir que lo tomara.
Aquella mujer joven era de una comunidad azteca que se encuentra a unos metros del río. Por su cultura y sus creencias, creyó que aquel quetzal era el espíritu del dios Quetzalcoatl. - Señor Quetzalcoatl ¿es usted? ¿Que pretende que haga con este niño? ¿Cuidarlo?- preguntaba la mujer. En efecto, era Quetzalcoatl, quien asintió con un silbido. Después tomo vuelo. Aquel bebé era de piel clara.
-Hermosa criatura, dudo mucho poder cuidarte. ¿Como podre mezclarte en una sociedad morena, cuando tienes el color de la arena en tu piel? Podría creer que mi señor Quetzalcoatl te eligió, pero el mundo no-. Después de decir estas palabras, el quetzal apareció de nuevo, en sus garras traía un collar de conchas, pequeñas obstidianas, escamas de serpiente y un metal al centro de desconocido origen, al ponérselo al bebé este tomo un brillo azul por unos segundos.
La mujer quedo impresionada. -Mi señor, si esta es tu voluntad lo cuidare, y lo haré tu guerrero, prometo protegerlo si tu pueblo lo mira con desprecio- dijo la mujer. A esto, el quetzal tomo vuelo hacia el volcán y desapareció entre la neblina de las montañas.
La mujer tomo su jarrón de agua, y al niño. Se dirigió a su pequeña pero humilde casa, en las afueras del pueblo.
Su nombre era Yetzalin, era la curandera herbolaria del pueblo, con gran reputación, y muy querida entre los pobladores de Ahuilizapan.
Preparo una rica papilla para el pequeño, algo de té, y su espacio en la cama. -Te llamaras Mixcoatl. Te cuidare como a mi propio hijo, y juro por nuestro señor que no te pasara nada, mi pequeño trozo de nube.-. Asi comenzó la existencia de este aventurero.
Aquella noche, la luna brillaba como nunca, y el exterior tenía un olor a perfume.
Los primeros 6 años de Mixcoatl los paso en casa, podía salir a disfrutar del exterior pero nunca acercarse con "extraños". Yetzalin, su madre, no quería que su pequeño sufriera, que la sociedad lo marginara por ser diferente. Lo educo, le enseño todo lo relacionado con la escuela, le enseño cosas sobre los dioses, le enseño el respeto que tiene nuestra madre tierra. Cada noche le contaba leyendas, historias sobre el origen de nuestro mundo, y mas sobre Quetzalcoatl.
Mixcoatl era muy curioso, y también muy cuidadoso con los animales y las plantas. Un día, Yetzalin y su pequeño subieron a las montañas en busca de unos vegetales y una plantas para sus medicinas, para su sorpresa encontraron un lobo blanco herido, era hembra. Yetzalin saco sus cosas y trato de ponerle un remedio, pero aquella distracción hizo que perdiera de vista a Mixcoatl. -¡Mixcoatl! ¿Donde estas?- no había ido tan lejos, él llego a una pequeña cueva donde estaba la cría de aquel lobo. Por un momento Yetzali pensó en dejarlo solo, cuando la madre lobo se acercó a ellos, tomo a su cachorro y le los entrego. Justamente estaba ahí el quetzal, observando todo y agrego un silbido. La madre lobo murió, y Yetzali se llevo a su pequeño cachorro.
Aquel pequeño lobo se convirtió en su mas fiel amigo de Mixcoatl. Todo el tiempo estaban juntos, siempre cuidaba a Mixcoatl cuando corría riesgo de un pequeño accidente. Nombro a su fiel amigo Mixtli. Ya no se quedaba solo en casa, tiene compañia, la rutina seguía siendo la misma... Yetzali salia a vender sus productos y ofrecer sus servicios de enfermera y llegaba hasta el atardecer, mientras tanto Mixcoatl cuidaba y arreglaba la casa.
Una tarde, el quetzal llego a la ventana de su hogar, Mixcoatl y Mixtli tomaban una siesta, pero Mixtli despertó y corrió detrás del quetzal para jugar, a su vez Mixcoatl corrió detrás de él. Pasaron por las calles del pueblo, algunas personas lo observaron, Mixcoatl se dio cuenta de que lo estaban señalando y comenzó a sentirse raro, también su madre lo vio "Ay no, lo que me temía...". Entonces el quetzal llego al templo azteca de la comunidad, y ahí desapareció. Mixtli se quedo ahí quieto, y detrás de él Mixcoatl entro... Se encontraban algunas personas colocando ofrendas.