Capítulo 8
El lunes 19 de Febrero, mi alarma sonó para un día más de vida, y comienzo de semana escolar. Estaba un tanto emocionada de regresar a la Preparatoria, hoy vería de nuevo a mis amigos y el fin de semana esta tan cerca como mi cumpleaños. Me levante de la cama y fui directo al baño, MoonMan seguía durmiendo cuando salí al terminar de bañarme. Fue una noche muy pesada para los dos, tuve muchas náuseas hasta que no lo soporte más y vomite prácticamente todo lo que había comido en el día, solo que, preferí no decirles a mis padres, no han estado muy contentos con mi actitud ni yo con la de ellos, no me pueden impedir tener una vida aun cuando esté pasando por…
- Si te llegas a sentir mal en clase, avísame y nos regresamos a casa. – Mire a la cama de MoonMan y asentí.
- Lo haré, no te preocupes, ya sabes, días malos, días buenos. – Me alce de hombros restándole importancia, creo que a estas alturas tengo que hacerme a la idea de sentirme de esta manera. Fuera de órbita.
- Se lo que estás pensando. – Me respondió.
- ¿Ahora eres adivino? – Ambos reímos cuando camine a la pequeña cocina para preparar pan tostado.
- No, solo soy la Luna. – Me sonrió y se puso de pie para ayudarme. – Me preocupa que esto lo quieras hacer tan… tuyo. Tus padres merecen saberlo. – Deje el pan sobre puesta en la tostadora. ¿Cuándo compre eso?... en fin, ya había tomado una decisión.
- Tal vez, pero merecen estar tranquilos, esto dejo de ser suyo hace mucho tiempo. – Conteste al caminar por la mantequilla en el refrigerador. – ¿Quieres jugo de naranja? – Alce la vista para ver a MoonMan y el negó.
- Lo mejor será que tomes un licuado, ayer traje fresas, te hará bien, tu estomago esta sensible. – Bien…me rindo con este hombre y su pijama de conejos. Tome la mantequilla y las fresas junto con la leche para dejar ambas cosas en la mesa y tomar el pan de la tostadora y colocar más.
MoonMan tomo las fresas de la mesa y comenzó a preparar el licuando mientras yo le colocaba la mantequilla al pan. Los puse en diferentes platos, y coloque ambos en la mesa donde los vasos con el licuado ya se encontraban. Nos sentamos uno en frente de los otros entretenidos en nuestros respectivos desayunos. Escuchamos como alguien tocaba la puerta y MoonMan desapareció, me levante de la mesa y llegue hasta la puerta con un pedazo de pan en mi mano izquierda, quite el seguro y abrí a medias la puerta para ver de quien se trataba. Mi hermana estaba parada sobre la entrada viéndome algo desesperada.
- ¿Pasa algo? – Le pregunte.
- Se hace tarde. – Ella mira su muñeca izquierda como si trajera un reloj y yo ruedo los ojos.
- Bien… iré a lavarme los dientes. – Ella asintió.
- No te tardes, mi papá ya nos está esperando. – Le di media sonrisa y cerré la puerta para ir al baño y lavarme los dientes.
Cuando llegamos a la escuela, muchos de los alumnos dejaron de entrar a la preparatoria para darme un poco de su atención. Mire a mi padre antes de irse a su trabajo, creo que le suplique con la mirada, pero aun así me negó irme de la escuela. Suspire y esta vez vi a mi hermana.
- Vamos Camila, y entra… ¿O le tienes miedo a tus admiradores? – Me sonrió con sarcasmo y entro a la escuela mientras yo la veía molesta.
- Si serás idiota. – Dije después de un tiempo. No me quedo de otra y seguí caminando hasta llegar a mi aula donde algunos de mis compañeros ya se encontraban en sus respectivos lugares.
Llegue hasta mi lugar y las miradas de los demás me siguieron, no les quise poner atención y me concentre a mirar el frente hasta que mis amigos llegaran y se sentaran cerca de mí. La primera en llegar fue Kath, quien no tardó mucho en dejar sus cosas y luego venir conmigo, se sentó enfrente de mí ya que mi compañero Raúl aun no llegaba, son sonreímos con complicidad antes de comenzar a hablar.
- Todos los que están afuera hablan de ti… vaya, la estas rompiendo. – Nos reímos con ganas por el comentario y sentí como algunos se nos quedaron viendo con sumo interés.
- Que va, solo hice que los corrieran de la preparatoria. – Dije entre risas. No estaba muy a gusto por la situación, pero venga, ellos se lo buscaron, los golpes solo atraen problemas que se pueden arreglar hablando, claro… entiendo que la ofendí, pero ella también lo hizo, solo una de todas las de ella.
- ¿Piensas en algo? – Mire a Kath con interés. – Te sigues perdiendo en tu mente, pequeña soñadora. – Vaya que me conoce.
- Pues… debo confesarte que me siento mal por ellos. – Termine con una mueca en mi rostro.
- ¿Por qué? Ellos te intentaron lastimar. – Rayos, ¿Cómo le explico?