Capítulo 13
Di varias vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Desesperada me levante de la cama y camine hasta la cocina para tomar un vaso, después me dirigí hacia el refrigerador y saque la limonada que entre semana MoonMan preparo.
- Me sorprende que madrugues. – Se acercó a mí mientras termino de servir jugo en mi vaso.
- No podía dormir. – Es la única verdad.
- Pues diría que es por la compañía, pero sé que no es la respuesta correcta. – Ambos dimos media vuelta y vimos como Dafne seguía durmiendo en mi cama. – ¿Te da miedo lo que el doctor te diga? – Yo solo asentí y tome parte de la limonada para distraerme del amargo pensamiento en morirme pronto.
- Si me dice que tengo una semana de vida no sé qué haría. No quiero morir tan pronto, estoy de nuevo con mis amigos, quiero terminar la preparatoria y conocer mejor a Dafne. – Solté algunas lágrimas por aguantar las ganas de gritar.
- ¿Quieres salir a caminar? – Negué con la cabeza. – Si quieres correr puedo ayudarte. –
- ¿Puedes…? – Esa idea me aprecia mejor.
- Si… solo tranquilízate. – Asentí, me limpie las lágrimas y tome el resto del jugo de mi vaso. – Bien, esto será extraño, sentirás mucha energía correr por tu cuerpo, como la gente que se toma estimulantes para el ejercicio. – Yo puedo con eso.
MoonMan desapareció haciéndose como un rayo de luz plateado enfrente de mí, con mi mano derecha deje el vaso en la mesa y después con esa misma, me acerque al rayo tocándolo con las puntas. Al instante desapareció el rayo de luz y mi cuerpo se sintió más fuerte de lo común. Tome algo de ropa para salir y estar más cómoda al correr. No tarde mucho en cambiarme, un tenis Nike negros, pantalón deportivo de la misma marca y una blusa de manga larga gris.
Mire de nuevo hacia la cama y confirme que Dafne siguiera dormida, rápidamente me dirigí a la puerta de mi casa y salí de la misma manera. Seguía nublado y el viento soplaba tranquilamente. Respire profundamente llenando mis pulmones de aire fresco que tiempo atrás ya no hacía.
Salí con precaución por la cochera de mis padres para no despertarlos, hice unos pequeños estiramientos mientras caminaba por la casa de mis vecinos la familia Ferrer y me di cuenta que su hija menor se encontraba haciendo lo mismo que yo, camine directo con ella.
- Hola Ana. – Dio un salto pequeño salto después de que la salude. – Lo siento. – Ambas reímos.
- Tranquila Camila, solo no me lo esperaba. – Me sonrió. – ¿Iras a correr? Muchos no lo hacen temprano y es por eso que salgo a esta hora. –
- Si… igual podemos ir juntas. – Ella asintió. – Tenia tiempo de no verte, ¿Qué ha sido de tu vida? – La última vez que la vi lucía un vestido negro que hacia sus ojos color chocolate resaltar, su cabello ha crecido algunos centímetros más y esta vez su rostro bronceado se encuentra sin una gota de maquillaje.
- Pues nada interesante en los últimos días, por la lejanía mis padres me cambiaran de preparatoria, creo que es en la que tú y Esme estudian. –
- Eso es grandioso… – Su ceja derecha se elevó y yo me incomode un poco. – Quiero decir, que estudiemos en el mismo lugar, sé que extrañaras a tus amigos. – Termine de decirle.
- Los seguiré viendo, pero si, tienes razón, será grandioso estudiar juntas. – Yo asentí y después ella se acercó a mí dejando un beso en mi mejilla derecha. – Hagamos un reto. –
- Adelante. – Esto será interesante.
- Hay que correr tres cuadras, de ida y vuelta; y la última que llegue de regreso hará el desayuno para las dos. – Estire mi mano derecha hacia ella.
- Acepto. – Y ella estrecho su mano con la mía.
Nos colocamos en posición para correr, nos miramos y con la mirada nos retamos, cuando vi el movimiento de sus manos supe que comenzaría a correr y yo hice lo mismo. La adrenalina que creció en mi cuerpo es casi irreal, mis músculos ejercieron fuerza dándole un impulso a mis piernas para correr. Ana me lleva ventaja de unos cuantos centímetros y dejaría que lo hiciera por un tiempo antes de regresar para ganarle.
Al dar la vuelta para ir de regreso a su casa, un gemido salió de los labios de Ana cuando estaba ya a su lado, sorprendida, mi bronceada vecina metió velocidad y antes de darme cuenta fue ella quien gano. Termine jadeando por la falta de agua y aire en mi organismo. Respire por un rato y cuando me sentí bien, levante la vista poco a poco quedándome con la vista centrada en sus labios para ver cómo se transforma una sonrisa victoriosa en ella.
- Creo que me debes un desayuno. – No es algo que olvidaría.