El Silencio reinaba en la habitación. Todo parecía estar en calma y Stephanie se apresuró a pensar en lo que le diría a él cuando se despertara. De pronto, la puerta se abrió, un grito explotó y Alejandro rodó por el sofá hasta caer de cara contra el piso.
—¡¿Por qué demonios no nos dijiste que los vam…?!
—¡Alexa! —Steve y Danisha le cayeron encima cubriéndole la boca antes de que pudiera terminar la frase.
Los tres estaban en el cuarto, y hasta cierto punto esperaban encontrarse con Stephanie, no con un muchacho de sangre especial.
—¿Qué, hace, él, aquí? —los ojos de Steve brillaron. Estaban amarillos.
—Yo… No quise… Ella se sintió mal y me ofrecí para acompañarla. Stephanie, ¿cómo te sientes?
La pequeña pelirroja se cruzó de brazos.
—¿Mal? ¿Te ha sucedido algo de lo que nosotros debamos saber?
—Tranquilos, solo fue, fue un susto. Ya saben, mi fobia a la sangre.
—¿Sangre? —Danisha miró al visitante—. ¿Te volviste a cortar?
—Un venado se nos cruzó en la carretera y el choque hizo que me cortara un poco —terminó señalando la pequeña gasa mal puesta con la que había intentado curarse—. Yo creo que ya debería haber sanado…
—¡NO TE LA QUITES!
—Ya, ya, no lo voy a hacer.
—Alejandro —Stephanie trató de recuperar su atención—. Te agradezco todo lo que hiciste por mí, pero ya me siento mejor. Vete tranquilo, estaré bien.
—¿Segura? Podrías…
—¡Y desde la oscuridad llega un vampi…!
—¡Guarda silencio! —Danisha golpeó a Niar y lo clavó en el suelo cuando este pateó la puerta y entró corriendo.
—¡Ayyy! Danisha, ¿por qué hiciste eso? Oh. Hola, Alejandro, qué gusto verte por aquí. ¿Te quedas a desayunar?
Y de repente tenía las furiosas miradas de Danisha, Steve y Alexa sobre él.
—Gracias por la invitación —el joven cogió su sudadera del respaldo, se puso los zapatos y se acercó a la puerta—, pero me tengo que ir. Ha amanecido y, bueno, tengo cosas por hacer. Solo quería estar seguro de que Stephanie estuviera bien.
—Lo estoy. Gracias por todo.
—Te veo el lunes.
—Por supuesto.
—Adiós.
—Adiós.
Entonces Steve cerró de golpe la puerta.
—¿Y bien? ¿Es verdad que fornicaron anoche?
—¡¿Qué?! ¡Claro que no! Niar, cierra la boca.
—Lo siento, solo fue curiosidad. Se nota a kilómetros que te lo comes con la mirada, y no en el sentido que Danisha desearía comérselo. Hace un par de días fantaseabas con meterte su pene en la boca.
—¡Aaaaaah! ¡Eres un puerco! —Danisha lo volvió a golpear.
—No puede —Alexa arrojó el libro «El día que el primer Mandato habló sobre el castillo y sus secretos», sobre la cama—. Lo mataría si tan solo se frotara contra él.
—¿Cómo es eso posible?
—Cuando un hombre humano tiene una erección, parte de su sangre se acumula en los cuerpos cavernosos del pene. ¿Qué creen que pasaría si Stephanie oliera el famoso HLD+ agrupado en un mismo punto?
—Trataré de sacar todas esas imágenes de mi cabeza. Ni yo soy tan sádica como para arrancarle… ¡HUG! —Danisha se frotó los ojos.
Stephanie cayó sobre el sofá, derrotada bajó las manos hasta sus rodillas y se apoyó en ellas.
—¿Por qué te empeñas en hacer algo que puede terminar contigo? —Alexa se reacomodó sus lentes.
—No entiendo cuál es el peligro —Niar cruzó la habitación y se colocó al lado de Steph—. Si a ella le gusta…
—Si a ella le gusta no hay problema —la pelirroja lo interrumpió—. Total, con olvidarse de sus sentimientos es más que suficiente. El problema aquí es, ¿qué va a pasar si él es el enamorado?
—Sigo sin entender.
—¿Recuerdan cuando Selem nos dijo que Mortum tenía algunas reglas?
—Ella mencionó solo la de la cascada.
—Te informo, querido, que hay más.
»Regla número uno: El Mandato o soberano que gobierne sobre tierras mortuanias deberá tratar con especial amabilidad a sus habitantes.
»Número dos: Aquel humano que intente cruzar hacia el Otro Mundo, y que no tenga ningún don sobrenatural, será cruelmente asesinado por la cascada hasta que sus restos desaparezcan entre sus corrientes.
»Número tres: Se prohíbe transformar a niños jóvenes, y de cierta edad categóricamente joven, en vampiros debido a las terribles consecuencias y los miles de asesinatos que se podrían provocar hacia los gernardos. Recién nacidos entran en esa categoría. El castigo definitivo empleará el uso de la muerte.
»Número cuatro: Los kaenodos representan un potencial peligro para el reino y sus habitantes. Si algún kaenodo decide volver a entrar al palacio, será capturado y enviado a la hoguera por alta traición a la corona, y aquel que encubra su presencia también será juzgado con el mismo grado de crimen.
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Editado: 07.05.2024