Mounstruos Malditos.

Capítulo 5. ✓

No, puede estar pasando esto.

Francamente me niego a considerar que esto esté pasando de verdad. A pocos metros de nosotros yace uno de esos malditos monstruos; aparte en el bosquecillo al otro lado del estanque, a lo lejos también logro distinguir unos gruñidos antiguturales.

Hay más de uno.

— ¿Qué le sucede a ese hombre? —Inquiere Lauren a mi lado, al darse cuenta que está aferrada a mi brazo me suelta casi apenada.

— ¡Es el asesino diabólico! —Chilla nuestra chaperona.

—Tienen que irse ya —no tengo tiempo para las explicaciones y tampoco es como que tenga las intenciones de darlas—. Aléjense de aquí las dos.

Lauren parpadea, sin entender del todo, pero el pánico en sus ojos es suficiente para hacerla retroceder cuando la criatura de nuestro lado del estanque se lanza encima de un transeúnte directo a morderlo.

—Tiene rabia —grita un hombre histérico cerca de nosotros—. Es un rabioso —pero como si aquel monstruo quisiera demostrar que no es una persona con rabia, cambia de víctima, captura a una mujer y comienza a destrozarla para comérsela a grandes trozos.

La dama de compañía de Awan se marcha presa del miedo junto con el resto, tropezando entre ellos en medio de gritos y sollozos. Todos huyen despavoridos mientras la criatura avanza decidiendo que ya tuvo suficiente de la mujer y necesita una nueva víctima, deslizándose por el parque con movimientos antinaturales. Sus ojos relucen como brasas, y la fetidez de la muerte envuelve el aire peligrosamente cerca de nosotros.

Gruñe en mi dirección, mostrando colmillos afilados y uñas negras ya podridas. Retrocedo un paso, interponiéndome entre esa cosa y Lauren. Siento su respiración agitada tras de mí. No puedo ganar esta pelea, no de la manera convencional. No puedo acabar con está aberración sin revelar que yo no soy su presa, sino otra aberración.

— ¡Corre! —Le grito, pero ella duda. Puedo sentirla pegada a mi espalda.

La despreciable criatura se lanza hacia nosotros; hacia ella mejor dicho, seguramente atraído por el olor de su sangre. Sin pensarlo demasiado, trato de ponerla fuera del peligro intentando apoderarme de su cuerpo y hacerla reaccionar para que corra, pero fracaso estrepitosamente en el intento.

Lauren parece congelada del susto y un ardor helado me recorre la piel cuando me le atravieso en la carrera a la criatura y logro hacerle sangre. Está en su desesperación forcejea conmigo con tal de alcanzarla, le asesto un golpe en la cabeza lo que le deja, al que alguna vez fue un humano, aturdido y despotricando del dolor. Logro ver como una parte del cráneo se le ha hundido.

Decido darles un fogonazo de valentía repentina a los hombres más cercanos y los poseo como mis marionetas instándolos a que la ataquen, haciéndole frente como yo.

Me vuelvo hacia ella—: Hazme caso —le sujeto el rostro manchandola con la sangre del monstruo, pese al aturdimiento noto que esta no tiene ningún efecto sobre Awan, al contrario que conmigo que comienzan a notarseme quemaduras—, corre y ponte a salvo —no se si por mis poderes de coerción o porque al fin ha reaccionado pero sale despavorida.

Con ella lejos del peligro logro concentrarme netamente en destruir al monstruo sin distraerme queriendo protegerla. Trato de absorber los embates más fuertes para que estos humanos no salgan tan heridos pero la criatura es demasiado agresiva y su sangre me resulta dolorosa al contacto.

En mi segunda acometida con mis uñas terminadas en garras procuro hacer todavía más grande la herida de su pecho pero el líquido viscoso que mana de ella carcome mis manos. Acto inmediato, termino cediendo ante el ardor que su sangre me provoca y retrocedo, lo cual, le da al monstruo la oportunidad de lanzarme de golpe. No obstante, mantengo a los hombres al pie de la lucha.

Siento cómo mis huesos se acomodan de forma diferente a causa del impacto, mis sentidos se agudizan no solo ante la quemazón de su sangre contra mi piel sino también ante como tengo que hacer que mis huesos se reacomoden correctamente al mismo tiempo que soy plenamente consciente de cómo mi piel lucha con verdadera dificultad para regenerarse de esa cosa que más que sangre me parece acido.

Por desgracia uno de los hombres es atrapado por la bestia y esta parece querer huir con su botín a medio masticar, decido aprovechar aquella lamentable distracción, pese a todavía sentir el escozor en mi piel.

Con una velocidad sobrehumana, me abalanzo sobre el monstruo sin que me importe realmente cuántos ojos humanos logren verme. Mis manos, de nuevo garras, desgarran su carne casi traslúcida. La criatura aúlla, pero su grito muere cuando le arranco la garganta de cuajo; al mismo tiempo un quejido lamentable se me escapa debido al dolor que su sangre me produce.

Hacía mucho que no lograba recordar aquella sensación tan humana como lo es el dolor, pese a ser uno tangible se siente tan surreal que mi cabeza se niega con ahínco a terminar de reconocer la sensación. Observo mi piel expuesta con una mezcla de furia y desconocimiento.

Me duele.

Libero de mi coerción a los humanos, los menos lastimados se hacen cargo de los más heridos; entre ellos un jovencito se me acerca luchando por levantar mi peso tendido del suelo. Sé que es imposible que lo logre solo, así que con muchísimo esfuerzo logro incorporarme.

—Tendrá que verlo un doctor enseguida.

Me obligo a recomponerme, a mantener la razón pese al dolor. Concentro toda mi atención al otro lado del estanque, había otro monstruo; no obstante, los gruñidos parecen haber sido una alucinación hasta que en la lejanía por el rabillo del ojo veo el filo de una espada brillar.

Y ahí está ella, haciendo señas que solo yo podría ver con su espada refractando los rayos del sol.

— ¡Ishtar!

— ¿Cómo ha dicho?

—Ya va estar, no se preocupe buen hombre.

— ¿¡Pero cómo es posible que se haya hecho esas heridas!? ¿Se ha quemado?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.