Nicole.
La clase de matemáticas es la que peor se me da. Los números son algo que simplemente no me entra en la cabeza. No importa lo que haga, ni siquiera Lily puede hacer que mejore.
Y es extraño, porque usualmente ella hace que todo mejore. Si me piden material en la escuela, Lily es quien me lo compra. Si la ropa deja de quedarme, Lily deja que use a mi antojo todo lo que tiene en su closet. Si estoy deprimida, Lily habla conmigo y no me deja sola hasta que se me pasa.
Sé que tengo suerte de que ella me quiera como lo hace, y ella debería saber que es mi más grande ídolo, aunque no tenga posters suyos colgados sobre mi cama. Cuando se lo digo, hay una mirada en sus ojos que no puede engañarme por mucho que lo intente.
Ella no me cree, pero la admiro.
Más que a nadie en el mundo.
El timbre suena, sacándome de mis cavilaciones. El pasillo se llena repentinamente de estudiantes, y a lo lejos, justo doblando la esquina veo a Julia caminando directo hacia mí.
—¡Nicole! —grita con una enorme sonrisa en los labios—. ¿A que no adivinas a quién acabo de encontrarme?
Me encojo de hombros. Conociéndola podría ser cualquiera—. Ni idea.
—A Daniel —canturrea, y de inmediato mis mejillas se colorean de rojo—. Y eso no es lo mejor, redoble de tambores por favor…
Algo grande viene, seguro. Ella solo usa esa expresión cuando tiene una buena noticia. Me limito a esperar a que ella haga ruidos de tambor con la boca y finja tocar una batería como una desquiciada. La miro con los ojos tan abiertos que seguro parece que se me van a salir.
—¡Me ha preguntado por ti! —dice, guiñándome un ojo—. Como, totalmente interesado.
—Oh cielos —susurro, porque ha sido lo más maravilloso que me ha podido pasar—. Repite lo que preguntó, exactamente como lo dijo —le pido.
Julia pone una cara seria y ligeramente petulante—. Hey, Julia, ¿qué tal? —dice haciendo su voz gruesa pretendiendo imitar la de Daniel. Es francamente terrible, pero estoy tan emocionada que no me importa en lo absoluto—. ¿Has visto a Nicole últimamente? —ella rueda lo ojos y recupera momentáneamente su tono de voz—. Esa pregunta lo admitas o no fue bastante estúpida, Nic, soy tu mejor amiga, ¡claro que te he visto últimamente!
—Julia —mi expresión exasperada es el impulso para hacerla regresar a su imitación.
—Así que… tal vez la vea por allí un día de estos —ella imita su sonrisa rompecorazones—. Salúdala de mi parte, ¿quieres?
—Oh cielos —repito. Quiero ponerme a dar saltos sin parar—. Voy a desmayarme.
—¡Ya lo sé! —Julia responde—. Es todo tuyo, chica.
—Ya quisiera —suspiro, pensando en el precioso café de los ojos de Daniel—. Ahora no podré pensar en otra cosa.
—¿En qué no podrás dejar de pensar? —alguien detrás de mí pregunta—. ¿En mi maravillosa personalidad? ¿Mi cuerpo de infarto? ¿Mi sonrisa encantadora?
Al girarme, veo a Fernando recargado en los casilleros regalándome una mirada coqueta y atrevida—. Vamos, Nic, ya va siendo hora de que lo admitas.
Me rio, porque no hay una manera en la que uno no pueda reírse si Fernando está cerca—. Sigue intentando, campeón.
Él vuelve a sonreír, pero esta vez su gesto es natural.
—Hola a ti también Fer, estoy maravillosamente, gracias por preguntar —Julia lo interrumpe poniendo un puchero.
Fer se le acerca y le planta un beso ruidoso en la mejilla—. Estás preciosa, Julia —dice—. Deslumbrante.
—Idiota —ella replica, pero le sonríe de vuelta.
Conozco a Julia y a Fernando desde que tengo memoria. Julia es hija de nuestra vecina, Lucía, y Fernando es el hijo más pequeño de la mejor amiga de mi madre. Los tres somos amigos desde que éramos niños, y a pesar de todos los años que han pasado seguimos teniendo la misma maravillosa relación. Lily también los conoce, pero no es cercana a ellos del modo en que yo lo soy. Ni siquiera a los hermanos mayores de Fer, que son un par de años más grandes que ella. Mi hermana normalmente es tan directa que la gente huye de su honestidad.
Ella dice que es mejor de esa manera, que mantiene a la basura alejada. No estoy muy segura de lo que se refiere por basura, pero a veces creo que es demasiado dura con la gente que quiere acercársele.
—Así que… ¿qué hacen mis dos mujeres favoritas esta mañana? —Fernando pregunta mirándonos a ambas de manera alternada.