Juan y Nauj estaban petrificados, con el cuerpo recto y los músculos en contracción, increíblemente se estaban elevando del piso a un lento ritmo, no sentían más que una especie de tibio calor que aparentemente generaba esa luz que los succionaba. Miraron hacia arriba pero solo veían más luz. Si bien no podían moverse tampoco sentían ningún dolor o calambre, ni nada parecido. Era como estar subiendo por un túnel lleno de agua tibia (sin mojarse claro), esta agradable sensación los acompañó durante la subida. Juan calculó que se habrían elevado unos diez metros sobre el piso cuando, cerca de donde se generaba la brillante luz, se abrió un panel circular, como un “Ojo de Buey” negro en medio de la luz, ambos pasaron por el agujero y a sus pies el “Ojo de Buey” se cerró con ruido metálico. Todo esto sucedió en decimas de segundos. La luz que los rodeaba desapareció y ambos quedaron en penumbras.
—Estimados Juan y Nauj, no se asusten, soy yo, Mario Roma y Uk, en segundos se encenderán las luces de la nave y podrán vernos. Les pido por favor que no se asusten ni se pongan nerviosos, estoy acompañado de unos buenos amigos que nos van a ayudar en nuestro propósito. —Mario desde algún lugar en la penumbra les hablo cálidamente, su voz sonaba con un eco metálico, como si estuvieran dentro de una gran caja acústica; toda la preparación venía porque Mario estaba seguro que sería un pequeño shock cuando sus clientes conocieran a los compañeros de viaje.
Lentamente se fue iluminando el lugar. La luminosidad no venía de ninguna lámpara o lugar específico, simplemente comenzó a iluminarse en forma creciente, pareja y sin punto fijo. Luego de unos segundos que los ojos se acostumbraron a la luz, Nauj y Juan observaron curiosamente a sus alrededores. Parecían encontrarse en una especie de “cámara metálica”. El color de las paredes era de un plateado pulcro y liso, como el acero inoxidable. Suponían que sería metal por el color básicamente, ya que en ningún lugar se veían uniones entre placas o algún tipo de remache que sostuviese la estructura. Todo era de un plateado brillante y sin solución de continuidad. La nave (como la había llamado Mario) era circular, techo abovedado y piso llano. Las paredes, eran de la altura de una persona, de forma apenas cóncava hacia afuera. A simple vista se podría decir tranquilamente que estaban dentro de una gran “taza de té”, hecha de un raro metal brillante. Justo en medio de la estructura había un gran cilindro del mismo color que el resto de la nave, y de suponer del mismo material que el resto. Este cilindro se conformaba desde el piso hasta el techo; tampoco tenía remaches, puertas, o algo que indique uniones o aberturas. Lo último que divisaron en su rápido escrutinio fue una especie de “central de mando” a unos metros de ellos, daba esa impresión porque había una gran pantalla transparente al frente (cerca de la pared), una especie de mesada con forma de media luna bajo la pantalla, y acompañando este mobiliario futurista, había dos sillas con forma de media copa. Extrañamente no veían por ningún lado a Mario Roma y Uk, pero antes de que pudieran decir algo, Mario volvió a hablarles.
—Amigos, sé que deben tener muchas preguntas en este momento, pero antes que nada déjenme presentarles a mis colegas y amigos los señores comandantes Apotepkep y Ranmajeda. —Al unísono, frente a los boquiabiertos Juan y Nauj, se materializaron dos extraños seres grises humanoides y un segundo después tras estos seres, se materializó el ufólogo Mario Roma y Uk.
—¡¡Ahhh!! —Juan salió corriendo.
—Perdónenlo, es muy susceptible en estos casos —Nauj tranquilizó a los anfitriones y salió corriendo atrás de Juan para calmarlo.
Nauj finalmente alcanzó a Juan y lo tranquilizó, claramente él ya había entendido donde estaban y quienes eran esos extraños seres grises de grandes ojos negros, cabeza desproporcionadamente grande de acuerdo al cuerpo flaco que presentaban, brazos y piernas largas y con una extraña piel color grisácea, sin tocarlos podíase suponer que su piel tenía una textura rugosa y fuerte a la vez. Aparentemente estaban desnudos pero no se notaban genitales ni nada por el estilo, a simple vista al menos. Nadie adivinaría si eran machos o hembras dentro de su especie.
Mario, luego de que Juan se había calmado ya, comenzó a explicarles que en ese momento se encontraban en una nave interdimencional alienígena, comúnmente denominada OVNI, modelo “β-AR-Cignus-0303456” (β significaba el planeta donde se utiliza –Tierra-, AR es el país de uso habitual –Argentina-, constelación de origen –Cignus-, y planeta donde se fabricó la nave dentro de esa constelación -0303456-). Los extraños seres grises explicaba Mario, pertenecen a una raza extraterrestre pacífica llamada Solipsi-Rai, comúnmente los humanos los llaman “grises”. Son una especie altamente evolucionada (2 mil millones de años de permanencia en el universo), con tecnología tan avanzada como desconocida para los humanos. Cerrando la introducción Mario explicó básicamente por qué necesitaban de aliados a sus amigos grises.