La sangre enseña, pero también enferma.
| Miley |
El sol en la mañana es claro, su luz se esparce por todo lado recreando un ambiente maravilloso, sim embargo el aprecio se termina pronto porque tengo que llegar antes que me vean fuera del castillo y tenga que responder preguntas molestas.
Entro al cuarto por el balcón con cautela. Al cerrar la puerta, la calidez me embarga. Mi habitación tiene lo que se requiere, nunca pedí más y tampoco consideré que merecía menos. La cosa es simple: no iba a rodearme de cosas innecesarias, pero si la decoraba yo para sentirla mía. No me gustaba que alguien más lo hiciera, conmigo no va lo de compartir mi privacidad por personas que sólo venían a limpiar, cuando yo era capaz de eso.
Mi objetivo ahora es una ducha, lamentablemente se ve interrumpida por una mano que se apodera de mi boca. Él siempre llega así, sus pasos ni los siento, su presencia peor. Pero su olor inexplicablemente lo detecto, aunque esta vez me invadió desprevenida.
Su aliento me estremece, entonces me tengo cuestionando. ¿Por qué él hace cosas en mí que no entiendo? Cuando somos raros, cuando nos insultamos sin querer o con ganas, cuando ni siquiera tenemos una conversación amena, o más que eso, ni el intento de hablar. Sólo son veces contadas que responde mis preguntas, como ayer.
—Princesa traviesa. Mi respirar es el tuyo, ¿Por qué te confiabas que iba a ser un guardia inepto?—refuta y no creo que—Tu sangre podría ser un vicio sólo al olerlo. Tus gemidos por otro lado, puede quebrantar al infierno mismo.—Mierda.
No digo nada.
—¿Asustada?
—¿Es una opción estarlo?—Me río.—¿Quién dijo que no sabía que no me seguías?
Me giro para enfrentarlo, mis ojos grises contra los suyos verdes.
Mi voz maliciosa, su cuerpo duro.
—No soy la única que se divierte dejando de largo las normas.—Me acerco a su oreja y le susurro—Mi tío estaría totalmente gustoso al saber con quien más se revuelca su hija.—Se desenfrena y me choca con la pared, otra vez.
Ya esperaba su reaccionar, pero aun así me quedo aturdida cuando veo su mirada y su boca.
Sus iris demuestran el brillo fugaz de la anterior ves, su boca está cerrada pero se estira en una sonrisa de lado.
—Joder.—Niega, se aleja como si no se creyera algo.—Eres más que una pequeña princesa, ¿Qué más escondes?
—¿Tengo que decírtelo?—Alzo una ceja.
—Hagamos la tregua.
Mi boca queda ligeramente abierta por sus palabras.
—No será fácil, haremos una prueba.
—¿Cómo?
—Ya lo verás en algunos días.
~~~
Me encuentro en la sala familiar luego de dos semanas.
Mis padres tan elegantes, mis hermanos cada uno con su estilo pero tampoco pierden su porte de príncipes. Todos distribuidos.
Menos Nyca, según Meivon fue a una de las casas, su padre necesitaba su presencia.
Me dio igual, aun así..
¿Cómo es que hay una familia tan apagada como la nuestra?
En el pasado, las peleas por el poder, las guerras por una corona era como pasatiempos; hombres lobo, elfos, brujas y demonios sangraban y desgarraban, pero justo o no ganó: Led Hearts, mi abuelo, quien se caso con el diablo, Sanah Srak. Mi abuelo fue un hombre honorable, su fuerte fue la justicia y la verdad. Sanah, decició ser el lado malo de la moneda, muertes por placer, mentiras por alimentar y más.
Vampiros originales; poderosos y únicos los dos.
Es ahí donde nace Marion Hearts, el primogénito que heredó la corona indiscutiblemente. Él tiene la belleza oscura de Led, pero no su corazón o alma. Eso, es más una obra de su madre. Según mamá, ella lo educó para ser un rey, no un padre cariñoso, sus entrenamientos eran casi castigos, y cuando eran castigos era próximo a la muerte.
Luego está mi tío Marko Hearts, mi esperanza nació en él. Es un hombre de total similitud con una joya de oro: Es puro, pero delicado a temas con falta de equidad o justicia. Él si tiene todo lo de mi abuelo, claro que cuando lastiman a uno de sus hijos es un ser peligroso como todo padre debe ser. Siempre estuvo para mí, dio su cara contra Marion pero aún así las cosas resultabas peores para mí. Por eso, tímidamente—en ese tiempo—le pedía que no hablara, según yo, aceptaba mis errores. Él dejo o intentó no hacerlo, le era difícil dejarme, pero siempre aprecié sus intenciones y su cariño.
Tenía que irse, era encargado de dos casas y su clan. No perdía su tiempo libre y venía de visita, yo no dejaba pasar el mío y lo aprovechaba a él. Era y es como un padre para mí.
Salgo de mi trance, cuando mi padre empieza hablar.
—Como le había dicho a Miley, realizaré un entrenamiento para observar que tan inútil está luego de tanto.—Me río, si supiera.—Por lo que ustedes tres la acompañaran.
Mi madre acaricia mi cabello, su acto lo añoraba.
—¿Será contra los guardias?—Pregunta Cerion.
Mi padre niega, pero es Mevion quien responde.
—Será entre nosotros.
—No,—exclama Jhosan, su mirada vacía se centra en mí— será los tres contra ella.
—En este caso, serían los seis contra ella. No olviden a los Kalems.
Mierda.
No tengo miedo, conozco los entrenamientos de mi padre. Pero si es contra los Kalems, si no puedo, tendré que llamar a Ros.
—Cariño. La niña recién vino y quieres desgastarla pronto.—Ella lo mira tranquila pero con severidad.
Y claro, padre va hacer caso.
—La niña, vino hace semanas Silavya. Ella es una princesa, y no importa si es mujer. Tiene que aprender a matar y defenderse como debe.
A matar.
Mi madre se calla, su silencio antes era doloroso y aún lo es. Pero su mirada ha cambiado.
Ella nunca estuvo de acuerdo en las formas que regía Marion para educarnos, para educarme. Sus intervenciones no servían, no sé la clase de amor que ellos tenían. A pesar de ser un hombre maniático con la muerte, apreciaba a su esposa. La infidelidad era y aseguro que es inexistente.