Puede ser mil, pero ya nada es igual
| Miley |
—Sé que lo gozarás. Después de todo no me has castigado por otras cosas—No puedo evitar llamar más al diablo.
—Por Dios Miley, basta ya.—Mamá suplica esta vez.
La sonrisa escalofriante que había grabado en mi memoria, es su respuesta.
No bajo la cabeza pese a que él ya se encuentra atrás mío. Pero hay alguien en mi punto de vista que deseo observar.
Pongo mi máscara fría, un vuelco en mi ser. Él no tiene los ojos en mi, pero si en mi espalda.
El sonido común del látigo, suena en el aire.
—Uno.
No me muevo.
—Dos.
—Tres.
—Cuatro.
—Cinco.
Parezco estatua y aunque el dolor es como lo recordaba no es suficiente.
—¿Por qué te azotó ahora Miley?—Mevion me preguntaba.
—Porque insulté a uno de sus opciones futuras para casarme.
—Treinta.
—Treinta y uno.
Nada.
—No te dije que te levantes.
—¿Por qué papá?, fue mi maestro quien me quiso morder.
—¿Por qué no te defendiste?
—¡Porque me hipnotizó!
—Serán veinte más por haberme alzado la voz.
Estaba en el último año de la escuela. «Maestro» era el que se encargaba de entrenarme.
—Ochenta y seis
—Ochenta y ocho.
Se me escapa un sollozo.
—¡Sólo era un perro, sólo tenías que matarlo!
Mi voz es a penas audible.
—¡Cuenta más fuerte!
—Cincuenta y tres.
Recién empezaba el segundo año del colegio.
—Ciento uno.
No quito para nada la mirada, él se mantiene distante.
—¿Volverás a fallar con tu transformación?
Mi piel arde, mis lágrimas caen pero no suelto ningún sollozo.
—Aún no lo quiero padre.
—Serán ciento veinte Miley.
Tenía dieciséis. Y quería que sea la segunda en completar el lioth.
—Ciento noventa y nueve.
Los hilos de sangre bajan por mis brazos como una pequeña cascada. Me siento débil, sigo firme.
—Ay primita. Es una lástima—Su mueca burlona y sus ojos chispeantes hacían mi odio elevado.
Primero fueron ciento cincuenta latigazos de parte de mi padre. Por más que traté de salir no pude, Nyca se encargó de lo demás. Un alma corropinda fue la consecuencia.
Cierro mis manos, haciendo lo posible por no jadear.
—Doscientos diez.
Lágrimas caen de los ojos de mi madre cuando desvío los míos por un momento. Ros de un lado a otro con la mirada fija en quien me está castigando.
Trató de compartir mi dolor con él, pero no lo dejé y más se enojó.
Marion lo está haciendo con tantas ganas, que siento la piel de la espalda en viva carne.
—Trecientos.
Se detiene.
Ros se acerca rápido y evita que me caiga poniendo su cuerpo como respaldo.
Pasos se alejan, pero ignoro. Ahora no siento la fuerza en mis brazos y mi cuerpo se siente pesado.
—Llévala a su cuarto Leykow.—Se va con Rod azotando la puerta, mamá limpiándose las lágrimas se acerca y me da un beso en la frente. Luego sigue el mismo camino.
Ros duro en sus cuatro patas no deja a Leykow acercarse.
"Ros, si no lo dejas nos quedaremos prendados aquí."
Deja espacio y Leykow con toda la delicadeza que su físico no muestra me alza y me carga sin tratar de tocar las heridas.
Ya van dos veces que él lo hace.
Sale y cuando ya vamos cerca de las escaleras Cerion baja las escaleras con Emell serios.
—Joder hermanita, las pisas son música para ti.—Emell lo reta, pero sé que como es él.Su cara me demuestra su preocupación y rabia. Yo sólo asiento, mi cabeza se siente algo nublada.—Emell sube a su habitación.—Le indica. Con un movimiento, le pide a Leykow que me suelte pero él sorprendiendo a Cerion y a mí se niega, apretando mi cuerpo.
Lo miro, pero él sólo se centra en mi hermano y su aire gélido se presenta.
—La llevaré yo.
—No te pregunté perro de papá.
Endurece su mandíbula.
Yo no sé que hacer, quiero hablar pero mis sentidos están apagados. Así que utilizo las manos y le doy un apretón en el hombro al guardián. Porque ya veo titubeos en mi hermano.
Miedo.
Leykow demuestra fuerza y cero sentimiento. Su aura es oscura, no la puedo identificar pero es tan letal que a distancia, él causa un temor inquebrantable. Es como si para él todo el mundo es un juego inservible.
Todos se rehúsan a su cercanía, yo busco su silueta en mi cabeza. Nyca a pesar de ciertas cosas, siempre lo ve con temor.
¿Será porque aún no lo conozco?
El regresa en sí, y me observa. Asiento sin verlo, su cuerpo se tensa.
Me entrega a Cerion, mis dientes rechinan por el ardor. Ros se adelanta.
Cierro mis ojos, me dejo ir.