-Despierta....despierta.
Se levantó al sentir una mano en su hombro.
-Hija mía, ¿que haces aquí?.
Antes de poder articular alguna palabra, su estomago habló por ella.
-¿No haz comido aún?; sigueme, tengo un poco de pan si gustas.
Ella lo siguió, respondiendo las preguntas que le hacían y contándole su historia.
-Te pido que te retires.
-Eh.
-No puedes decir tamaña mentira en la casa de Dios.
-Pero lo que le dije no es mentira, no estoy mintiendo, creame por favor.
El cura la cogió del brazo, arrastrandola y empujandola hacía la calle.
Entendió otra cosa desde que llegó. No le podía decir a la gente que ella no era de esa época.
Debía buscar información por sí misma, no contaba con la ayuda de las personas. Necesitaba saber que sucedió en los años que no estuvo, necesitaba saber que le sucedió a su familia y en donde están.
-Debe haber una biblioteca cerca.
Tuvo que buscar por su cuenta el lugar hasta que lo consiguió y casi grita de alegría al entrar.
-¡Tiene libros, revistas, periódicos o cualquier cosa que contenga lo que pasó en estos ochenta años?.
-Hay recortes de periódicos de sucesos importantes, dejemeque le ayude a buscarlo.
La señora encargada le entregó un libro grueso donde suponía estaba los recortes.
-Si necesita algo mas me dice.
La segunda guerra mundial.
La crisis financiera.
Golpe de Estado en Venezuela.
Entre muchos más; cerró el libro, mucha información para ella. Cosas buenas como malas sucedieron; siguió buscando , absorbiendo todo lo que leía.
-Señorita ya vamos a cerrar.
-Vera....lo que pasa es que no... no tengo lugar para dormir.
-¿Huístes de casa?.
-Algo asi.
-Tengo un cuarto disponible en mi casa si gus..
-Se lo agradezco mucho
La encargada sonrió al verla feliz, llevandola a una casa rústica cerca de la biblioteca, el cesped en su camino está marchito, haciendo ver a la casa un poco tenebrosa.
-Adelante.
La hizo entrar primero, quedandose en medio y contemplando el lugar.
-En mi familia somos mi hija y yo, ella está en la universidad así que no volverá hasta la noche; puedes usar el cuarto de aquí.
-Gracias- agradeció, yendo hacía donde estaba ella.
-Pero hay una condición, necesito que me digas el por qué huístes de casa.
Ella suspiró pesadamente, tendría que decirle una pequeña mentira.
-No huí de casa porque no tengo una.
-Entonces, ¿eres huérfana?.
-Si.
Ella sonrió con tristeza, después de todo no era del todo mentira.
-Entiendo, no preguntaré mas, puedes quedarte el tiempo que gustes.
-Gracias, pero me gustaría poder darle algo a cambio, no sé......por ejemplo cocinar, barrer o ayudarla con la biblioteca.
-Me agradaría mucho que me ayudes, entonces apartir de mañana estaré a tu cuidado.
-Lo mismo digo.
-Iré a cocinar algo mientrás tanto ponte comoda.
-Espere- le cogió del brazo al ver que se iba -no me he presentado aún, además no sé su nombre.
-Que olvidadiza soy, la edad ya me está pasando factura.
La señora se rió divertida; ella la miró incrédula, la señora no aparentaba de tener más de 50, a sus ojos se veía joven aún.
-Muy bien, me puedes decir Samanta, un gusto en conocerte..
-Kaily, un placer Samanta.
Samanta se fué, dejandola completamente sola; Kaily se sentó en el suelo, aunque tenía la cama en la esquina. Se detuvo en rememorar las cosas que sucedieron, diciendose asi misma que tendra que afrontar a partir de ahora las cosas que llegarán y que de seguro le traerán problemas, además de que tenía que buscar una manera de volver a su época o tendrá que hacer un nuevo inicio.
Con eso en mente se acostó en la cama, quedandose dormida.
Samanta la fué a buscar, encontrandola completamente dormida, con una sonrisa surcando sus labios la arropó, pensando que de seguro le habría sucedido muchas cosas hasta que fue a parar con ella.