POV DYLAN
Allí estaba, parado delante de ella como un estúpido después de haber conducido por horas sólo para verla y estar por fin junto a ella. No sabía muy bien que decirle, me limitaba a mirarla a los ojos, pero entonces ella rompió el hielo.
-¿Qué haces aquí Dylan? –Jess se cruzó de brazos.
-He venido por ti. -respondí. Ella dejó salir un suspiro y me indicó que pasara. Estaría enfadada, pero no me dejaría en el pasillo. Entramos y me ofreció algo para beber, pero lo rechacé y me limité a decirte todo lo que había pensado durante el viaje.
-Jess, fue a buscarte, pero ya no estabas. Tu madre me dijo dónde podría encontrarte y no lo dude ni por un segundo. –dije mientras ella se limitaba a mirarme.
-¿Mi madre te ha dicho dónde encontrarme? –respondió algo molesta.
-Jess, no te enfades con ella, yo se lo pedí. –dije para calmarla. Su madre había sido de gran ayuda para poder localizar a Jess, sin su ayuda nada de esto estaría pasando ahora mismo.
-No estoy enfadada con ella, estoy enfadada contigo. –respondió de mala manera. Jess parecía estar incómoda, casi derrotada por la situación que estabamos viviendo en ese momento.
-Quería alejarme de todo, ¿sabes? Incluso de ti. No fue una buena idea volver a intentarlo. Ambos lo sabemos. –aquellas palabras se sintieron como cuchillas atravesándome, pero no podía dejar que nuestro amor se fuera por la borda, tenía que luchar por él, con uñas y dientes. No me daría fácilmente por vencido, por muchas excusas que Jess me soltara. No quería dejarla escapar, era alguien que hacía de mis días un auténtico suplicio a veces, pero en el fondo no era nada sin ella. Sé que ella sentía lo mismo y que por más que las cosas fueran mal, siempre habría una forma de arreglarlo. El amor todo lo puede, ¿no?
-Jess, escúchame. No actué como debería haber actuado y lo siento de veras, te lo tenía haber dicho y no que te enteraras por Melissa. Debes de saber que, si hubiera tenido la ocasión de contarte que fui a ver a Ian, te lo habría dicho, pero no fue así. –confesé. Jess se mostró cabizbaja, decepcionada. Acostumbrada a decepción tras decepción.
-Te quiero Jess, y sé que tú a mí también. Ambos sentimos lo mismo y no lo puedes negar. Podemos superar esto justo y ser felices. –acabé por decir. Me acerqué levemente cosa que ella notó y para mi sorpresa no lo evitó. Dejó que lo hiciera.
-Sé que eres la mujer de mi vida. Y por eso quiero que sepas que haría todo por ti, iría al mismísimo infierno por ti si tú misma me lo pidieras. –sostuve su mano con delicadeza, Jess alzó la mirada y sus ojos casi llorosos se clavaron en los míos. En ese momento la abracé y ella me apretó con fuerza, demostrándome así todo su cariño.
-Prométeme que nunca más habrá secretos entre nosotros Dylan. –dijo con voz entrecortada. Me miraba ahora esperanzadora, como si sólo hubiera hecho falta aquellas palabras sinceras por mi parte para que todo volviese a ser como lo era antes entre nosotros. Para que volviese a confiar en mí como lo hacía antes.
-Nunca más. –en ese instante saqué del bolsillo la caja con el anillo y me arrodillé delante de ella. Era el momento perfecto.
-Jess, cásate conmigo. –acabé por decir.
A mi querida Jess:
“Desde el primer día que te vi supe que nuestros caminos se habían cruzado por alguna razón, no fue simple casualidad aquel día en el instituto, esas primeras palabras, esa primera sonrisa, ni en las múltiples ocasiones que tuvimos para demostrarnos cuánto nos queríamos. No dudé ni por un segundo que serías una de los pirales más importantes que tengo hoy en día en mi vida y que sin ti, estoy seguro mi amor, yo no sería el mismo. Hoy es uno de los mejores días de mi vida, pero nada comparable a los que pasaré junto a ti el resto de mi vida, te quiero por siempre Jess, nunca lo olvides."
Atentamente, Dylan Robinson.