Mundos Diferentes

En El Hospital

Aquella noche parecía no tener fin. Todo se había complicado de una manera que nunca imaginé cuando decidimos ir a la fiesta. Ahora, más que preocupada, estaba completamente agotada. El doctor me miraba fijamente mientras daba su diagnóstico sobre el estado de Thomas.

—Bueno, pues tu amigo no está grave, pero sufrió una fractura en el pie. Se lo tuvieron que enyesar, así que tendrá que venir alguno de sus tutores para que lo puedan llevar a casa —dijo con un tono tranquilo, como si aquello fuera rutina para él.

—Está bien, les hablaré a sus padres —respondí intentando mantener la calma, aunque en mi interior me sentía inquieta.

Inmediatamente busqué el número de la mamá de Thomas en mi teléfono. Mis manos temblaban mientras marcaba. El tono de llamada sonó dos veces antes de que ella contestara.

—Buenas noches, ¿quién es? —preguntó con una voz que denotaba confusión.

—Soy Charlotte. Su hijo tuvo un accidente. Estamos en el hospital —dije con voz temblorosa, temiendo su reacción.

—¿Qué fue lo que pasó? —su tono se tornó alarmado.

—No se preocupe, está bien. Solo tuvo una fractura en el pie, pero no puede caminar. Necesitamos que usted firme unos papeles para que pueda salir del hospital —intenté sonar lo más calmada posible.

—Está bien, voy para allá —y sin más, colgó.

Aliviada porque ella vendría pronto, recordé que eran ya las 11:00 p. m. y que no había llamado a mis propios padres para explicarles la situación. Marqué al teléfono de casa, pero solo sonó una vez antes de que la llamada se desviara al buzón de voz. Sabía que mi mamá estaba molesta conmigo desde antes de salir, así que probablemente no contestaría. Sin otra opción, llamé a mi papá.

—¿Qué pasó, Charlotte? ¿Por qué no has regresado? —respondó ya molesto.

—Perdona, papá, pero pasó algo. Estoy en el hospital. ¿Puedes pasar por mí? Te explico en el camino.

—Está bien, voy por ti —dijo, aunque noté un leve tono de duda en su voz antes de colgar.

Mientras esperaba, una enfermera salió del cuarto donde estaba Thomas.

—¿Quieres entrar? ¿Eres Charlotte? —me preguntó.

—Sí, soy yo —respondí con curiosidad.

—Entonces eres de quien no deja de hablar Thomas. ¿Acaso es tu novio? —inquiró con una sonrisa.

—No, no es mi novio. Es mi mejor amigo —aclaré algo apenada.

—Ah, bueno, pasa. Él quiere verte.

Entré a la habitación con cierto nerviosismo. Thomas estaba acostado en una cama, mirando al techo. Su expresión era seria, casi distante. Cuando me vio, no dijo nada al principio. Simplemente me observó fijamente a los ojos, como si intentara descifrar algo que solo él entendía.

Finalmente rompió el silencio.

—¿Tú... eres adoptada?

Su pregunta me tomó por sorpresa. No entendía por qué me estaba preguntando eso. Mi mente viajó de inmediato a la mañana de ese día, cuando había hablado con aquella mujer en el psiquiátrico. No supe qué responder; mi mente estaba en blanco. Thomas seguía observándome, esperando una respuesta, pero yo simplemente no la tenía. No sabía si aquello que insinuaba era real o no.

—Habla, dime, ¿o acaso sí lo eres? —insistió con un tono molesto.

—Es que yo... —intenté decir algo, pero en ese momento la puerta de la habitación se abrió. La madre de Thomas entró apresuradamente.

Por dentro agradecí su llegada. La tensión que se había formado entre Thomas y yo comenzó a disiparse. Ella se acercó para abrazarlo, pero él rechazó su gesto. Estaba visiblemente molesto, y no entendía por qué.

—Madre, no tienes derecho a abrazarme. Me has mentido —espetó con ira.

—¿Qué estás diciendo, Thomas? —preguntó ella, desconcertada.

—Sé que no eres mi madre. Soy adoptado, y me lo ocultaste. Hubiera preferido saberlo antes —dijo con furia en cada palabra.

—Thomas, hablaremos de esto en casa —respondó ella con una calma que contrastaba con la situación.

No sabía qué hacer. Sentía que mi presencia ya no era necesaria, así que me decidí a hablar.

—Me voy. Mi padre ha llegado por mí y no quiero hacerlo esperar.

—Está bien, Charlotte. Gracias por todo —dijo la madre de Thomas, amablemente.

Salí de la habitación sin mirar atrás. Thomas ni siquiera me dirigó la mirada. Parecía molesto conmigo también, aunque no entendía por qué. Caminé hacia la salida del hospital donde mi padre me esperaba en el auto.

Cuando subí, me miró con curiosidad.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó, con tono más calmado que antes.

Le conté todo lo que había ocurrido con Thomas, desde el accidente hasta la llegada de su mamá. Mientras hablaba, sentía cómo el agotamiento me invadía más y más. Mi papá asintió, comprendiendo la situación sin hacer demasiadas preguntas.

Cuando llegamos a casa, fui directamente a mi habitación. Me quise quitar de encima cualquier rastro de aquel día. Me desmaquillé, me cambié la ropa de la fiesta por mi cómoda pijama y me recosté en la cama. Mi mente, sin embargo, no lograba descansar. Las palabras de Thomas resonaban en mi cabeza. ¿Por qué me había preguntado eso? Siempre habíamos sido cercanos, ¿por qué ahora parecía haber una distancia entre nosotros?

Cerré los ojos, esperando que el sueño me alcanzara rápido. Pero mi mente seguía divagando, intentando encontrar respuestas a todas las preguntas que ese día había dejado abiertas. Finalmente, el cansancio me vencía. Mientras me sumergía en el sueño, solo tenía un pensamiento: esperaba que mañana fuera un día mejor.



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En el texto hay: misterio, asesinos, amor

Editado: 01.02.2025

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