La familia Ferrero era como todas las demás familias de la zona de Belgrano en la Ciudad de Buenos Aires, una familia tradicional compuesta de cuatro miembros, la señora Mónica Ferrero, esposa de Carlos Charlie Ferrero -como le gustaba que lo llamaran-, su hijo Pablo de veinte años y su hija Daniela de dieciséis.
Eran una familia amorosa, tranquila, muy querida por sus vecinos, les gustaba salir de paseo los fines de semana y estar al aire libre, también participaban en diferentes actividades todas relacionadas con el barrio que tanto amaban por lo que eran muy conocidos.
Una mañana de fin de semana la familia decidió irse a pasar el día a las piletas de Parque Norte ya que estaba soleado y el calor era abrazador en la ciudad, ideal para nadar. Tomaron unos bolsos que llenaron con mantas, botellas de agua, algunas mudas de ropa y algo de comida para hacer picnic.
Charlie disfrutaba mucho sus momentos en familia ya que toda la semana trabajaba varias horas como contador para una pequeña empresa y era muy cansador estar todo el tiempo haciendo números; Mónica era preceptora doble turno en una escuela secundaria no muy lejos de su casa, donde también asistía su hija, Pablo en cambio trabajaba de noche en una pizzería y durante el día se dedicaba a cursar algunas materias en la facultad para la carrera de ingeniería en sistemas.
Al llegar al predio de las piletas la familia comenzó a buscar un espacio donde instalarse, desplegaron las mantas en el césped y se dispusieron a prepararse para darse un chapuzón. Los varones dejaron sus remeras y corrieron al agua compitiendo por quien llegaba primero, Mónica y Daniela se colocaban el bronceador para protegerse del fuerte sol del verano mientras se reían de la competencia que hacían su esposo e hijo, no importaba cuantos años tengan eran dos niños grandes; Mónica dejo las cosas a un lado y se tumbó a tomar sol, su hija se ató el cabello y se dirigió tranquila al agua observando la gente alrededor y el bullicio que hacían, la gente se divertía era un ambiente increíblemente pacifico a pesar de eso.
Daniela entro al agua de un limpio salto y se encontró con su hermano y su padre que charlaban de diferentes cosas, entre ellos mujeres, por suerte no eran el típico de comentarios vulgares que se suelen escuchar, sino que elogiaban la belleza, sus sonrisas, el cabello, la gracia al andar, no eran tan superficiales, buscaban ese algo especial no importaba el cuerpo, cada mujer era bella a su estilo según ellos, a veces creía que era mentira y solo lo decían por estar ella presente y no quedar como “babosos” pero sus gestos al hablar denotaba la sinceridad.
-Bueno iré a nadar un poco, nos vemos- dijo Dani mientras se alejaba hacia el otro lado, sin darse cuenta terminó poniéndose a charlar con un grupo de chicos de su edad, más o menos, eran tres chicos y dos chicas muy agradables y divertidos así que se quedó con ellos charlando y riendo de vacas perdidas.
Luego de lo que parecieron más de tres horas la familia se reunió en la manta para comer algo, comentaban lo que habían estado haciendo, Pablo hablaba de una chica muy hermosa que dijo que había visto y tenía ganas de acercarse a hablarle, pero no quería quedar como baboso así que estaba pensando cómo hacer, aunque sea quería saber cómo se llamaba quizás tenia suerte y la encontraba en Tinder luego; Dani hablaba de sus nuevos amigos con los que habían intercambiado números , Charlie no sabía si le agradaba mucho esa idea pero bueno tampoco podía prohibírselo, era adolescente y muy responsable para su edad así que supuso que estaba bien, por ahora, Mónica había terminado un libro que estaba leyendo hace tiempo mientras se bronceaba y estaba muy emocionada porque el final había sido muy conmovedor y ella era una romántica empedernida.
El resto del día transcurrió con normalidad y al atardecer levantaron campamento para volver a la casa, todos estaban muy relajados, exhaustos y felices, había sido un muy buen día, lástima que sería el último.
Al llegar a la casa todos bajaron el auto, fueron entrando las cosas entre todos, solo quedaba la mochila de Daniela.
-voy por la mochila y vuelvo, yo cierro el auto pá, no te preocupes.
-bueno, pero apúrate porque está oscuro ya.
-si, si, tranquilo.
Daniela salió, tomó su mochila, cerró el auto y empezó a caminar a la casa ya que el auto estaba en la vereda, cuando estaba por cerrar la reja de entrada una mano le tapó la boca con un pañuelo y perdió el conocimiento casi al instante, no pudo defenderse.
La mochila quedo en el suelo con algunas cosas derramadas junto con las llaves. Había pasado una hora, nadie había oído nada, ni se habían dado cuenta que Daniela no volvió a entrar a la casa, un vecino que paseaba a su perro vio las cosas tirada pero no vio a nadie afuera, tocó el timbre.
-Hola Char ¿cómo estás? –dijo al ser atendido por Charlie.
-Bien Marcos ¿qué haces, tanto tiempo che?
-bien, bien, paseando al chancho, che perdona que te moleste pero ¿esta no es la mochila de tu nena? Estaba tirada ahí en el piso con las llaves y otras cosas, pero no la vi por ningún lado a ella.
- ¿Qué? – Charlie se quedó en shock al ver la mochila y escuchar lo que Marcos le había dicho- sí, son sus cosas… yo pensé que ya había entrado…
-uh…eh, no sé qué decirte, estaba todo tirado ahí al costado…
-bueno Marcos gracias voy a ver si está adentro… -decía con preocupación y ya ahora pálido sintiendo el terror recorrerlo.
Corrió por toda la casa gritando el nombre de su hija, no había señales de ella, nunca había entrado, algo le había pasado. Mónica al ver su estado y desesperación empezó a entrar en pánico, le explico lo sucedido con la voz pendiendo de un hilo, ella corrió al teléfono a llamar a la policía, él y Pablo salieron a la calle a buscarla por los alrededores… no la encontraron.