Hoy es el día.
Mi primer día de escuela en el centro.
Me sentí como si fuera otra vez en primer grado de secundaria. Pero no estuve totalmente sola, al menos.
Ya habían pasado tres semanas desde que conocí a Olive y me volví más cercana a ella. Hemos estado juntas todo el tiempo, bueno, eso es porque no conocíamos a nadie y como era un nuevo lugar para ambas, preferimos ir juntas a cualquier lugar para no perdernos.
Afortunadamente, a Olive y a mí, nos tocó en el mismo salón, por lo que no tuve que socializar con alguien nuevo.
Eran las 6:00 am y ya estaba despierta, aún tenía algunos problemitas para dormir, pero me dió más tiempo para prepararme.
Me acababa de vestir; nada nuevo, los mimos tennis, una sudadera ancha negra y unos jeans.
Siempre me vestía igual, nunca cambiaba el color de mis prendas y mucho menos el diseño. No me preocupaba mucho mi imagen como a otras chicas de mi edad.
Me hice una coleta y me puse la capucha de mi sudadera y revisé la hora en mi teléfono, 6:30 am, mierda, ¿por qué me tardaba tan poco en arreglarme?.
Crucé los dedos para que Olive ya estuviera despierta.
Tomé mi mochila y guardé mi celular en mi bolsillo. Salí de mi habitación y fuí a la de la rubia.
Toqué la puerta y esperé unos minutos. No hubo respuesta. Volví a tocar con un poco más de fuerza, por si no me hubiera escuchado.
Escuché como se abrió la puerta y la ví. Una Olive recién levantada con su pijama de cuadros.
— ¿Zoey? — se frotó los ojos.
— Buenos días — dije secamente.
— ¿Ya estás despierta?.
— Nooo, solo soy un fantasma qué se parece a la Zoey que conoces.
Espera…
Espera…
¿Eso fue sarcasmo?.
¡Al fin ya no vas a ser una amargada!.
Como sea… regresando con la abuela que tengo al frente, Olive bostezó.
— No es eso es que… — buscó su celular — ¡son las 6:30 de la mañana!.
— Shhh, las demás están durmiendo.
— Pues que se despierten, tú me despertaste, así que yo puedo despertarlas.
Le puse mala cara.
— Bien — rodó los ojos — entra.
La habitación de Olive era igual que la mía, solo que, ella ya decoró su cuarto con cuadros y si usa el espejo que hay en cada habitación. El mío lo cubrí con una manta, emmmm, la verdad es que, no quiero verme en un espejo, que tal si no le gusta lo que veo y mi autoestima va a estar más abajo de lo que ya está.
¿ Para qué arriesgarme?.
— Como apenas sonó mi alarma, tendrás que esperarme a que me de una ducha y me cambie ¿ok?.
— ¿Qué alarma? — dije confundida.
— La que acaba de sonar hace un minuto — frunció el ceño.
— ahhhh, em, si te espero.
Normalmente cuando estaba sobre pensando — que era casi todo el tiempo — Olive me ayudaba a dejar de pensar, aunque no se diera cuenta.
Sentí como mi estómago pedía comida, así que, toqué la puerta del baño, esperanzada en que Olive abriera.
— ¿Si? — gritó la rubia, supuse que ya se metió a la ducha.
— Voy a la cocina ¿quieres algo?.
Hubo un momento de silencio en toda la habitación.
— Agua, por favor.
— ¿Segura? — pregunté dudosa — pasarías tres horas sin comer.
— Si, en las mañanas no me da hambre, tranquila.
Pero al escuchar eso, no me tranquilizaba, habían pasado semanas, que noté que Olive no comía mucho e inventaba excusas para no hacerlo. Quería preguntarle sobre el tema, pero no quería incomodarla.
Salí de su habitación y caminé hasta la cocina, no era muy grande; había una estufa y horno, repisas de madera, un refrigerador y un microondas.
Saqué de una de las repisas una bolsa de avena; me dirigí al refrigerador para sacar la fruta que ya estaba cortada en un tupper que tenía una etiqueta con mi nombre, el señor Jhonson dijo que tenía que ver una mejoría para poder usar objetos punzocortantes sin correr el riesgo de autolesionarme.
Saqué un plato hondo y me serví un poco de manzana, plátano y fresas, le puse un poquito de yoghurt y le agregué la avena. Agarré un vaso y serví el agua de Olive.
Volví a su habitación y crucé los dedos para que no le pusiera seguro, afortunadamente no lo hizo.
Cuando abrí la puerta, mi amiga ya había salido de la ducha y se estaba cambiando.
Me vió y fué por su vaso de agua.
— Gracias, bro.
— De nada, ummm…
— Bro, dude, mate, amiga, llámame como quieras — sonrió.
— Ok.
Vió mi plato de fruta y formó una mueca.
— ¿Quieres que me vaya? — pregunté alarmada.
— ¿Qué? ¡no!, solo… emmm… No me gusta el yoghurt.
— Puedo irme si quieres, no quiero incomodarte.
— No Zoey, está bien— trató de calmarme.
— ¿Segura?.
— Que siiiii, ven aquí.
Y me abrazó.
Hace mucho que nadie me había abrazado de esa forma, que no supe como reaccionar.
Se separó de mí y me mandó a desayunar.
Mientras terminaba mi fruta, me dí cuenta del outfit que llevaba puesto; una sudadera multicolor de manga larga, con un overol de mezclilla y unos vans negros.
Mastiqué el último pedazo de fruta y fuí a mi habitación a cepillarme los dientes. Al salir me encontré con Olive ya preparada para salir, así que nos fuimos juntas.
Caminamos hasta el auditorio, ya que nos dijeron que iba a haber una reunión por el comienzo de las clases.
Cuando llegamos ví a muchas personas sentadas en su lugar, tragué grueso, al sentir mi respiración un poco acelerada, sin querer apreté la mano de Olive y ella se dió cuenta de lo que me estaba pasando y apretó mi mano en señal de apoyo.
—¿Quieres que nos vayamos? — me susurró.
Negué con la cabeza.
— Yo puedo — dije medio nerviosa.
— ¿Segura?, podemos hablar con el señor Johnson y explicarle…
— Quiero intentarlo.
Acaso dijiste que…
¿Pero qué me pasa hoy?, en otras ocasiones prefería estar encerrada en mi cuarto tratando de controlar la crisis, pero…
¿Por qué mierda quiero intentar estar en un lugar público a punto de tener una crisis?.